Ser trabajador en McDonald’s, hoy

Un trabajo feliz

 

Ajenos a la organización colectiva, descreídos de la política y profundamente escépticos sobre el ideario sindical. Ése es el perfil de trabajadores que construye la cultura McDonald’s, perfecto ejemplo de la concreción práctica del pensamiento único en el universo laboral.

 

 

 

En Argentina, McDonald’s ocupa a miles de jóvenes trabajadores en cientos de establecimientos. Es una de las diez firmas de identificación cultural de grandes sectores de la juventud. Detenerse sobre el común denominador del rechazo al conflicto, de la armonía de lo natural, del universo McDonald’s, de la cajita feliz de un mundo sin problemas, es asumir la complejidad de la construcción colectiva en el ámbito del trabajo asalariado.

 

No es nuevo, en la historia del capitalismo, el interés por parte del empresariado de intentar toda política dirigida a la destrucción de la organización colectiva de los trabajadores. Tampoco es nueva la utopía empresarial de encontrar fórmulas de integración que eliminen el conflicto del ámbito de la empresa. Lo relativamente novedoso es el método de la cultura McDonald’s y su concreción práctica en un escenario marcado por la atomización social y la hegemonía del pensamiento único.

 

Fue sumamente complejo conocer la actual situación laboral de los jóvenes que trabajan en la multinacional McDonald’s. No sólo por la particularidad del universo a analizar, sino también por los recaudos y obstáculos que pone la empresa de comidas rápidas a sus trabajadores para que se expresen libremente sobre cuestiones relativas a la organización del trabajo, las formas de contratación, las diversas categorías salariales y, principalmente, para que brinden su opinión sobre la cultura específica del pool empresario estadounidense.

 

El punto de interés fundamental de nuestro trabajo está puesto en la visión subjetiva que los mismos trabajadores tienen de las relaciones laborales; y la posibilidad de representación de lo colectivo en ellos. Se torna revelador explorar la actual situación laboral de jóvenes asalariados y conocer sus opiniones sobre su micro universo laboral, su visión de la empresa, sus ideas sobre el trabajo hoy y la noción de conflicto; así como sus proyectos personales y su futuro laboral atravesados por el actual escenario de crisis.

 

En cierta forma, el fenómeno cultural McDonald’s es el ejemplo paradigmático a escala internacional del triunfo del pensamiento neoliberal en las relaciones laborales y de la aplicación del sistema estadounidense de producción fordista (1), en su actual vuelta de tuerca neotaylorista (2), que se articula con los nuevos perfiles de trabajadores: ajenos a la organización colectiva, descreídos de la política y profundamente escépticos sobre el ideario sindical.

 

De tránsito al futuro

 

La totalidad de los trabajadores de McDonald’s entrevistados perciben el actual trabajo como transitorio, la gran mayoría tiene otros planes laborales ligados a una profesión acorde con sus actuales estudios. De esta manera, la idea de la capacitación como forma de ascenso social adquiere en la actual etapa de precarización e incertidumbre laboral, la llave para el éxito o la variable determinante de la inserción laboral.

 

En otros casos, si bien les agrada el trabajo que realizan, lo toman como transitorio hasta que consigan ‘algo mejor’. Es común escucharlos decir “si consigo algo por más plata me voy”. El hecho de ser el primer trabajo, de tener una escasa experiencia laboral o estar estudiando, genera la firme idea de ser éste el primer escalón de la escala profesional.

 

La idea de transitoriedad del trabajo ayuda a que los jóvenes trabajadores no adviertan la necesidad del cambio o de mejoras en sus actuales condiciones laborales, ya que la mejora vendrá por el ascenso laboral vía capacitación o por otro trabajo acorde con sus capacidades y deseos: “a veces lo considero transitorio porque tengo otros proyectos”; “mi idea es hacer artes gráficas”; “espero poder ejercer como maestra jardinera”; “pienso seguir estudiando y trabajar en un lugar mejor”; “quiero seguir estudiando y ser alguien importante”; “mi objetivo es ser cheff”; “es transitorio, mi objetivo es terminar la facultad y ser alguien”.

 

La gran mayoría de los entrevistados han completado sus estudios o están estudiando, a pesar de la crisis, la desocupación y la creciente precarización. La idea de progreso individual está ligada directamente al mito del estudio y la capacitación. Cabe preguntarse si en el futuro esta visión podrá transformarse de mito en frustración, cuando muchos de ellos no encuentren el tan ansiado progreso.

 

Afuera es noche y llueve tanto

 

Existe una marcada diferenciación entre el registro de situación general como “adversa”, “complicada”, “cada vez vamos peor”, “es un desastre”, “está jodida, muy dura”, “terrible, malísima”, “pésima”. Y la visión que la gran mayoría de los jóvenes entrevistados tienen en el plano individual: “yo me siento bien”; “acá podés ir ascendiendo”; “podés llegar a ser gerente”; “yo estoy bien, no me quejo”; “el sueldo es bajo, pero el trabajo me gusta”; “dentro de todo se zafa”; “es bueno para empezar”; “te abre muchas puertas”.

 

En un primer análisis esta diferenciación entre lo general y lo particular, puede estar dado:

 

·        Por ser el primer trabajo de jóvenes que están “preparados” para afrontar el derecho de piso.

·        El contexto general ayuda a valorar el trabajo que se tiene en un mundo de escasez de empleo.

·        El perfil de la empresa y su forma de gerenciar las relaciones laborales, oculta o ayuda a diferenciar el escenario general del mundo McDonald’s.

·        En la actual situación de atomización, la idea de movilidad individual, a pesar de la adversidad, pervive como mecanismo de defensa de los individuos atomizados.

·        Las redes aún existentes, aunque deterioradas de los sectores medios, vía contactos o relaciones personales, ayudan a aclarar un panorama generalmente negro.

·        La idea de progreso, vía formación individual, incide de alguna manera al morigerar los efectos de la incertidumbre laboral.

 

El futuro, aunque negro, está en tus manos

 

Igual que en la mirada sobre el presente laboral, en el futuro se advierte una diferenciación entre el escenario general y las respuestas referidas a su futuro laboral en particular. En el aspecto general, hay tres tipos de respuestas que expresan desde una mirada pesimista a las perspectivas generales de resolución del tema laboral: “es una ilusión que mejores”; “es difícil que mejore”; “creo que no, con la política que hay hoy”; “no se adónde vamos”; “esto es el ocaso”. A posiciones que toman como incierto el futuro, pero a pesar de todo tienen esperanzas que se modifique: “creo que va a empeorar, pero ojalá que exista trabajo”; “no sabría decirte, antes estaba más confiado”; “como está no creo, pero esperemos que sí”. Y un tercer grupo de respuestas que apuestan a confiar con distintos matices en una salida favorable: “lo veo muy incierto, pero necesito ser optimista”; “tengo muchas ganas que cambie, soy optimista”; “a pesar de todo vamos a encontrar el camino”; “no sé si va a cambiar, pero tengo la esperanza que sí”; “creo que sí, ojalá, lo imagino un poco mejor”; “yo creo que sí, con el blanqueo de los trabajadores y las renovaciones de los contratos”. Lo significativo, si se analizan las respuestas referidas al futuro individual; es que más allá de tener presente el escenario adverso, lo determinante en la resolución del futuro individual, son: 

  • La voluntad de trabajo.

  • Determinados mitos familiares

  • La apuesta a la capacitación.

  • La confianza en sí mismos.

  • La fe en la fortuna personal.

 La voluntad de trabajo

 

A pesar de la desocupación y la creciente precarización del mundo del trabajo, subsisten ideas conservadoras propias de otra etapa del capitalismo, internalizadas en la cosmovisión de importantes sectores de trabajadores que siguen pensando que las víctimas de la escasez de empleo son los culpables de su falta de inserción laboral.

 

Con relación a esta idea, algunos de los jóvenes entrevistados, si bien han sido minoría, expresan en las siguientes frases esta forma particular de entender la desocupación: “el que necesita encuentra trabajo”; “mi plan es conseguir un trabajo mejor”; “mientras yo siga trabajando, luego conseguiré lo que sea”.

 

Determinados mitos familiares

 

A pesar de la realidad adversa, algunos jóvenes echan mano a determinados mitos familiares que les permiten asirse de alguna certeza ante tanta incertidumbre Con relación a esto las contestaciones de algunos trabajadores de McDonald’s son elocuentes: “siempre fui de ir para adelante”; “mi familia siempre fue de ir para adelante”; “pienso que soy una chica muy fuerte”

 

La apuesta a la capacitación

 

El mito de la capacitación y la formación como la clave para la inserción laboral está instalado en el imaginario de nuestra sociedad y sigue generando múltiples efectos tranquilizadores para gran cantidad de jóvenes en situación de desocupación o estado de precarización permanente. En este sentido los registros realizados en las entrevistas expresan en la gran mayoría de los jóvenes trabajadores de McDonald’s esta idea: “después que termine el secundario voy a poder entrar a un banco”; “si estudio me va a ir muy bien, si no, igual que ahora”; “la apuesta es estudiar”.

 

La confianza en sí mismos

 

Ante tanta adversidad, la estrategia de lo individual y el refugio en sí mismo, sirven como estrategias defensivas ante la crisis, en esa dirección son las contestaciones de algunos de los entrevistados: “se me va a hacer difícil, pero creo que voy a poder”; “cada día que cumplo una meta, me planteo otra”; “no pienso quedarme”; “me imagino que me va a ir bien, porque voy a hacer de todo”; “pienso que voy a poder”.

 

La fe en la fortuna personal

 

Dentro del contexto incierto, lo azaroso del futuro tiene su lado “bueno”. En la ruleta laboral, hasta el momento les ha ido bien a los jóvenes trabajadores que contestaron: “yo no tuve problemas, lugar donde iba, lugar donde me tomaban”; “en el futuro me veo administrando una empresa”.

 

¿De qué conflicto hablás?

 

La idea del conflicto se expresa entre los entrevistados marcadamente desdibujada. En algunos casos, se debió preguntar más de una vez. En otros, los conflictos reflejados son los que existen entre los mismos jóvenes trabajadores. La visión de conflicto con la empresa es, en la gran mayoría de los casos, negada o no es registrada por diversas razones. Porque la empresa es clara al poner las reglas de juego, que son aceptadas por cada integrante, o porque resulta imposible ante tanta asimetría imaginar cambiar las reglas del juego: “que yo sepa, con los dueños no hubo conflicto”; “nos llevamos bastante bien con los gerentes”; “creo que con la empresa nunca hubo conflicto”; “desde que yo estoy no pasó nada”; “en general los conflictos se arreglan con los gerentes de cada local”.

 

La minimización de los problemas o de los conflictos es el común denominador de algunas respuestas: “alguna vez por los horarios”; “o por la ropa de trabajo”; “en el caso que comas más de una hamburguesa, te pueden suspender”; “los conflictos que hay son comunes, suspensiones”; “si el chico no está de acuerdo y empieza a hacer drama, se peleará con el encargado, pero conflictos generales no hay”.

 

También, en algunos entrevistados, los conflictos son vistos por cuestiones comunes o puntuales: “los gerentes y los empleados se ponen nerviosos cuando viene la época de ascensos”; “cuando algún gerente apura demasiado a los productores”; “a veces piensan que somos máquinas”.

 

Cuando se habló sobre la necesidad de la organización de los trabajadores fue necesario aclarar la pregunta a varios entrevistados, ya que la idea de organización era entendida como formas que genera la empresa, a través de su cuerpo gerencial, para solucionar o mejorar cuestiones de trabajo: “a veces vienen gerentes de otros McDonald’s y tratan de implementar nuevas formas”; “puede ser porque los gerentes son buenos”.

 

Cuando el sentido de la pregunta era relacionado con la organización autónoma de los jóvenes trabajadores, en algunos casos se veía como poco probable y en otros como innecesario o se daban respuestas contradictorias: “yo particularmente creo que no, aunque estaría bien plantear algunos asuntos”; “creo que no porque están acostumbrados, y los que no se acostumbran se van”.

 

Tanto la conflictividad como la necesidad de la organización parecerían no existir en el horizonte posible, la relación laboral no es considerada como una relación entre dos factores en oposición, ni como un proceso construido, sino como un producto inalterable, inmodificable y, como todo producto, con la posibilidad de optar en comprarlo o no. Pero una vez comprado “las reglas de juego son claras”, se impone la naturalidad de las cosas. Cabe preguntarse si esta naturalización de las cosas puede llegar a ser conmovida por algún acontecimiento que de alguna manera quiebre el sentido imperante.

 

Parecería que el sistema de trabajo en McDonald’s asegura que esto no ocurra, con un discurso y una práctica que sanciona, separa o aísla al que no acepte “las reglas del juego”, a quien transgreda las normas, a quien coma una hamburguesa de más, al que no logre superarse, día a día, en la eficiencia y rapidez de las tareas asignadas.

 

Pese a este mundo feliz, ajeno al conflicto y a la necesidad de la organización autónoma, en momentos críticos donde las lógicas hegemónicas se vacían de sentido, estos jóvenes trabajadores pueden decir y hacer su propia historia, poniendo su propio condimento al mundo rutinario agitadamente estandarizado de las hamburguesas McDonald’s.

 

De organización sindical, ni hablar

 

Uno de los objetivos de la investigación fue relacionar el registro sobre las condiciones laborales por parte de los jóvenes trabajadores a McDonald’s y su opinión sobre el sindicalismo y la posible organización gremial. Por un lado, expresa la disociación existente entre el registro de la precarización laboral y la necesidad de organizarse sindicalmente para dar respuesta (por lo menos en este tipo de sindicatos), sino que si se analizan las respuestas por separado, se observa que en registro de las condiciones laborales existentes en McDonald’s y los aspectos más problemáticos, podrían subrayarse los siguientes puntos:

  • El esfuerzo físico.

  • El mal trato de los gerentes.

  • Problemas entre iguales.

  • Los horarios y las comidas.

  • La ausencia de problemas laborales.

 

El esfuerzo físico

 

Cuando se les pregunta si hay algún problema con las condiciones laborales, si bien surge el malestar, se tiende a naturalizar la relación laboral o se expresa como algo inevitable: “el trabajo es agotador, pero todo está armado para que los jóvenes den todo de sí y la empresa pueda sacar lo mejor de ellos”; “el tema es que te están siempre atrás, para que trabajes más rápido”; “por 160 pesos que te pagan, es mucho tener que limpiar todo”; “el esfuerzo de estar parada más de siete horas es el problema”.

 

El mal trato de los gerentes

 

Si bien este punto no es generalizado y en más de un caso no se considera relevante, un sector significativo de la muestra expresó en sus preocupaciones lo siguiente: “el trato de ellos es medio jodido”; “algunos gerentes tienen mal trato”.

 

Problemas entre iguales

 

Dentro de la dispersión de respuestas propias del actual escenario de atomización, hubo entrevistados que remarcaron paradójicamente los problemas con sus compañeros como el inconveniente mayor a superar: “a veces peleo con los chicos más antiguos, porque trabajo bien y siempre tienen algo que decir”; “somos más de ochenta chicos y siempre viene alguien bajoneado o con pocas ganas de trabajar”.

 

La ausencia de problemas laborales

 

“Nunca me pasó tener situaciones malas”; “todo cuesta hacer, pero si tenés ganas, todo se puede”; “una vez que entraste, tenés que hacer el trabajo”; “el trabajo es agotador, pero todo está armado para que funcione”.

 

Los horarios y la comida

 

El tema de la comida es ignorado por la mayoría como problema a tratar en las condiciones laborales, aunque es significativo el señalamiento de algunos de los entrevistados: “La comida te hace mal, cuando empecé a trabajar tuve vómitos y estaba descompuesto”; “la comida es el problema, con una hamburguesa no te alcanza”.

 

Con relación al problema con los horarios, la queja no es generalizada; quizás las razones de las mismas difieren según el lugar de residencia y su correspondiente distancia al trabajo. También puede buscarse como causa de ese diferente posicionamiento de los entrevistados ante el régimen horario, las actividades extra laborales de los jóvenes, siendo más complicado para aquellos que realizan cursos con horarios rígidos: “el tema de los horarios es el que más me complica”; “los horarios y la comida te hacen mal”; “los horarios de la noche son los que me incomodan”.

 

Es abrumadora la posición totalmente adversa a cualquier tipo de organización, no sólo al sindicalismo, sino a la política en general. Existe un pequeño número cuya opinión crítica se refiere a la falta de defensa de los trabajadores por parte de los sindicatos. Mientras que un sector nada despreciable de los entrevistados, no tienen opinión formada por falta de información al respecto. Fueron comunes respuestas como: “No sé qué decir, no estoy en la onda esa”; “no me doy con eso del sindicalismo”; “no tengo idea de lo político, para mí es todo verso”; “no me meto en esas cosas, no me interesa la política”; “no puedo opinar, no sé para qué están”; “no estoy muy enterado, pero el sindicalismo y la política son todos iguales”; “no tengo idea, ni sé lo que hacen”; “nunca me interesó, me parece que es algo como sucio”; “para mí es gente que no trabaja y se lleva mucha plata”.

 

A modo de conclusión

 

Con la convicción de que a pesar de la normalidad de la oposición al conflicto y las sofisticadas estrategias empresarias de búsqueda de sumisión de sus trabajadores a sus proyectos en lo económico e ideológico, si sabemos leer entre líneas, persisten las huellas del malestar y la precaria realidad de los jóvenes que la sufren.

 

Emergen de esta investigación numerosos interrogantes en una coordenada del mapa social, de incertidumbre, impotencia y conformismo social. Preguntarse sobre la posibilidad de un acontecimiento que desestructure la normalidad del no-conflicto en el seno de la familia McDonald’s en el actual escenario de determinismo económico generado por la globalización, es apostar a los quiebres, a las grietas, a las rupturas del discurso hegemónico, por la irrupción de las prácticas de los sujetos.

 

Es cuestionar la imposibilidad de cambio, es comprometerse con el movimiento de la vida, ante la inexorable paz de los cementerios, de la sumisión y el no-conflicto, de la “calma chicha”. Poner la mirada en las fisuras, en el acontecimiento imprevisible, incalculable, es trabajar con el lugar de lo incierto, de lo irracional, de lo inconmensurable, es fijar la sensibilidad analítica y práctica, en la irrupción de los procesos subterráneos de la bronca de los dominados, de la insatisfacción de los sumisos, del profundo dolor de los alienados, es estar atentos al síntoma que emerge en lo social.

 

Como en toda experiencia colectiva dependerá de los propios protagonistas y de sus prácticas, que se transforme ese estado de cosas de sumisión y alienación acrítica en un proceso donde la impotencia de las rutinas inalterables se transformen en senderos de emancipación. Plagada de antecedentes históricos imprevisibles está habitada la historia de la insubordinación de la mano de obra asalariada. El caso McDonald’s no es una excepción.

 

 

Jorge Muracciole

Proyectos 19/20 / La Insignia

Argentina, julio del 2003

14 de agosto de 2003

 

 

(*) Trabajo de campo de J. Caviades, M.Griffits, M.Osete, A. Herrera y A. Del Valle.

(1) Fordismo: organización del trabajo basado en una línea de producción repetitiva y rutinaria.

(2) Neotaylorismo: versión modernizada del fordismo con diversas formas de contratación precarizada.

 

 

 

 

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