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Grupo de Reflexión Rural (GRR)

Por JORGE RULLI

¿Valdría la pena probar nuevos caminos?

La agricultura argentina sufrió en los últimos diez años transformaciones que le llevaron a ser generadora exclusiva de commodities, es decir de insumos. No tan solo los granos sino también la carne, los vinos y otras producciones han ido derivando progresivamente hacia una calidad de commodities. El sistema permite incrementar los rendimientos físicos de las producciones de alta respuesta pero sus consecuencias ambientales, sociales y económicas se desconocen y recién comienzan a evaluarse.

Más allá del discurso acerca de la eficiencia productiva comienzan a surgir los indicadores de un creciente deterioro de los recursos. La incorporación en los últimos años de nuevos cultivos como la soja y sus paquetes tecnológicos modificó abruptamente el moderado consumo de insumos y de rendimientos medios hacia un nuevo umbral de producción intensivo en capitales, maquinarias, agroquímicos y con ciclos agrícolas que abrieron un ancho camino para la erosión y la degradación de los suelos, el deterioro de la biodiversidad y la contaminación de las grandes cuencas hídricas. Con la desaparición de las chacras mixtas de ganadería y agricultura se perdió también un modo de experimentar la vida rural y la agricultura se distanció de las ciencias agronómicas para transformarse en tecnología de extracción y a escala industrial, con fuerte dependencia de todo tipo de insumos agrotóxicos.

Con las nuevas tecnologías transgénicas la Argentina se consolida en los 90 como una potencia sojera, aceitera y productora de harina para alimento animal, con un aumento ininterrumpido de la superficie sembrada y con avances sobre la propia frontera agropecuaria sobre suelos más frágiles y lábiles, y en desmedro de las cada vez menores superficies de bosque nativo que, en el curso del siglo pasado desapareció en cerca del 80%. La tendencia se acentúa con las sojas RR resistentes al herbicida glifosato que en la actual campaña llega a más del 80% de la superficie implantada (estamos hablando de más de 7 millones de hectáreas). Pero cuya influencia debido a que no existe discriminación ni diferenciación de las variedades tradicionales, alcanza al total de la producción desde la perspectiva de los mercados externos: más de 20 millones de toneladas. El enorme crecimiento de las sojas RR devino de un mercado de productores agrícolas necesitados de dar una solución al problema de las malezas y a los costos que representaban los herbicidas entonces usados, pero desinteresados de los impactos ambientales de las nuevas producciones e ignorantes del creciente rechazo a los granos transgénicos en los mercados compradores. Las ventas de glifosato se multiplicaron, consumiéndose en la última campaña más de 70 millones de litros de glifosato. El drama argentino actual es que la estructura productiva se hace cada vez más eficiente pero a la vez también cada vez más regresiva desde un punto de vista humano y ambiental ( ... )