www.campo21.com 28.07.00
Por JUAN CARLOS JUNIO
A
principios de agosto ya se habían anotado 17 mil productores rurales en la
refinanciación que les ofrece el Banco
Nación. Sus deudas, por alrededor de 1.500 millones de dólares, son más
de la mitad de la cartera en mora de la entidad. Esta respuesta masiva se
explica porque las deudas ya habían llevado a muchos a una situación crítica.
Pero este renovado esfuerzo, y del propio Banco, puede morir en la trampa en que
ha caído una gran parte de nuestra producción agrícola.
El
Grupo de Reflexión Rural, una organización independiente de las
entidades tradicionales del campo, denuncia que aunque les condonaran la deuda
entera, al poco tiempo los productores estarían endeudados como antes. Una de
las causas es el paquete tecnológico
controlado por las multinacionales que
les venden los plaguicidas y las semillas transgénicas.
Una
vez que los productores entran en la
trampa, ya no pueden salir porque los agrotóxicos destruyen rápidamente la
fertilidad de la tierra. Matan la microfauna del suelo y cualquier otra planta,
hasta los árboles, y ya no será posible entonces cultivar a la manera
tradicional. Los productores se habrán convertido en un mercado
cautivo de esas grandes corporaciones que venden el producto que posibilita
la mayor forma de explotación agraria.
El
paquete es caro y los chacareros se endeudan para comprarlo, pero a la larga
igual están condenados porque la explotación económicamente viable es de
1.500 hectáreas como mínimo. Con las 100 ó 200 hectáreas tradicionales, una familia argentina rural
ya no puede mantenerse, tiene que endeudarse y finalmente vender. Así la
propiedad de la tierra se sigue concentrando.
Salir
de la trampa no está al alcance del productor aislado y ni siquiera del sector
entero. Exige una fuerte decisión política
de parte del Gobierno. La de no permitir más el saqueo del país por las
multinacionales, en este caso del campo; y preservar a nuestros productores y la
salud de la tierra, a la que décadas atrás se calificaba como el mayor capital
productivo de la Argentina. En el campo
es por los transgénicos, plaguicidas, endeudamiento y rentabilidad negativa. En
la ciudad, por la falta de mercado interno, la apertura a las importaciones del
exterior, falta de crédito, etc. Lo cierto es que el modelo económico vigente
va cercando más y más a la gran mayoría de las pymes argentinas.
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