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Sencillo e inquieto al extremo, el Senador Orduz nos recibió en su casa en Bogotá. Luego de ofrecernos un "tinto", la manera como los colombianos llaman al café, evaluó el debate instalado en el Senado de la República el pasado 15 de agosto. |
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Tuve
la suerte de asistir al debate y confieso que me sorprendió la batería de
argumentos que usted esgrimió en relación a las fumigaciones aéreas con
glifosato y demás coadyuvantes, sus riesgos para el ambiente y la salud humana.
¿Pero cómo se sintió cuando algunos de sus colegas y ministros lo
descalificaron, indicando que no hay pruebas científicas que avalen la
toxicidad del producto en cuestión?
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Me
siento bien por contribuir en abrir el debate y que se discutan los argumentos
que rechazan las fumigaciones por razones de tipo ambiental, por violar derechos
humanos y porque además son absolutamente ineficientes. No obstante, soy
cauteloso, esta es una batalla muy larga que se enmarca dentro de una estrategia
de lucha antinarcóticos diseñada hace cuarenta años muy respaldada por el
Departamento de Estado de los Estados Unidos. Nosotros tratamos de crear una
masa crítica, con buenos argumentos, para que podamos cambiar este tipo de política
en el futuro.
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Me
sorprendieron también los argumentos de parte de los defensores de las
fumigaciones; pobres y hasta mal intencionados.
- Tristemente a pesar que el debate está al rojo vivo en el mundo entero, incluso en los Estados Unidos, en Colombia se ha querido acorralar a los críticos como parte de una orquestación del narcotráfico, la subversión o el paramilitarismo. Realmente ello refleja la ausencia de argumentos de parte del gobierno. Es lamentable que el actual Presidente en su condición de senador en 1992, como consta en las actas del senado, rechazó la decisión del Consejo Colombiano de Estupefacientes de utilizar el Roundup en la erradicación forzada de la amapola. En esa época el senador Pastrana exigía estudios de impacto ambiental. Y hay más, en su campaña hace tres años, también denunciaba al gobierno del entonces presidente Samper, por propiciar la erradicación forzada. De manera que hay una altísima inconsistencia, que sencillamente en el fondo refleja una marcada obediencia a una política que ha demostrado ser errónea.
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¿Cuáles son los principales argumentos que sustentan vuestra oposición
a las fumigaciones aéreas?
- Son los argumentos que expusimos en el Senado:
Que
la política de fumigaciones es un fracaso en sus propios términos. En 1992
cuando en Colombia se inician las fumigaciones con Roundup, habían cerca de 40
mil hectáreas de cultivos con fines ilícitos, a la fecha hay cerca de 163 mil.
De manera que nos encontramos con una cuadruplicación del área. “Los éxitos”
en la reducción de cultivos en Bolivia y en Perú, se compensan con el
incremento del área colombiana. Lo que ocurre en realidad, es que cuando se
tiene éxito en la erradicación localmente, sencillamente se está propiciando
el desplazamiento de los cultivos a otras áreas, en virtud de que hay una
demanda muy alta en el mundo.
El segundo argumento es el ambiental. Como se ha dicho, las mismas instrucciones del Roundup establecidas por la Monsanto para la fumigación aérea, no son tenidas en cuenta aquí. Por ejemplo: volar a dos metros de altura, bajo ciertas condiciones atmosféricas, temperatura, etc. etc. Pero, adicionalmente, la fórmula que se está utilizando: Roundup-Ultra (que contiene glifosato, POEA y Surfactante Cosmoflux), no ha sido estudiada en cuanto a su posible impacto en lo ambiental, ecosistemas y en la salud humana.
Asimismo debemos decir, que la técnica de fumigación implantada impide distinguir entre cultivos lícitos e ilícitos, y vergonzosamente se han fumigado proyectos de cooperación técnica internacional financiados por la GTZ de Alemania, e incluso proyectos en desarrollo alternativos del mismo gobierno colombiano.
Por
último, la fumigación forzada en estas zonas deprimidas económicamente,
provoca que los humildes productores se desplacen, bien sea hacía las ciudades
o incursionando cada vez más en la frontera agrícola o amazónica. Esos son
nuestros tres argumentos. Son argumentos serios, documentados y que hemos
expuesto con los gobernadores del sur de Colombia en Washington.
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¿Qué
resultados destaca usted de la misión realizada recientemente a los Estados
Unidos?
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La
primera sorpresa es que hay decenas de organizaciones ciudadanas, religiosas y
ambientales en los Estados Unidos que son contrarias a las fumigaciones. La
segunda, es que los políticos de los Estados Unidos, en su mayoría, necesitan
mostrar a sus electores que se está haciendo algo frente al problema del
narcotráfico. Esa preocupación es legítima en cuanto que los Estados Unidos
con menos del 5 por ciento de la población mundial, consume el 50 por ciento de
las substancias psicoactivas de origen agrícola y químico. De manera que da
votos en los procesos electorales mencionar que se va hacer algo contra el
narcotráfico. Pero no hay mucha conciencia de los riesgos ambientales y sobre
la violación de los derechos humanos que las fumigaciones ocasionan en
Colombia. No obstante, varios representantes y senadores han visitado el país,
especialmente a la región sur. Hay congresistas como los demócratas Conyers y
Tchakovsky que han manifestado que en los Estados Unidos no permitirían un
programa de fumigación aérea. Creo que se trata de una batalla larga, pero
estimo que ésos y otros argumentos están haciendo mella en algunos sectores
del Congreso. Por ejemplo, el senador demócrata Patrick Leahy, ha logrado que
se financie un estudio de impacto ambiental, para que se investigue realmente cuáles
son los efectos de las fumigaciones con Roundup en Colombia.
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La
sesión en el Senado de la República donde se instaló el debate, se interrumpió
por falta de quórum. ¿No hubo interés o se trató de una maniobra política
de parte de sus colegas?
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No
lo sé. Lamentablemente creo que hay desinterés en algunos senadores frente a
los temas cruciales como son los derechos humanos, el medio ambiente, la ciencia
y tecnología, etc. Ignoro si hubo algún tipo de táctica para descapitalizar
la sesión. No obstante, yo me siento satisfecho con lo hecho.
Autor:
Gerardo Iglesias
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