Alaska

Otra vez el dichoso petróleo

 

La Reserva Natural de Alaska amenazada por la política energética estadounidense

 

 

Difuminada tras la nube de polvo creada por el clima prebélico en Estados Unidos, el pasado 19 de marzo tuvo lugar una votación en el Senado estadounidense de gran importancia: permitir la perforación de pozos de petróleo en las reservas naturales de Alaska. Esta medida, aprobada el pasado año por la Cámara de Representantes, se enmarca dentro de la carrera de búsqueda de petróleo que está llevando a cabo la Administración Bush. En este caso, el resultado fue contrario a los planes del presidente y por cuatro votos Alaska seguirá siendo un estado virgen, al menos por el momento.

 

Alaska fue durante años un territorio olvidado. La antigua URSS, original propietaria, no vio ningún interés en él y prácticamente se lo regaló a Estados Unidos. Fue un apéndice más bien molesto hasta que en 1890 se encontrara oro en sus tierras. Se desató la llamada “fiebre del oro” y fueron muchos los que emigraron allí en busca de fortuna. Tras la Segunda Guerra Mundial adquirió una gran importancia estratégica y en la actualidad es el principal estado pesquero de Estados Unidos. Pero éste no es el motivo principal por el que Alaska ha pasado a ser objetivo primordial de Bush y su séquito encabezado por Dick Cheney.

 

En mayo de 2001, el vicepresidente Cheney hizo público su informe “El Informe Nacional de Política Energética”. Calculaba que en siete u ocho años a lo sumo, se expoliarían las reservas petrolíferas estadounidenses, incluyendo las contenidas en Alaska y las Montañas Rocosas, hasta ahora intocables. En caso de que esto sucediera, Estados Unidos se enfrentaría a una debacle energética ya que dependería exclusivamente del petróleo importado. Esta dependencia ya es casi extrema en la actualidad; la mitad del petróleo que se consume proviene del extranjero. Aquí es donde las miradas se vuelven hacia Alaska.

 

Dejando de lado el medio ambiente, sempiterno perdedor en todo conflicto contra la economía, no es comprensible que si no se quiere tener una dependencia del petróleo importado se expolien las reservas del país. El argumento más lógico sería apostar por las energías renovables. De hecho, Alaska es un estado donde la energía eólica podría dar grandes beneficios a Estados Unidos, pero esto es contrario a los pensamientos e intereses de la Administración Bush.

 

El problema con que se encuentran las autoridades estadounidenses es que el territorio donde se encuentran las bolsas de petróleo es una reserva ecológica. La Reserva Ártica Nacional de Fauna Silvestre es uno de los parques naturales más importantes que tiene Estados Unidos. Hay especies animales que sólo se encuentran en esta zona del globo como determinados tipos de bueyes o almizcleros, además de zorros árticos, lobos y alces. En invierno sólo se encuentran focas, morsas, ballenas y osos polares. Estas especies autóctonas nos muestran la importancia ecológica de la zona que quiere explotar el gobierno.

 

La superficie de terreno interesante asciende a 700.000 hectáreas, un 27% del total de la reserva. Debajo, varias bolsas de petróleo pequeñas. Esto conlleva otro problema. Si fuera una bolsa grande las infraestructuras serían menores. De esta forma, no sólo hay que levantar varios pozos de petróleo, sino que habría que construir una gran red de carreteras y muchas más estructuras. Finalmente la totalidad de la Reserva se vería afectada y el desastre ecológico sería incalculable.

 

La Administración Bush, dando por hecho la aprobación de la medida por el Senado, destinó incluso una inversión inicial en la zona, 7.100 millones de dólares. El varapalo obtenido de la votación no sabemos si frenará los deseos de destrucción y explotación o si será un primer capítulo de una batalla. El presupuesto del año 2004 incluye una serie de partidas procedentes de Alaska, lo cual no se entiende muy bien si teóricamente está prohibido, habrá que ver qué sucede en la práctica.

 

En el año 1989 el petrolero Exxon Valdez derramaba 40.000 toneladas de petróleo sobre las costas de Alaska. Las consecuencias de esta catástrofe ecológica permanecen todavía hoy. Parece que de nuevo el petróleo amenaza la supervivencia de este territorio. ¿No hemos aprendido de accidentes y desgracias como para seguir poniendo en peligro el patrimonio natural de manera gratuita?

 

 

Christian Sellés

Periodista

Agencia de Información Solidaria

chselpe@yahoo.es

7 de mayo de 2003

 

 

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