03.01.02
Seguridad y soberanía alimentaria II
Alimentación, Agricultura
y Desarrollo
Las estrategias para alcanzar la seguridad alimentaria se vinculan directamente con el modelo de desarrollo en general y con el modelo agrícola en particular. Jacques Diouf, senegalés, director general de la FAO, plantea que “No es posible hablar de seguridad ambiental sin remitirse a la seguridad alimentaria. Tenemos un solo planeta y debemos cuidarlo tanto para los habitantes de hoy como para los del futuro. De este mandato ético surge el desafío de buscar nuevas formas de producir más alimentos y distribuirlos mejor conservando la naturaleza.”
Del 3 al 7 de septiembre del año 2001, se reunieron en La Habana, Cuba, 400 delegadas y delegados de organizaciones campesinas, indígenas, asociaciones de pescadores, organizaciones no gubernamentales, organismos sociales, académicos e investigadores de 60 países de todos los continentes en el Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria. En su declaración final plantean cuál fue el objetivo del foro:
“Nos reunimos para analizar por qué cada día aumenta el hambre y la malnutrición en el mundo, por qué se ha profundizado la crisis de la agricultura campesina, indígena, la pesca artesanal, los sistemas alimentarios sustentables, por qué los pueblos pierden soberanía sobre sus recursos. Asimismo nos reunimos para construir colectivamente, desde la perspectiva de los pueblos y no de las corporaciones alimentarias transnacionales, propuestas y alternativas viables y estrategias de acción a escala local, nacional y mundial que reviertan las tendencias actuales y permitan impulsar nuevos enfoques, políticas e iniciativas capaces de asegurar un presente y un futuro digno y sin hambre para todos las mujeres y hombres del mundo”.1
A cinco años de la Cumbre Mundial de la Alimentación y a siete años de aplicación de los acuerdos de la ronda Uruguay del GATT (hoy OMC), se ha profundizado la desigualdad tanto entre países como dentro de ellos, y se han agravado las condiciones de producción de alimentos y las dificultades para producir y acceder a alimentos sanos y suficientes, aún en los países desarrollados.
La sustentabilidad de los sistemas alimentarios no es una cuestión solamente técnica, constituye un desafío eminentemente político. En la visión del mercado los alimentos no deben ser "buenos para comer" sino "buenos para vender", se producen y se comercian con la expectativa de una ganancia rápida no de salud a largo plazo2. Dejando la regulación al mercado, el Estado, es decir todos nosotros, debemos asumir después el costo de la ganancia del otro. A este respecto el Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria, (La Habana 7/9/2001) declara:
“Rechazamos toda injerencia de la OMC en la alimentación, agricultura y pesca y su pretensión de determinar las políticas nacionales de alimentación. Nos oponemos categóricamente a sus acuerdos sobre propiedad intelectual de organismos vegetales y otros seres vivos así como su intención de llevar a cabo una nueva ronda de negociaciones (la llamada Ronda del Milenio), incluyendo nuevos temas de negociación. Fuera la OMC de la alimentación.”
Se puede resumir el concepto de desarrollo sustentable como el proceso mediante el cual se cubrirían de manera permanente las necesidades materiales y espirituales de todos los habitantes del planeta sin deterioro o incluso mejora de las condiciones socio-ambientales que le dan sustento. Sus objetivos generales son3: 1.Asegurar la satisfacción de las necesidades humanas esenciales, comenzando por las necesidades de los más pobres. 2.Promover la diversidad cultural y el pluralismo. 3.Reducir las desigualdades entre individuos, regiones y naciones. 4.Conservar y aumentar los recursos básicos existentes. 5.Aumentar las posibilidades de adaptación a las perturbaciones naturales y antropogénicas (causadas por el hombre). 6.Desarrollar tecnologías eficientes y de bajo consumo de recursos, adaptadas a las circunstancias socio-ecológicas locales y que no signifiquen riesgos importantes para las generaciones presentes y futuras. 7.Generar estructuras productivas, de distribución y consumo que brinden los servicios y bienes necesarios, propicien el empleo total y el trabajo con sentido, con la finalidad de mejorar las capacidades de desarrollo de los seres humanos. |
Entre estos objetivos, los últimos dos son centrales a los efectos de definir una agricultura sustentable, que Altieri4 define como: “un modo de agricultura que intenta proporcionar rendimientos sostenidos a largo plazo, mediante el uso de tecnologías y prácticas de manejo que mejoren la eficiencia biológica del sistema, los esfuerzos se orientan a la optimización del agroecosistema en su conjunto en lugar de concentrarse en maximizar los rendimientos de corto plazo de un determinado rubro".
Se percibe claramente que según este concepto de agricultura sustentable son muchas las variables a considerar, tanto las propias del agroecosistema como las externas que lo afectan. La CEPAL destaca la importancia de las últimas, señalando a las políticas sectoriales, de precios y subsidios, los impuestos a la tierra y factores de producción, y a las políticas crediticias como elementos decisivos que, por “afectar el costo de oportunidad de los recursos naturales propician muchas veces el descuido o la sobreexplotación” en su gestión, y pone de relieve la necesidad de que “el fenómeno de la sustentabilidad no puede ser entendido sólo a nivel microeconómico. Se ha podido comprobar en estas dos últimas décadas que la sustentabilidad depende en gran medida de factores sectoriales y macroeconómicos”.5
Hay que considerar entonces factores que están más allá del manejo técnico de la agricultura e implican definiciones de la sociedad y el sistema político. En este aspecto la Declaración del Foro Mundial sobre soberanía Alimentaria de La Habana declara:
“La soberanía alimentaria es la vía para erradicar el hambre y la malnutrición y garantizar la seguridad alimentaria duradera y sustentable para todos los pueblos Entendemos por soberanía alimentaria el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho a la alimentación para toda la población, con base en la pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas y la diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción agropecuaria, de comercialización y de gestión de los espacios rurales, en los cuales la mujer desempeña un papel fundamental.”
“La soberanía alimentaria de los pueblos reconoce una agricultura con campesinos, indígenas y comunidades pesqueras, vinculada al territorio; prioritariamente orientada a la satisfacción de las necesidades de los mercados locales y nacionales; una agricultura que tome como preocupación central al ser humano; que preserve, valore y fomente la multifuncionalidad de los modos campesinos e indígenas de producción y gestión del territorio rural. Asimismo, la soberanía alimentaria supone el reconocimiento y valorización de las ventajas económicas, sociales, ambientales y culturales para los países de la agricultura en pequeña escala, de las agriculturas familiares, de las agriculturas campesinas e indígenas”.
“La soberanía alimentaria implica la puesta en marcha de procesos radicales de reforma agraria integral adaptados a las condiciones de cada país y región, que permitan a los campesinos e indígenas -considerando a las mujeres en igual de oportunidades- un acceso equitativo a los recursos productivos, principalmente tierra, agua y bosque, así como a los medios de producción, financiamiento, capacitación y fortalecimiento de sus capacidades de gestión e interlocución. La Reforma Agraria, en primer lugar, debe ser reconocida como una obligación de los Estados Nacionales donde este proceso es necesario en el marco de los derechos humanos y como una eficiente política pública de combate a la pobreza. Dichos procesos de reforma agraria deben estar controlados por las organizaciones campesinas -incluyendo el mercado de los arriendos-, garantizar los derechos individuales de los productores con los colectivos sobre los terrenos de uso común y articulados con políticas agrícolas y comerciales coherentes. Nos oponemos a las políticas y programas de mercantilización de la tierra promovidas por el Banco Mundial en sustitución de verdaderas reformas agrarias y aceptadas por los gobiernos”.
“Es necesario emprender una profunda difusión y valoración de la historia agrícola y de la cultura alimentaria en cada país, denunciando al mismo tiempo las imposiciones de patrones alimentarios extraños a las culturas alimentarias de los pueblos.”
La
agricultura es una actividad humana multifuncional, es una forma de producir
alimentos, es también una forma de apropiarse y usar el territorio, es una
actividad humana que implica y expresa formas específicas de relacionamiento
entre la sociedad y la naturaleza y entre los distintos grupos al interior de la
sociedad, genera modos y estilos de vida que acompañan estas formas específicas
de relacionamiento. Esta multifuncionalidad le confiere potencialidades para
desarrollar sistemas alternativos no solamente tecnológicos sino también de
relacionamiento social y con la naturaleza; esto es, impacta globalmente el
modelo de producción-distribución.
La agricultura es mucho más que una actividad productiva:
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Estas son potencialidades de la agricultura encarada como actividad multifuncional alternativa a la agricultura productivista predominante, uno de cuyos rasgos sobresalientes es el grado en que el capital ha llegado a penetrarla, y cómo esa penetración ha contribuido a intensificar las dimensiones sociales, económicas y ambientales de la crisis.6
AGRICULTURA MUNDIAL: MODELO PREPONDERANTE
· Desde 1980 según UN-WRI-BM (2000): - Economía Mundial creció 300% - Población creció un 30%: - el 20% más rico : 86% PBI mundial - el 20% más pobre: 1% del PBI mundial - Los agroecosistemas cubren más de 1/4 del área terrestre total - Juntas la agricultura, la forestación y la pesca generan 50% empleos - Desde1970 la producción agrícola se duplicó, ganadera se triplicó - El 65 % tierras agrícolas degradadas - El riego agrícola es el 70% del consumo humano total agua dulce - Entre 1966-1996 el área regada aumentó el 72%
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Para superar esta crisis de la agricultura convencional se hace necesario encarar el desarrollo agrícola con un marco teórico y metodológico que supere los niveles más superficiales de integración del agroecosistema tomando en cuenta un solo factor limitante “ley del mínimo” y poniendo de relieve los más altos niveles de integración del ecosistema incluyendo interacciones positivas y negativas entre variables, y a su vez ubique la actividad agrícola en el modelo de desarrollo global.
Una visión integral y contextualizada de la agricultura permitiría pensar estrategias agrícolas adecuadas a las necesidades, preferencias y recursos de grupos específicos de agricultores y agroecosistemas regionales, integrándola a un modelo de desarrollo que apueste al uso múltiple del territorio, considerando tanto sus valores de uso (actividades productivas, residenciales y recreativas) como de no uso (conservación e investigación). Esto permitiría articular actividades para promover interacciones favorables y complementarias disminuyendo los conflictos ambientales y tendiendo a una distribución más equitativa de los costos y beneficios generados por el desarrollo.
Esta fuerte vinculación entre alimentación, salud, cultura, gestión territorial, democracia, soberanía participación ciudadana y nuevos modelos de desarrollo implica incorporar y valorar la diversidad y la multiplicidad en todas sus dimensiones. A este respecto el Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria de La Habana (7/9/2001) declara:
“La soberanía alimentaria debe asentarse en sistemas diversificados de producción, basados en tecnologías ecológicamente sustentables. Es necesario articular las iniciativas de producción y consumo sustentables de alimentos generadas en los niveles locales por los pequeños productores con el establecimiento de políticas públicas que contribuyan a la construcción de sistemas alimentarios sustentables en el mundo”
“Manifestamos la decisión de integrar los objetivos de bienestar nutricional las políticas y programas alimentarios nacionales, incluyendo los sistemas productivos locales, promoviendo su diversificación hacia alimentos ricos en micronutrientes; defender la calidad e inocuidad de los alimentos consumidos por las poblaciones y la decisión de luchar por el derecho a la información para todas las personas, sobre los alimentos que consume, reforzando la reglamentación del etiquetado de los alimentos y el contenido de la publicidad alimentaria, ejerciendo el principio de precaución.”
Autora: Patricia Acosta Cassinelli
Ingeniera Agrónoma M. Sc.
© Rel-UITA
NOTAS
1 - Declaración del Foro Mundial de Soberanía Alimentaria. La Habana, 7/9/2001.
2 - AGUIRRE P. Antropóloga. Instituto de Altos Estudios Sociales-Centro Interdisciplinario de Estudios de Políticas Públicas. Buenos Aires. Argentina.
3 - ALTIERI, M.A. 1994. Agricultura técnica vol. 54 no4 P 371- 386.
4 - ALTIERI, M.A. Op. Cit.
5 - CEPAL. 1991. Desarrollo Sustentable, Equidad y Medio Ambiente. Santiago de Chile.
6 - Rosset P. 1998. La crisis de la agricultura convencional, la sustitución de insumos y el enfoque agroecológico. Institute for food and development policy. Oakland.
7 - Citado por Iglesias E. 2000. Frente a la vieja injusticia en el nuevo milenio “Bienestar para todos”.Rel-UITA. Montevideo.
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