Usando
cabestrillos,
estropeando mi
apariencia.
¿Qué sucedió? ¿Me
abrí el pulso?
¿Explicaciones?
Nadie las da.
Que envidia, que
celos
de quien consigue comer sin dolor.
Conducir,
peinar
los cabellos de su
hija.
Hacer el amor sin
dolor.
(Poema de Mersina, una
víctima de las LER, 1985)
|