Consecuencias, riesgos y posibles medidas a
tomar ante los problemas medioambientales
Las grandes industrias y la
falta de una conciencia medioambiental global son las causas de que no se dé la
importancia real a problemas como el calentamiento del planeta, la deforestación
de los bosques o la falta de una planificación demográfica adecuada. Sin
embargo, la opinión pública también se lava las manos. Los ciudadanos del
planeta miramos hacia otro lado y permitimos que los recursos de la Tierra estén
siendo saqueados por las grandes transnacionales y las Administraciones del
Primer Mundo. Todos podemos hacer algo más para dejar de torturar al planeta en
el que vivimos desde hace más de cuatro millones de años.
De lo que cada uno de nosotros
puede hacer para mejorar la "forma física" de la Tierra es de lo que habla el
estudio "Instrumentos de tortura del planeta" realizado por la Fundación del
Hogar del Empleado. Se hace hincapié en la cantidad de objetos que nos
rodean en nuestra vida cotidiana y que son altamente contaminantes y
perjudiciales para el ecosistema. Objetos tan comunes como las bolsas de
plástico, los cuadernos o las nuevas tecnologías se convierten en "armas" que
maltratan al planeta.
El consumo de papel aumentó
seis veces en menos de cincuenta años y los expertos aventuran que en el año
2010 se consumirán más de trescientos millones de toneladas.
Así, las grandes zonas forestales del mundo, como el Amazonas o las selvas de
Asia y África, están en un serio peligro de extinción. Sin embargo, hay que
destacar el hecho de que la mayor parte del papel va a parar a los países
industrializados del Norte. Un estadounidense, por ejemplo, gasta 19 veces
más papel que una persona de un país en vías de desarrollo.
La deforestación continua del
planeta no sólo tiene graves consecuencias en el clima y la Naturaleza, sino que
supone la pérdida del sustento de un gran número de seres humanos que dependen
directamente de las riquezas de los bosques. En un año, el hombre es capaz de
acabar con más de 18 millones de hectáreas de bosque.
El plástico fue un gran
invento. Un nuevo producto con el que crear objetos casi irrompibles. Sin
embargo, también fue uno de los más nefastos para el medio ambiente y es difícil
ir al campo o a la playa y no encontrarse con una botella, bolsa o residuo de
plástico. Las industrias químicas se niegan a acabar con uno de los productos
que más beneficios le ofrecen. Ya en 1998, las ventas de plásticos supusieron
un billón y medio de dólares.
El coche, encender una
bombilla o comprar una sortija de oro y diamantes son también actos que hacen
sangrar a la Tierra. El petróleo y las minas de materiales preciosos son cada
día objeto de conflictos armados en el mundo. Angola y Sierra Leona son dos de
los países más pobres del mundo y, a la vez, de los más ricos gracias a sus
yacimientos de diamantes y oro. Sin embargo, las luchas internas por su control
han destruido sus economías y miles de personas han muerto o han tenido que
refugiarse en países fronterizos.
Las llamadas "energías
sucias", petróleo, energía nuclear y eléctrica, son el caballo de batalla entre
los ecologistas y los gobiernos del mundo. Las bases para hacer un consumo
inteligente de estas energías han sido discutidas en multitud de ocasiones. Son
más de quinientos los tratados internacionales relacionados con las mejoras para
no dañar tanto el medio ambiente. Desde la primera conferencia sobre el medio
ambiente de Naciones Unidas en Estocolmo (1972) han sido más de trescientos los
acuerdos firmados para reparar y optimizar los recursos de una manera
sostenible. A pesar de todo, los Estados siguen prefiriendo invertir en las
energías tradicionales más que hacer un gasto en reestructuraciones para poder
utilizar energías limpias como la solar o la eólica.
En este aspecto, los pasos
ganados tras los acuerdos de Kyoto han quedado en nada tras la no-ratificación
de los mismos por Estados Unidos. George Bush ha roto con la política
medioambiental de la administración Clinton y ha dado marcha atrás en la lucha
contra las centrales nucleares. Esto ha provocado un efecto en cadena
hasta llegar a la decisión de Finlandia de construir la mayor central nuclear de
Europa.
Ése grifo que gotea en casa y
nunca nos acordamos de reparar es otro instrumento que tortura al planeta. El
agua es un bien escaso, aunque imprescindible para la vida. Según datos de la
ONU, más de 500 millones de personas sufren escasez de agua en el mundo y más de
mil millones carecen de agua potable. La falta de agua provoca
enfermedades (cada año mueren entre 14.000 y 30.000 millones de personas por
infecciones causadas por el agua) y migraciones de población. Sin embargo, la
población mundial sólo depende de una centésima parte del 1% del agua del mundo.
Otras actividades modernas
como la agricultura agresiva, el turismo o el consumo inconsciente de alimentos
son heridas mortales para el planeta. Una tercera parte de la población europea
y un 61% de los norteamericanos sufre problemas de sobrepeso y la obesidad se ha
convertido en una enfermedad más grave que el tabaquismo.
La Naturaleza se queja cada
día de todas las heridas, aunque pocos son los que oyen sus gritos. La
educación, el reciclaje, el desarrollo sostenible, el respeto al medio ambiente
o una mayor conciencia ecológica serían los remedios caseros para salvar la
Tierra.
Autora:
Ana Muñoz
Periodista
Centro de Colaboraciones Solidarias
amunoz@tsai.es
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