AGROTOXICOS

 

Chiapas:

Plaguicidas y Salud

Rolando Tinoco Ojanguren

TonatzinEn Chiapas el 58% de la población ocupada se dedica a la agricultura y solo el 22% de las comunidades cuentan con algún tipo de asistencia técnica. Con base en los datos del Censo Agrícola de 1970, la superficie perdida debido a plagas representó sólo el 0.1% de la superficie cultivada y los gastos en plaguicidas dentro del proceso productivo se estimo en 0.5% del total de inversión. 18 años después, en la Encuesta Agrícola de 1988, se menciona que el 61% de los ejidos empleaban plaguicidas dentro de su producción, mientras que en la región fronteriza con Guatemala el 39% los ha incorporado. Existe un notorio incremento en el uso de plaguicidas, al parecer independientemente del tipo de agricultura que se practica. La información en Chiapas referente a los plaguicidas y su impacto en la salud en casi nula. En los siguientes párrafos describiremos la experiencia de más de 6 años de investigación sobre el tema.

 

 

El primer estudio sobre plaguicidas en la región fronteriza con Guatemala se efectuó en 1989-90 y se refiere a 25 intoxicaciones por ingerir paraquat (herbicida bipiridilo), donde el intento suicida es el hallazgo relevante. Otro estudio de 1991 fue la aplicación de una encuesta para conocer la exposición a plaguicidas y evaluar el problema. Trabajos posteriores combinaron métodos cuantitativos epidemiológicos y cualitativos etnográficos para explorar el conocimiento y manejo de esas sustancias, así como la percepción del riesgo entre los campesinos. En el estudio más reciente se incorporó la diferenciación productiva como un elemento central en la exposición a los agroquímicos.

Envenenamiento por la ingesta de paraquat

 

Este compuesto es un herbicida bipiridilo de uso extenso en el mundo. Su introducción al mercado agroquímico se consideró como un gran avance en la seguridad de los herbicidas, porque el paraquat se descompone rápidamente en sustancias inertes al contacto con la tierra, sin dejar residuo tóxico. Pero a pesar de esa seguridad teórica, se han descrito envenenamientos en casi todos los lugares del mundo donde se ha utilizado.

 

En 1989 varios casos de ingesta de paraquat fueron reportados en el Hospital General de Comitán en Chiapas y ECOSUR comenzó el estudio de la intoxicación con el herbicida y las circunstancias en que ocurrió. Se identificaron 25 casos; de los cuales 16 murieron. Hubo oportunidad de entrevistar a la mayoría de las víctimas sobrevivientes. Once de los 12 casos entrevistados masculinos eran agricultores y uno se considero jornalero; los cuatro casos entrevistados femeninos se identificaron como amas de casa. Todos sabían leer y escribir. Once de las 16 personas fallecidas vivían en casas de un solo cuarto. La mitad de los entrevistados reportó que almacenaba el herbicida en el patio de la casa y/o dentro de la casa. Tres de los casos guardaban el herbicida debajo de su cama; ninguno lo mantenía en su envase original. Ocho de los casos entrevistados compraron el Paraquat en una tienda especializada en la venta de productos agroquímicos. Pero 14 de ellos dijeron que las instrucciones para el uso del herbicida vinieron de amigos o conocidos; ninguno aprendió su uso de un profesional. Solamente 4 sabían la dilución correcta para la preparación comercial.

 

En 9 de los 16 casos estudiados el motivo para la ingesta de Paraquat fue el suicidio, y de estos 7 murieron. Dos casos adicionales fueron considerados crónicamente deprimidos pero no se logro hallar motivación certera de suicidio. Nueve estaban intoxicados con alcohol al momento de la ingesta; 5 también tenían motivos para suicidarse. Solamente un caso fue completamente accidental: pensó que el envase que contenía el herbicida tenia combustible diesel y lo estaba aspirando para pasarlo a un vehículo. La mayoría de los entrevistados estaban solos en el momento del evento; y casi una tercera parte en compañía de otra persona.

 

El sur de Chiapas ahora figura entre las regiones del mundo con las tasas más altas de mortalidad por la ingesta de paraquat. Si no ocurrió ningún otro caso durante 1989-90, la tasa de mortalidad por dicho compuesto excedería 20 por millón de población por año. Pero es nuestra impresión que los 25 casos reportados son apenas una fracción de las intoxicaciones por paraquat en el sur de Chiapas en el periodo de estudio. Es probable que no se conozcan nunca los episodios que ocurren en muchas comunidades rurales remotas de la región, sin acceso fácil a atención médica u hospitalaria.

 

La tasa de caso-mortandad de la ingesta de paraquat en Chiapas, es parecida a la que se reporta para otras partes del mundo. Las muertes son casi exclusivamente función de la cantidad del herbicida ingerido. Ninguna terapia tiene un efecto importante en el resultado final.

 

Impacto en la salud del uso de agroquímicos

 

Los objetivos del estudio eran conocer el impacto causado en la salud por el uso de agroquímicos en una población rural y sistematizar información sobre el tema. Fue un estudio de campo realizado entre octubre de 1991 y octubre de 1992, en una comunidad rural del municipio de La Trinitaria. Se le visitó en su asamblea con la finalidad de explicarles el proyecto y solicitar su cooperación. La petición fue aprobada con la condición de regresar los resultados de la investigación, lo cual se hizo oportunamente.

 

En la comunidad investigada el grupo de población activa y universo de estudio tienen en promedio 30 años de edad. Un alto porcentaje usa plaguicidas, refiriendo sintomatología asociada a una intoxicación el 57%. El 74% concluyó sus estudios de primaria, practicando igual porcentaje el almacenamiento intradomiciliario del agroquímico.

 

Mas de la mitad de las personas entrevistadas referían haber experimentado síntomas compatibles con una intoxicación por plaguicidas: dolor de cabeza, fatiga, tos, conjuntivitis. Casi en su totalidad no usan equipo protector mientras aplican los plaguicidas. Virtualmente todos comen en los campos. La mayoría de los que referían haberse enfermado por el uso de los plaguicidas, confesaron no haber consultado ni a médicos ni enfermeras por esa causa. La edad, la escolaridad y el estatus socioeconómico no presentaron diferencias en nuestra muestra, por lo que no aparecieron como factores de riesgo asociados a derrames accidentales o síntomas de intoxicación. Uno o más derrames accidentales estaban altamente asociado con los síntomas, duplicando el riesgo de presentar síntomas, comparados con las personas que referían no haber experimentado derrames de plaguicidas.

 

También se encontró una asociación significativa entre el uso de equipo protector y la experiencia sintomática. Esta asociación indica que todos aquellos que reportaron uso de equipo protector habían experimentado previamente síntomas de intoxicación. Sobre la base de los resultados obtenidos en la encuesta, podemos decir que variables como edad, escolaridad, nivel socioeconómico, no presentaron significancia estadística. La presencia de sintomatología indicadora de intoxicación aguda en mas de la mitad de los encuestados, y el que ninguno de ellos sigue las mínimas medidas de protección en el manejo de los agroquímicos, revela que es importante el efecto en la salud por el uso de plaguicidas en la región.

 

Balanceando riesgos y recursos

 

Se supone que un agricultor no toma las precauciones adecuadas al aplicar los plaguicidas, debido principalmente a su falta de información, de conocimientos y de conciencia de los problemas que ello conlleva. Sin embargo, nuestro trabajo con campesinos nos lleva a cuestionar esa suposición. En nuestro estudio, la falta de conocimiento y comprensión de la toxicidad de los plaguicidas no fue un factor determinante, sino que, mas bien, son otras influencias culturales y prácticas, las que están detrás de su comportamiento poco cuidadoso al usar tales sustancias.

 

Estar expuesto al tóxico de los plaguicidas sigue siendo una seria preocupación de salud en la región, a pesar de cerca de dos décadas de entrenamiento e instrucción técnica en el uso de los mismos. ¿Que podría explicar esta situación? ¿Indica un fracaso de los muchos programas de instrucción para comunicar adecuadamente los hechos acerca de los peligros y de las precauciones que se recomiendan para el uso de los plaguicidas? O ¿se trata de una falla de parte de los campesinos para aprender la información básica que se les ha presentado repetidamente? ¿Podría haber alguna otra explicación para que continúen los altos niveles de exposición a los plaguicidas de parte de los agricultores locales?

 

Para abordar estas preguntas, evaluamos las experiencias, conceptos y practicas en el uso de los plaguicidas de parte de los citados campesinos. Veintiocho personas del área (18 hombres y 10 mujeres) fueron entrevistadas, enfocando la atención al uso de plaguicidas, a la experiencia e interpretación de síntomas, conceptos y practicas para adoptar medidas evaluación del riesgo y una asignación de recursos por parte de los campesinos. En lo que casi puede entenderse como una toma de decisiones de costo-beneficio, los agricultores se involucraron en el proceso de equilibrar el riesgo personal percibido (al que se enfrentaban no empleando medidas de protección al usar los plaguicidas), contra los gastos prácticos, sociales y económicos en que incurrirían al tomar tales precauciones.

 

Un ejemplo de exposición ocupacional a insecticidas organofosforados

 

Este estudio caracterizó la exposición ocupacional a los plaguicidas organofosforados y su efecto en la concentración de la enzima colinesterasa eritrocitica en población rural de Chiapas. Los insecticidas organofosforados al ser absorbidos por el organismo inhiben la concentración de la enzima colinesterasa, la cual facilita el buen funcionamiento de la transmisión de los impulsos nerviosos. Si esa transmisión no se realiza bien, debido a la presencia de los organofosforados, se presentan síntomas tales como nauseas, vómitos, diarrea, incontinencia de esfínteres, sudoración, lagrimeo y salivación excesiva. Una alta concentración del plaguicida en el organismo puede llegar a causar la muerte. La medición de la inhibición de la enzima colinesterasa nos permite evidenciar la presencia del plaguicida en el organismo, por lo que comúnmente esa medición se utiliza para evaluar la exposición a los insecticidas organofosforados.

 

Para lograr el objetivo se aplicó durante el ciclo agrícola 93-94, una encuesta sobre el uso y manejo de estos agroquímicos y las practicas de riesgo a 199 campesinos en tres diferentes sistemas de producción. Estos sistemas fueron elegidos sobre la base de sus diferencias tecnológicas. Así la comunidad I, representó la tecnología intermedia productora para consumo local y regional; la comunidad II, a la tecnología desarrollada con producción para exportación o consumo en el ámbito nacional, y la comunidad III representa a la tecnología "tradicional" con producción principalmente para autoabasto.

 

Dentro de la muestra (199 campesinos), se seleccionaron a aquellos que refirieron utilizar insecticidas organofosforados: 159 personas. Para evaluar el efecto de los plaguicidas en los niveles de concentración de colinesterasa se determinó la actividad de esta enzima (inhibida por los plaguicidas organofosforados) en sendas muestras de sangre, antes y después de la exposición ocupacional, en 65 campesinos usuarios de dichos agroquímicos. También se estableció una línea basal o normal con los valores de concentración enzimática en población no expuesta ocupacionalmente a organofosforados. Se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los valores de concentración de la enzima en preexposición y exposición y entre los valores normales y los valores de exposición. Se encontró también diferencias entre las comunidades: la clasificada como de tecnología tradicional presentó los niveles de colinesterasa significativamente más bajos que las otras comunidades.

 

Este estudio proporciona nueva información sobre la exposición a los insecticidas organofosforados, pues incorpora las características productivas de campesinos de tres comunidades diferentes, la disminución de la enzima colinesterasa eritrocitica de estos campesinos como efecto de la exposición ocupacional y la relación que guardan entre sí estos dos aspectos. Es interesante observar que el grupo de no usuarios de organofosforados posee un promedio mayor de hectáreas y la mayoría pertenecen a la comunidad II. Los productores de esta comunidad tienen un mayor estatus económico que les permite utilizar insecticidas piretroides menos tóxicos y 500 veces más caros que el organofosforado de mayor uso. Al mismo tiempo, no se diferencian con el grupo de usuarios ni en sus características demográficas ni en sus practicas de riesgo y de protección contra los plaguicidas. La migración como variable explicativa puntual de los bajos niveles de colinesterasa no fue determinante, aunque es una actividad importante en la comunidad de economía tradicional, en la que las limitantes en la producción motivan a los jóvenes a migrar.

 

No se observó diferencia en las practicas de protección ni respecto al comportamiento de riesgo entre las comunidades estudiadas. Todos los sujetos del estudio trabajan su parcela y requieren optimizar su tiempo, por lo que consumen sus alimentos a orillas de la milpa. El equipo protector es caro e incomodo, y el aceptar debilidad o miedo frente al trabajo es socialmente inaceptable para este grupo.

 

Estudios subsiguientes intentaron diseñar estrategias de intervención que puedan servir para prevenir las intoxicaciones o para minimizar la exposición a los insecticidas organofosforados. Los futuros esfuerzos de salud pública para reducir los riesgos de grupos similares al manejar los plaguicidas harían bien si trataran de expandir el sentido de peligro personal en los usuarios. Por ejemplo, enfatizando los efectos biológicos de los plaguicidas a largo plazo.

 

También es conveniente tratar de rediseñar medidas protectoras, de manera que respondan directamente a las limitaciones culturales y prácticas de su uso. Quizá lo más importante de todo esto sería un esfuerzo para enseñar el uso mas conservador de los plaguicidas, promoviendo enfoques alternativos para la agricultura, que minimicen la dependencia de estos químicos, sin un costo significativo.

 

 
 La Jornada Ecológica
México

 

 

 

Este artículo no refleja necesariamente la opinión de la Rel-UITA

 

 

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