Internacional

 

Las trampas mortales

del contrabando humano

en la frontera

En un golpeado pueblo mexicano a unas horas de Victoria, Texas, lugar donde apareció recientemente el trailer con 18 inmigrantes indocumentados muertos, ansiosos pero decididos, un grupo de mexicanos y salvadoreños se preparan para su viaje al norte. La escritora y editora de Pacific News Service, Mary Jo McConahay, afirma que no solamente inescrupulosos contrabandistas de trabajadores sino que razones económicas y decisiones políticas garantizan futuras “Victoria”.

 

  

 

NUEVO LAREDO, México – En este aglomerado y golpeado pueblo, los migrantes se reúnen para juntar fuerzas y hacer las conexiones que los llevarán, a través de la húmeda frontera y por seguros caminos, hacia un trabajo o a reunirse con sus familias y amigos en los Estados Unidos. El horrible descubrimiento de un trailer con indocumentados muertos o agonizando cerca de Victoria, Texas, es una viva imagen de los riesgos que enfrentarán. Pero las imágenes de oficiales, con guantes azules, buscando evidencias entre los cuerpos asfixiados, todavía en el suelo, y las fotos en todos los periódicos de América Latina, difícilmente detendrán al tipo de viajeros ansiosos que llegan a este pueblo. Futuras “Victoria” aguardan.

 

“Es injusto, los profesionales migran sin peligros”, dijo Raúl, de 22 años, justo unos días antes del accidente de Victoria. Desempleado de El Salvador, Raúl dice que viajó durante semanas, protegiéndose de policías corruptos y pandillas de jóvenes de su edad, para llegar a ese crucero. Se dirige a Nueva York, donde cree que vive un tío. Una vez que cruce el río Bravo, Raúl piensa que el “coyote” –contrabandista de personas–, lo llevará a través del desierto hasta que “cierto tipo de transporte” lo recoja a él y a otros, hasta llegar a la central camionera de Houston, desde donde los indocumentados se diluyen por el país. El costo del “coyote” es de US$ 1.500.

 

Cientos de hombres jóvenes esperan nerviosos cada día frente a la incitante “línea”, una franja poco profunda del río Bravo, perceptible desde varios puntos del pueblo y con una bandera gigante de Estados Unidos flameando sobre la ciudad hermana de Laredo al otro lado. Hablar con alguno de ellos es escuchar muchas historias de determinación que hacen difícil pensar que otra “Victoria” no se repetirá.

 

“Si cruzamos podremos dar a nuestros hijos una vida”, dijo Antonio, uno de los tres padres hondureños descansando durante la instalación de ventanas en el refugio administrado por monjas católicas. Antonio, un operador de costura sin trabajo, sabía de los riesgos de cruzar la frontera clandestinamente, pero dice que los trabajos fabriles en su país pagan US$ 15 por semana. Sus nuevos amigos hondureños, a los que conoció durante el viaje, asienten afirmativamente. “Ya no me reconocerá”, dice Antonio refiriéndose a su hijo de dos años que quedó en su pueblo, “pero dormimos en las calles y pasamos otras cosas terribles para poder llegar aquí. Cuando él crezca, sabrá lo que un padre es capaz de hacer”.

 

El abarrotado trailer, a las afuera de Victoria, cobró 18 vidas, incluyendo a un niño que fue encontrado en los brazos de su padre. Fue el mayor número de muertos en un incidente de contrabando de indocumentados que se recuerde.

 

Menos visible, a lo largo del río Bravo, el desierto caliente es la constante y dolorosa área de fatalidades individuales, con un promedio de casi una muerte por día en los últimos años: ahogados, deshidratados, debilidad extrema que atrae a animales salvajes, todas formas de muerte documentadas por investigadores del Centro de Inmigración de la Universidad de Houston.

 

“Por cada cuerpo encontrado, seguramente hay otro que no se encuentra”, dice Néstor Rodríguez, codirector del Centro. Los cuerpos se descomponen rápidamente en el agua, y el sol y los animales trabajan poco en otros restos. Hace poco en su oficina, Rodríguez sacó fotos de su archivo y las colocó sobre el escritorio –una mujer de edad media, sonriendo en una hamaca de un porche, un adolescente frente a la cámara y un hombre joven sosteniendo en alto a un bebé–. Una vez que se propagó la voz de que el Centro estaba documentando las muertes fronterizas sin nombres, familias comenzaron a mandar fotos y descripciones de sus hijos y hasta de madres desaparecidas.

 

A medida que se acerca el verano, las temperaturas alrededor de los nopales y de las plantas del desierto llegarán a 40º centígrados. “En estos momentos, el desierto tiene su mano en alto”, dijo Rodríguez. Pero la causa que lleva a los mexicanos y centroamericanos hacia el norte, en números de cientos de miles por año, no cambia: el declive económico que está costando empleos en Estados Unidos repercute en el sur, incluso con algunas maquiladoras reduciendo su fuerza laboral; la promesa incumplida de estabilidad económica al terminar las guerras de los 80 en América Central, y décadas de una migración más abierta, significa que innumerables familias mexicanas y centroamericanas sean, ahora, familias transnacionales, con sus miembros indocumentados moviéndose dentro y fuera de Estados Unidos en forma arriesgada.

 

Desde los ataques terroristas del 11 de setiembre de 2001, el refuerzo de las fronteras a nivel nacional se intensificó. Tom Ridge, Secretario de la Agencia de Seguridad Nacional, se reunió el 24 de abril de este año en San Diego con el Secretario de Gobernación de México, Santiago Creel, para reforzar la promesa de una “Frontera Inteligente”, utilizando “tecnología de avanzada”. Activistas de los derechos de los inmigrantes e inmigrantes indocumentados que vuelven a cruzar, confirman aquí que el cruce está, ahora, más difícil que nunca. Pero sin una mirada nueva y fresca a la fuerza y lo inevitable de la migración desde el sur, más trailers llenos de muertos y agonizantes serán encontrados, y más fatalidades en ríos y desiertos continuarán siendo contabilizadas en los archivos de los investigadores de las muertes de la frontera.

 

Los inescrupulosos traficantes de personas no pueden ser culpados, totalmente, por la tragedia en serie que está teniendo lugar en el lado norteamericano de la frontera.

 

 

Mary Jo McConahay

Pacific News Service

Es periodista y realizadora de cine con una amplia experiencia en las Américas.

Este reportaje contó con el apoyo de la Fundación para Reportajes Investigativos.

mcconahay@pacificnews.org

 

 

Traducción:

Eduardo Stanley

 

 

29 de mayo de 2003

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