AGROTOXICOS

 

 

 Uruguay

Alertan sobre los productos contaminados por potentes pesticidas

 

Mercado alimentario está invadido por los agrotóxicos y transgénicos

No existe certeza sobre lo que comemos. Los productos procedentes de cultivos tratados con agrotóxicos (pesticidas, herbicidas y otros venenos) y los transgénicos se han apoderado de la producción agropecuaria, con consecuencias imprevisibles para los consumidores.

 

 

Las soluciones para un problema que no percibe a simple vista son: huertas orgánicas, producción sin fertilizantes ni nada y semillas puras, que no son tan fáciles de conseguir hoy en día. Esta es la propuesta de Enildo Iglesias, ex secretario regional de la (UITA) Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación, Agrícolas, Tabaco, Restaurantes, Hoteles y Afines.

 

Iglesias escribió un libro que pretende acercarnos al mundo de la alimentación, cuyo título es “Cómo alimentarse y no morir en el intento”.

 

El volumen integra una colección de libros denominada Ambiente y Medio que dibuja los principales problemas ambientales del Uruguay y la región y sus posibles consecuencias. Son ediciones no técnicas, dirigidas al lector común.

 

El autor plantea el tema mediante una historia que se desarrolla con dos personajes. Uno de ellos se lanza, sin encontrarlo, a la búsqueda del alimento perfecto. El autor considera que la mayoría de los productores no tienen noción sobre los peligros de los agrotóxicos. Al respecto, recordó ejemplos de cultivadores envenenados junto a sus familias por plaguicidas o fertilizantes.

 

También expresa su preocupación por el uso de semillas transgénicas y la probabilidad de una contaminación biológica por la mezcla entre semillas transgénicas y las naturales. Reafirmó que los alimentos genéticamente modificados pueden ser nocivos para personas que padecen alergias, ya que en el proceso de creación de la semilla, se utilizan dos antibióticos muy conocidos como la ampicilina y la canamicina.

 

El cuerpo, al recibir una dosis más o menos constante de estas drogas, se habitúa a ellas, por lo que en el tratamiento se necesitarán dosis más fuertes para derrotar a las bacterias.

 

“Hace poco apareció un productor de cerdos en EE.UU. que inició una demanda, porque alimentaba a sus animales con maíz transgénico. En ese país, el maíz transgénico está permitido sólo para el consumo de animales, pero no para humanos.

 

El productor había constatado que sus cerdos no se reproducían, ya que aparentemente padecían atrofias en los órganos reproductores. Consultó a sus vecinos y a éstos les sucedía lo mismo.

 

Según Iglesias, “no se trata de oponerse a la ciencia. Esto es otra cosa, esto es el hombre y el capitalismo jugando a ser Dios, abriendo una caja de Pandora y nadie sabe los resultados. Lo mínimo que yo reclamo son medidas de precaución, acá se habla de plantar maíz transgénico ¿Qué necesidad? Creo que hay que ser precavido.

 

Una situación preocupante y favorable para Uruguay es que Brasil sea el cuarto productor mundial de transgénicos y Argentina el segundo. Nuestro país se podría diferenciar claramente de sus vecinos compitiendo con un producto distinto, más natural y de creciente demanda en el mercado europeo.

 

El autor recordó que “en el pasado, el que tenía el poder era el dueño de la tierra. Ahora, el que va a tener el poder es el dueño de las semillas transgénicas, no del campo. Esas semillas transgénicas tienen la capacidad de autodestruirse, de suicidarse. Un agricultor no las puede guardar de una cosecha para otra, porque se destruyen. Asimismo, junto con la semilla se está vendiendo todo un paquete tecnológico, desde fertilizante hasta los matayuyos, o los herbicidas”.

 

Aquí en Uruguay se suele aludir al problema del bromuro de metileno (Bm), que se utiliza desde la década del 30. Es un esterilizante usado para controlar plagas, aunque para los técnicos deje mucho que desear, ya que no es tan efectivo como dicen sus vendedores.

 

Cerca del 40% de la destrucción de ozono se le atribuye a este producto, que también disminuye la fertilidad de los suelos.

 

A pesar de ello, el producto se utiliza en Uruguay para los cultivos de tomate, melón, morrones y frutillas.

 

Nuestro país posee cualidades únicas en el mundo para producir frutillas prescindiendo de estos productos, que se utilizan a mansalva en Argentina. Iglesias se pregunta en el libro: “¿Se imaginan la potencialidad que existe de exportar frutilla sin Bm y que se está desaprovechando?”.

 

Iglesias afirmó que en Uruguay los agrotóxicos “cada vez se utilizan con mayor fuerza y las plagas se están haciendo más resistentes”.

 

Además, estos derivados del petróleo contaminan el suelo, el agua y hacen desaparecer la fauna y la flora por períodos importantes. También se reconoce en el libro que “No hay agrotóxico inocuo”.

 

En Uruguay se utilizan más de 40 agrotóxicos prohibidos en otras partes del mundo.

 

Sobre el tema legal Iglesias afirmó que “hay agrotóxicos prohibidos, pero se siguen utilizando y se comercializan normalmente, aunque no entran de contrabando”.

 

“Lo que haría falta es algo que se hizo en Brasil donde se aplicó el recetario agrónomo. Es decir, ningún productor puede ir a comprar agrotóxicos libremente, para lo que se requiere presentar una receta profesional que determine el producto a utilizar y su cantidad”.

 

El técnico consideró que otros riesgos derivados son los envases que quedan en el suelo, a los que calificó como bombas de tiempo. “No hay ninguna ley que obligue a las empresas a recoger y reciclar esos envases. Pese a que estamos en el Uruguay Natural”.

 

Al serle preguntado sobre si es fundado el temor en el momento de adquirir frutas o verduras en supermercados o ferias, el autor de “Cómo alimentarse y no morir en el intento”, citó el ejemplo de las diarreas en verano, muchas veces ocasionadas por los pesticidas de los tomates. Explicó que la mayoría de los agrotóxicos son sistemáticos, ya que entran a la planta y se hacen parte de ella.

 

La preocupación es qué comer, ya que ningún eslabón de la cadena alimenticia está a salvo, con excepción de los tímidos productos orgánicos, que aunque no utilicen semillas transgénicas ni agrotóxicos, pueden caer en desgracia por el agua contaminada por agrotóxicos de los vecinos. Esta búsqueda de lo natural ha inducido a la gente, en muchos casos, a no comer. “El hecho de que tengas miedo a comer alimentos contaminados, que te niegues a comer un alimento contaminado por temor a enfermedad, es un disparate mayúsculo”, afirmó Enildo Iglesias.

 

 

Diario “La República”

Uruguay

14 de julio 2002

 

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