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Día Internacional

de los Derechos Humanos

 

En el Día Internacional de los Derechos Humanos es inevitable constatar -y denunciar- que nunca la seguridad del mundo estuvo más amenazada como ahora, aprisionada entre una unipolaridad que responde exclusivamente a los intereses económicos del capital globalizado y su contracara, el terrorismo. Esa lucha no tiene fronteras, pretende extenderse por todo el planeta tomando de rehén a la toda la humanidad, confiscando los derechos humanos y civiles. Las organizaciones sociales estamos llamadas a cumplir un papel esencial en la defensa de estos derechos en todos los escenarios donde sea posible, sea en las calles o en los foros internacionales.

Por otra parte, la seguridad alimentaria continúa en crisis ya que más de 800 millones de personas siguen padeciendo hambre. Para los niños y las niñas que sobrevivan a esa hecatombe cotidiana, la falta de alimentos adecuados tendrá graves consecuencias en su salud y condiciones de vida en general. Poblaciones enteras del tamaño de tres veces la de Estados Unidos, 15 veces la de Francia o 300 veces la de Uruguay están actualmente privadas de satisfacer la primera necesidad humana: ALIMENTARSE. Sin alimento, como sin aire o sin agua, no hay vida posible. Nadie toleraría que alguien se apropiase del aire, lo acumulara y le pusiera precio, sin embargo eso está sucediendo con los alimentos y con el agua.

En el Cono Sur de América Latina este año ha cristalizado una crisis económica inédita, de una profundidad sin antecedentes. Los estallidos sociales en Buenos Aires y las imágenes de niños argentinos famélicos, muriendo literalmente de hambre, han recorrido el mundo. En Uruguay ahora es corriente ver familias enteras en la calle, sentadas en alguna esquina, perdidas, sin esperanza, como se ve a menudo a las familias del nordeste brasileño en ciudades como Río de Janeiro o San Pablo. Hombres y mujeres que ostensiblemente fueron trabajadores hasta hace poco tiempo, como lo indica su vestimenta cuidada, prolija, su bicicleta bien mantenida, ahora buscan algún residuo de alimento en la basura de edificios y complejos habitacionales. El hambre es tanta que no sólo violenta los derechos de las personas, sino la propia condición humana.

Si bien continúan presionando a la sociedad uruguaya otras carencias serias, la de trabajo y alimento golpea hoy con tal crudeza que constituye un eje para cualquier análisis.

En otro plano, durante este año se produjo un hecho impactante como fue la aparición de Simón, el hijo desaparecido de Sara Méndez y Mauricio Gatti en 1976, en el marco de la “guerra sucia” en Argentina. Secuestrado por militares uruguayos, Simón vivió durante 25 años adoptado por una familia vinculada a la Policía. Hallado por el senador uruguayo Rafael Michelini, su aparición demuestra que es posible encontrar a los niños desaparecidos o nacidos en cautiverio, confirma que la lucha de Sara Méndez, quien durante 25 años buscó a su hijo sin perder nunca la esperanza, marcaba el camino correcto. A la hora del balance, este hecho, y que la relación que crece entre madre e hijo contenga espacios de afecto y dedicación mutua, se destacan con un signo positivo, esperanzador y festivo.

Como contrapartida, la gestión de la Comisión para la Paz instalada por el gobierno uruguayo y en acuerdo con diversas instituciones sociales, incluyendo a la central de trabajadores el PIT-CNT, ha concluido sin aportar un cambio de fondo a la situación de los uruguayos desaparecidos. Si bien logró avanzar en algunos casos, las conclusiones generales de su trabajo fueron decepcionantes. Sus limitaciones quedaron particularmente al desnudo en el caso de la joven argentina María Claudia Irureta Goyena, nuera del poeta argentino Juan Gelman. La hija de María Claudia, nacida en cautiverio en Montevideo en noviembre de 1976, fue entregada a una pareja estéril de la policía montevideana y recién en 2000 -23 años más tarde- fue encontrada con el apoyo de firmas y cartas solidarias desde todo el mundo. En esa ocasión, el presidente uruguayo, que dispone de las informaciones necesarias, prometió esclarecer los hechos. Hasta ahora, sin embargo, nada se ha avanzado y se ha inició una nueva campaña internacional para apoyar el reclamo de Gelman: “Una tumba para María Claudia”.

Desde la Rel-UITA reafirmamos nuestro compromiso real, concreto, militante, con todas y todos aquellos que luchan defendiendo sus derechos y los de todos, porque nadie está saciado si solamente uno tiene hambre, nadie tiene dignidad si uno sólo es impedido de enterrar a sus muertos, nadie es libre si uno sólo es esclavo.

 

© Rel-UITA

    10-12-02

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