Colombia
En las zonas fumigadas se ven los daños |
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La
avioneta gris pasó rasante el 6 de julio. Carmelina Cecilia Arteaga trae
tres tazas de agua con panela, se acomoda en el balcón de su casa, un
cuarto de tablas suspendido sobre seis palos de chonta, y lo cuenta.
“Llovió agua melosa; estoy 20 días
enferma. Me criaron granos en la cara”.
La
campesina es dueña de una finca de Puerto Escondido que limita con el
fronterizo río San Miguel, en Sucumbíos. Se recoge el cabello cano y
muestra las explosiones de piel en su cuello. Jorge Pinchao, profesor de
los 20 niños de la escuela del pueblo, dice que la fumigación que se regó
en Putumayo, del 4 al 7 de julio, bajó el rendimiento de los pequeños.
Muestra su
cuaderno de control de calificaciones. “Tenía 35 alumnos, luego de la
fumigación vinieron 30. Quedan 20 y estamos por finalizar el año. Los
niños tenían granos, diarreas, vómitos, dolores”. 10 familias huyeron en
julio.
Las
aspersiones aéreas comenzaron en el Putumayo el 22 de diciembre del 2000,
en la fase antidrogas del Plan Colombia. En el 2001 se fumigaron 94.000
hectáreas, el año pasado 150.000. Para este año se prevé que serán
200.000.
Un informe
de la Misión de Verificación de los Impactos de las Fumigaciones en
Ecuador, de octubre del 2002, señala que al 20 por ciento de los
habitantes de frontera le brotaron granos en la piel tras las fumigaciones
de julio a septiembre. Al lado colombiano, la sintomatología fue común al
40 por ciento de pobladores.
Aunque aún
no se ha probado su relación con la fumigación, esos campesinos tienen un
porcentaje de fragilidad cromosómica 15 veces más alto de lo normal: la
media fue 24,85.
Especialistas del Laboratorio de Genética y Citogenética de la Universidad
Católica analizaron sus muestras de sangre y concluyeron que tienen 30
veces más aberraciones cromosómicas de lo normal.
“Eso implica mayor facilidad para
cáncer, malformaciones y abortos”.
El último
reporte de la Misión (integrada por ecologistas, activistas de DD.HH.,
campesinos y técnicos de los ministerios de Agricultura y Turismo), de
julio del 2003, reseña que Puerto Escondido al igual que Santa Marianita
fueron afectados intensamente tras las últimas aspersiones.
Las matas
de plátano de uso común para la gente de Santa Marianita tienen las hojas
rojas y amarillas; sin frutos. José Álvarez, profesor de la escuela, lo
atribuye a la aspersión. “El viento trajo el químico”.
Se refiere
al glifosato, fabricado por la empresa estadounidense Monsanto, con el que
se fumiga la coca del Putumayo y también se queman los productos de
pancoger. En la vía a Puerto Escondido y a Puerto Mestanza, este último un
lugar de descanso para la guerrilla de las FARC, hay decenas de maizales
quemados.
“El maíz
nace sin nada”, dice Alejandro Apolo, quien reside junto a la estrecha vía
lastrada. Y lo prueba. Al azar, abre las hojas de una mazorca: en su
interior no hay granos.
“No hay
negocio”, cuenta Aldemar Eduardo Nastajuaz, en Puerto Escondido. “Antes
cosechaba 50 cargas de maíz. Me daban 12,000 pesos por cada una ( 5
dólares) en La Balastrera. Este mes solo saqué 24. El campo ya no vale
nada”.
“Aquí ni
siquiera hay médico”, se queja Victoria Rivadeneira, en Santa Marianita.
Ella también tiene manchas en la espalda. “Uno se cura con alcohol”. La
gente no acude a los puestos de salud, por eso no hay estadísticas
oficiales.
El
subcentro médico más cercano está a 120 minutos de caminata, en La Punta.
Ella también avistó a la avioneta gris. No olvida el zumbido de dos
helicópteros Black Hawk de 9 millones de dólares.
Críticas a
las fumigaciones aéreas
En febrero
del 2002, la Cancillería de Colombia aceptó, de forma verbal, la petición
de Ecuador de fumigar glifosato a 10 km de la frontera.
El
ofrecimiento no se cumplió. En julio las aspersiones fueron en el río San
Miguel. La semana pasada, la Cancillería de ese país suspendió la cita con
su similar de Ecuador para tratar el tema.
El hecho,
coincide con una serie de presiones. La semana pasada, el comisario
europeo de Exteriores, Chris Patten, dijo que el Ejecutivo de la Unión
Europea “no apoya la fumigación aérea de los cultivos ilegales”, por los
daños que puede provocar sobre la salud y el medio ambiente.
El jueves,
la fumigación se paralizó en el centro de Colombia. El Tribunal
Administrativo de Cundinamarca dijo que la fumigación con glifosato
produce efectos tóxicos graves y ordenó suspenderla de forma provisional.
El
Comercio.com, Ecuador
5 de agosto de
2003 |