Internacional

 

Estados Unidos

 

Campesino asesinado por recoger fresas

 

 

Sí, es así, no hay un error en el título. Fue asesinado.

 

 

El 18 de mayo de este año, el campesino Mauricio Cruz recogió unas fresas que estaban todavía verdes en la Finca Zepeda, condado de Santa Cruz (California). Por el “crimen imperdonable” de recoger fruta que no está madura, este cosechador de fresas de 35 años de edad perdió la vida. Fue asesinado por José Flores, el capataz de la finca. Enojado, Flores le disparó primero en la espalda, y luego en la cabeza. Mauricio Cruz, se desplomó y murió de inmediato.

 

Flores logró escapar y permanece fugitivo, hasta la fecha.

 

Parece increíble que un malentendido en la cosecha de fresas pueda haber causado este crimen. Cuando nos enteramos del asesinato, los miembros de la Unión de Campesinos sentimos indignación.

 

Sin embargo, aunque sea triste admitirlo, no estamos sorprendidos o en shock porque el asesinato de Mauricio Cruz no fue un hecho aislado en nuestra comunidad de campesinos inmigrantes. Forma parte de una larga y lamentable historia de violencia contra los trabajadores agrícolas inmigrantes en Estados Unidos.

 

Uno de los asesinos en serie más notorios del país, Juan Corona, fue un contratista de trabajadores agrícolas, en California. La mayoría de las víctimas, brutalmente asesinadas, fueron campesinos inmigrantes. Y se cree, que hubo muchas más víctimas, a las que nunca se identificó.

 

Según una investigación realizada en 1999 por el Departamento de Estadísticas Laborales, los campesinos sufren el porcentaje más alto de lesiones en el trabajo entre las diez mayores industrias evaluadas. Los registros de datos de la Unión de Campesinos muestran que los campesinos sufren de manera constante ataques violentos. Por ejemplo:

 

- Un capataz de una plantación de lechuga, en la región central de California, perdió el control cuando un trabajador que acababa de ser despedido, preguntó cuándo le iban a pagar. “Me agarró de los cabellos y me arrastró por el suelo. Me pateó en las costillas y en la cabeza. Quedé al borde de un acantilado y me empujó hacia abajo, caí a una profundidad de unos 45 pies. Bajó con un palo y siguió pegándome. Ahí perdí el conocimiento.”

 

- En Wasco (California), el dueño de una plantación de sandías se puso furioso cuando los trabajadores se negaron a quitar maleza porque no tenían guantes adecuados que los protegieran de las espinas. Según un reporte noticioso, el dueño empuñó un revólver y empezó a disparar a los pies de los campesinos. Luego los obligó a sentarse y disparó alrededor de ellos, tan cerca que una de las balas traspasó la gorra de uno de los campesinos. No lo mató de pura casualidad. Para terminar, golpeó a uno de ellos con un bastón. Fue arrestado con varios cargos, pero negoció quedando con un solo cargo: portación de armas.

 

- Ocho adolescentes blancos incursionaron en una campamento de inmigrantes. Golpearon a cinco campesinos y les robaron. Los arrastraron, los golpearon con barras de metal y los hirieron con perdigones. Uno de los campesinos, de 69 años de edad, recibió una golpiza tan brutal, que los atacantes pensando que lo habían matado, volvieron a la escena del crimen para esconder el cuerpo. El delito fue oficialmente catalogado como “ataque motivado por odio racial”.

 

Las vidas de los campesinos valen muy poco. Las desapariciones y los abusos no son noticia. Con la excepción de un par de artículos breves en periódicos locales de California, no hemos visto ningún reporte en la prensa sobre la muerte de Mauricio Cruz.

 

Sin embargo, los campesinos sí han tomado nota del crimen. Han aprendido la triste lección que dejan estos hechos terroríficos: no hagas enojar al jefe, nunca cometas un error, vive con miedo. Pasan una gran parte de su vida con miedo. Miedo a los peligros inherentes al trabajo agrícola. Miedo a los patrones abusivos, miedo a la deportación, miedo a perder sus trabajos (¡e incluso la vida!).

 

Para más información, ir a www.unitedfarmworkers.com

 

 

Unión de Campesinos de EE.UU.

Traducción para La Insignia: Silvia Arana

Convenio La Insignia - Rel-UITA

13 de junio de 2003

 

 

 

 

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