¡La Maldición del Oro Blanco!

Codazzi, la otrora capital del algodón en Colombia, pasó de la bonanza a convertirse en un gran basurero de desechos tóxicos y en uno de los municipios con más alta incidencia de cáncer en el país.

El DDT(1) ataca de nuevo

Entre 1974 y 1994 se aplicaron en Codazzi once millones de litros de agroquímicos y plaguicidas

Nadie podía explicarlo, pero a comienzos de 1995 los 300 estudiantes del recién creado Instituto Técnico Agropecuario Antonio Galo Lafaurie del municipio de Codazzi, en Valledupar, sufrían de frecuentes dolores de cabeza, náuseas, vómitos, retorcijones abdominales, desmayos y brotes en la piel. Como los alumnos provenían de los barrios más pobres del municipio, siempre se pensó que eran los efectos claros de la desnutrición.

Sin embargo, la pagadora del colegio, María Elena Hinojosa, sostenía que el olor del ambiente se parecía al del DDT(2). Todos pensaron que estaba loca porque el famoso "matagatos" no se usaba desde hace más de dos décadas, tras la campaña mundial en su contra, por los daños que implica para la salud (sospechoso de ser agente cancerígeno, con efectos en la reproducción y daños mutagénicos). Ella, empecinada, pidió a su esposo Luis Armando Castro, un ingeniero agrónomo especializado en entomología, que verificara qué sucedía.

La inspección no duró más de diez minutos. Con sólo raspar unas cuantas paredes de las aulas y visitar los sitios con mayor concentración de olores, Castro advirtió que estaban sobre un basurero de desechos tóxicos. Con el paso de los días los descubrimientos fueron asombrosos: más de 70 canecas con los peores venenos que puedan reunirse –DDT, arseniato de plomo, toxafeno, metil parathion, parathion, gusation, thiodan, entre otros- estaban enterrados tres metros abajo del patio de recreo del claustro.

Cementerio desde 1963

Entre 1960 y 1984 la Federación Nacional de Algodoneros había tenido allí su mayor centro de operaciones. El testimonio de Roque Aurelio Gordillo Doncel, quien durante 27 años laboró como bodeguero para la Federación, no dejó asomo de dudas. Desde 1963 se iniciaron los enterrarnientos de los venenos y en carne propia había sufrido las consecuencias de su ignorancia: "me nació una niña con problemas de salud. No entiende ni escucha lo que uno le dice. Es como un vegetal y presumo que esto es consecuencia por el tiempo que duré tratando con estos insumos".

Pero había otro hecho en el cual los pobladores no habían caído en cuenta. Antes de instalarse allí el instituto agropecuario, funcionó sobre el mismo basurero tóxico el acopio lechero de la zona, Indulace, por donde transitó la leche que tomaron los habitantes de Codazzi y veredas vecinas por años. Castro recogió muestras del suelo contaminado y las llevó a su laboratorio, en Corpoica.

Agregó mil centímetros cúbicos de agua a 500 gramos de tierra envenenada. Con el líquido filtrado preparó seis disoluciones que se aplicaron contra larvas de un mosquito corriente. La mortalidad fue del cien por cien. Eso quiere decir que, aunque muchos de los venenos habían sido enterrados 30 años atrás, aún conservaban sus efectos tóxicos. El DDT tarda 60 años en degradarse y actúa en la cadena alimentaria(3)

 

Niños nacidos sin cerebro, animales con diversas deformidades y el dudoso honor de Codazzi de haber pasado de ser la capital algodonera de Colombia a una de las ciudades con mayor índice de cáncer en el país.

 

Durante las semanas siguientes practicaron visitas la Secretaría de Salud Municipal, la Defensoría del Pueblo, la Jefatura de Saneamiento Básico del Hospital Agustín Codazzi, la Personería Municipal y hasta el Ministerio del Medio Ambiente. Se decidió entonces el traslado del colegio.

Por último, como suele ocurrir, alguien pidió medir los efectos que sobre el estudiantado había tenido la exposición de cerca de un año a los venenos. El servicio de salud del Cesar hizo una evaluación del nivel de colinesterasa en 40 alumnos. Ese examen busca medir los niveles de intoxicación con organofosforados (metil parathion y etil parathion). Los valores normales deben ser mayores aI 75%. Los anormales son menores aI 75%. Tres de los jóvenes tenían un nivel menor del 50%, 19 de ellos entre el 50% y el 62.5%, 16 entre el 63 y el 75%, y sólo dos resultaron normales.

La bonanza del oro blanco

A partir de entonces comenzaron a explicarse muchas de las cosas que habían sucedido durante las últimas dos décadas en el pueblo y que habían sido vistas como cuestión de brujería. Niños nacidos sin cerebro, animales con diversas deformidades y el dudoso honor de Codazzi de haber pasado de ser la capital algodonera de Colombia a una de las ciudades con mayor índice de cáncer en el país. Tanto que el trabajo de la Liga de Lucha contra la enfermedad se ha quedado corto. En Codazzi existen hoy 37 pacientes bajo tratamiento médico por cáncer. En lo que va del año se han detectado once nuevos casos.

Cada vez que llegan las lluvias o aparece el inclemente sol, los vapores insoportables y pestilentes viajan a través de Codazzi. Después de cualquier aguacero, basta recoger una pequeña cantidad del agua caída en cualquier calle del municipio, para concluir que acaba de producirse una fumigación intensiva.

Es el resultado de 45 años de odio con la naturaleza. Desde que en 1953 llegaron los primeros tractores y luego se estableció allí la Federación Nacional de Algodoneros para el desmote de la fibra, muchos son los plaguicidas e insecticidas que han corrido por aire, tierra y agua. En 1960, Codazzi era, de lejos, el primer productor nacional de algodón con más de 20 mil hectáreas sembradas.

En 1975, Codazzi, a una hora de Valledupar, era llamada "la capital Blanca" con 60 mil hectáreas sembradas en algodón. Entre 1973 y 1980 duró su primera gran bonanza, conocida como el "boom del oro blanco". Entre finales de los 80 y 1991 tuvo lugar la segunda bonanza en la que se empleaban hasta 120 mil jomaleros en época de cosecha. Después llegó la quiebra -pérdidas superiores a los 4.000 millones. El Fenómeno del Niño, la apertura de la economía y la aparición de cultivos más rentables como la amapola y la coca a escasos kilómetros de allí, en la Serranía del Perijá, en la frontera con Venezuela, se encargaron de lo demás.

Se estima que entre 1974 y 1994 se aplicaron en Codazzi y sus alrededores once millones de litros de agroquímicos y plaguicidas, una cantidad como quizás no se tenga noticia en ningún otro sitio del país, incluso cuando escaseaban los venenos de marca, se acudió a fumigar con detergentes domésticos.

El camino de la muerte

El efecto sobre el ecosistema fue desolador. Además de la tala indiscriminada de árboles en el valle de Codazzi, a los pies del Perijá, desaparecieron valiosas especies de flora y fauna. Ya no se ven por allí ni el tigre americano, ni la marimonda blanca (mico de noche), ni el paujil. Tampoco el caimán, la danta, el zaíno, las abejas silvestres, ni los pumas. Así mismo, resulta imposible encontrar bálsamo, vara de piedra o ébano.

Los suelos estériles abundan y por eso fue tan fácil para el municipio conseguir a "precio de huevo", el lote para su colegio, el que después terminó en el descubrimiento del cementerio. Pero lo único cierto es que a partir del hallazgo del basurero tóxico, allí es muy poco lo que ha ocurrido. Las toneladas de desechos siguen enterradas, evaporándose con el pasar de las horas y los 70.000 habitantes de Codazzi expuestos al bombardeo de la diaria lluvia ácida de su medio ambiente.

Lo nuevo es que el pasado 10 de noviembre el alcalde de Codazzi, Enot Argote Rodríguez, recibió de Corpocesar las conclusiones de un estudio que sobre el basurero adelantó la firma Geosísmica y Ambiente. Los recursos para la investigación fueron conseguidos en 1995 con el Fondo Nacional de Regalías que entregó $ 460 millones para solucionar el problema.

El estudio costó $ 253 millones y solicita US$ 190.000 más (cerca de $ 300 millones) para "diseñar", mas no entregar, un relleno sanitario y adelantar otro estudio de impacto ambiental. El solo conocimiento de esas cifras fue lo que llevó a la población a una semirrevolución ecológica. "Llegaron a la conclusión de que allí había basuras tóxicas después de $ 253 millones. Es la misma conclusión a la que llegué yo tres años atrás a punta de nariz", advierte el entomólogo Luis Armando Castro.

El profesor Gerardo Alberto Díaz Liñán, ingeniero agrónomo quien forma parte de la fundación ecológica Fama y fue uno de los afectados del Instituto Agropecuario Antonio Galo Lafaurie, tampoco cree lo que sucede. "Se gastó ese dinero y el problema sigue allí enterrado. El examen de la colinesterasa no se repitió para hacer un seguimiento a quienes resultamos contaminados y hoy sufro una enfermedad profesional. Ya no puedo exponerme a un insecticida de hogar porque caigo enfermo", dijo lacónicamente a CROMOS.

Las aguas subterráneas de todo el municipio muestran altos grados de contaminación. El arroyo El Pozón que pasa cerca de los basureros detectados hasta el momento, desemboca en el río Cesar que a su vez lleva estas aguas por Chiriguaná, Chimichagua y desemboca más adelante en el río Magdalena. Un paseo vallenato que lleva la muerte.

Mientras tanto Codazzi ha sobrellevado la crisis algodonera diversificándose hacia el calé, el cacao, la palma africana y la producción lechera. Sin embargo, todo hace pensar que viene una reactivación de la industria algodonera. El año pasado no hubo siembra, pero la cosecha se aproxima y todos están felices. Pero no sólo por el regreso del "oro blanco", sino porque tienen a la mano una solución natural que ayuda a combatir el picudo, principal plaga del cultivo, sin causar los daños del pasado. Cada hembra coloca 200 huevos en una planta y la tercera generación de ella puede engendrar tres millones de picudos, capaces de hacer perder diez billones de pesos.

El ingeniero Luis Armando Castro, el mismo descubridor del cementerio tóxico, lidera un grupo de investigadores que busca minimizar la dependencia de insecticidas. Una soca eficaz para destruir los desechos al final de la cosecha y la rotación de cultivos son el comienzo. Después un trampeo para captura de mosquitos al inicio de las siembras ha permitido que los insectos benéficos triunfen sobre el picudo.(4)

El trabajo ha sido un éxito: a estas alturas ya se habrían realizado de ocho a diez aplicaciones de insecticidas sobre el algodón. En el 90% de los cultivos va una o ninguna de ellas. El ahorro ha sido de entre $50 y $60 millones para una siembra de unas 100 hectáreas. Por eso se piensa que en 1999, Codazzi volverá a ser la otrora "capital blanca".

Pero así como vuelve la bonanza, la Federación de Algodoneros tiene la palabra. Y Corpocesar, en lugar de tantos estudios, debería poner fin, de una vez por todas, a un asunto que amenaza con dejar una huella imborrable en un lugar olvidado de Colombia.

Revista CROMOS Nº 4.217 / Nov. 30 de 1999

Santafé de Bogotá – Colombia

Textos HECTOR MARIO RODRÍGUEZ

Transcripción y notas al pie Gerardo Iglesias

 


(1) DDT – Dicloro Difenil Tricloroetano.

(2) Este insecticida sintético, fue descubierto por el químico suizo Paul Müller, de la empresa suiza Geigy, hoy Novartis. El DDT ensalzado como "el insecticida milagroso" hizo su debut en 1938 y Paul Müller recibió el premio Nobel en 1948.

(3) El DDT es altamente persistente y prácticamente no hay un ser vivo que no haya sido contaminado por este producto. Se acumula en la grasa del organismo humano y en cantidades elevadas y peligrosas en la leche materna. Debilita el sistema inmunitario, se comporta como un disruptor e impostor hormonal. "Aunque el DDT se había diseñado para matar insectos y no para utilizarlo como medicamento o como hormona sintética, también él parecía tener el mismo efecto que el estrógeno cuando se administraba a pollos recién nacidos: feminizaba a los machos. Los pollos tratados con DDT tenían los testículos muy poco desarrollados, y no les crecían las crestas y las barbas típicas de los gallos." Nuestro Futuro Robado. THEO COLBORN, JOHN PETERSON MYERS y DIANNE DUMANOSKI. Editorial ECOESPAÑA (1999).

(4) "Con el descubrimiento del poder insecticida del DDT, todas las tácticas tradicionales de supresión de insectos fueron arrojadas a un incinerador, y nos lanzamos a la matanza con nuestra nueva arma milagrosa. (...) Realmente pareció ser el insecticida ideal, un milagroso producto de la tecnología moderna y la respuesta largamente buscada al problema de los bichos. ¡Para qué molestarse con una multiplicidad de tácticas de control de insectos! De la noche a la mañana el control de pestes se transformó de una atracción de feria en el espectáculo central de la tecnología moderna. Y esta tecnología era abrumadoramente química." La Conspiración de los Pesticidas. ROBERT VAN DEN BOSCH. Editado por Red de Acción en Alternativas al Uso de Agroquímicos (RAAA), Lima – Perú (1993).

Comuníquese con Nosotros

UITA - Secretaría Regional Latinoamericana - Montevideo - Uruguay

Wilson Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 -  902 1048 -  Fax 903 0905