Numerosos
autores mencionan la existencia de dos globalizaciones: una rica y otra
pobre. El 6% de la población mundial, del cual un 98% vive en los
países ricos del Norte, posee 59% del total de la riqueza. Esa es la
globalización rica. Por otro lado, más de 80% de la población total
viviendo en la pobreza y 33% de ella padeciendo una hambruna de una
magnitud nunca antes registrada. Es la globalización pobre. En
octubre de 2001 James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial, aseguró
que "si no tendemos una mano a la gente viviendo en la pobreza y no
creamos una mejor distribución de la riqueza, no habrá paz", y que
"la pobreza en un lugar es pobreza en todos lados". En su
opinión, los atentados del 11 de setiembre dejaron en claro que "el
que todavía creía que había una pared entre los dos mundos, seguro que
ahora ya cree que simbólica y realmente esa pared se ha derrumbado. Para
mí, esto implica un enorme cambio en términos de interdependencia global y
del rol de mi propia institución, y más allá de eso, en la forma en que
pensamos sobre el desarrollo. Los dos mundos han desaparecido. Hay sólo un
mundo".
En un
artículo periodístico,
2
Wolensohn vuelve sobre el tema planteando la necesidad de adoptar medidas
multilaterales, a saber: multiplicar la ayuda exterior; reducir las
barreras comerciales y luchar contra las presiones proteccionistas, y
centrar la ayuda al desarrollo para garantizar buenos resultados.
"Esto significa mejorar el clima de inversión, la productividad, el
crecimiento y el empleo, así como dar autonomía a los pobres y ayudarles
para que puedan participar plenamente del crecimiento". Y por último,
actuar a escala internacional en cuestiones mundiales. "Esto incluye
no sólo hacer frente al terrorismo, la delincuencia internacional y el
blanqueo de dinero, sino también combatir las enfermedades infecciosas
como el SIDA y la malaria, y establecer un sistema de comercio mundial
equitativo, salvaguardando la estabilidad financiera para evitar que se
produzcan crisis profundas y repentinas, y proteger los recursos naturales
y el medio ambiente, del que tantas personas pobres dependen para su
sustento".
En su
lenguaje diplomático, el presidente del BM deja entrever que las medidas
mínimas para enfrentar las consecuencias sociales del modelo neoliberal de
globalización pasan por dos ejes centrales: la solidaridad (cooperación
internacional) y actuar a escala internacional en cuestiones mundiales. Lo
de la solidaridad es claro y no necesita mayores comentarios. Sobre la
actuación a escala internacional en cuestiones mundiales pretendemos
aportar nuestros puntos de vista y propuestas.
Por un lado
tenemos la llamada globalización, generadora de enormes y nuevos problemas
mundiales, por otro instituciones nacionales sin ninguna capacidad ni
posibilidad para resolverlos. Es esta debilidad del Estado-nación lo que
lleva, con las consecuencias conocidas, a la impotencia y al descrédito de
la política. Tal situación, que no puede sostenerse indefinidamente, lleva
a la necesidad de actuar internacionalmente sobre los problemas mundiales.
Lo curioso, como lo señala Oskar Lafontaine, es que las instituciones que
se requieren para esta actuación ya existen: Unión Europea, Grupo de los
siete, OCDE, FMI, OMC, etc. Claro que esas instituciones necesitan un baño
de democracia a través de una participación más amplia. Observemos la
situación existente en la organización "madre", la ONU:
Creada hace
casi 60 años, continúa manteniendo la misma estructura y mecanismos como
si nada hubiera cambiado en el mundo. Su Consejo de Seguridad (CS) tiene,
según la Carta de la ONU, la responsabilidad primordial de mantener la
paz y la seguridad internacionales. Dada la gravedad y el carácter de
los problemas actuales, consolidar la paz y la seguridad es algo más que
tratar de evitar las guerras
3
o desempeñar el papel de árbitro en las mismas. La situación de catástrofe
social a la que se llevó a la mayor parte de la humanidad, sus
consecuencias y su necesaria y urgente solución, debería ser uno de los
temas prioritarios del CS. Por otra parte, es bueno recordar que el CS
tiene la potestad de ser el único órgano de la ONU cuyas decisiones los
Estados Miembros están obligados a cumplir. Claro que para que asuma ese
rol se requieren decisiones políticas y democratizadoras, entre otras,
modificar el poder de veto que poseen cinco de sus miembros permanentes.4
En lo que
tiene que ver con el Consejo Económico y Social, en el mismo actúan varias
Comisiones, Órganos Conexos y Organismos Especializados. Algunos de ellos
con cometidos muy similares, por ejemplo: Conferencia de las NU sobre
Comercio y Desarrollo, BM, OMC y un Departamento de Asuntos Económicos y
Sociales dependiente de la Secretaría General; FAO, Fondo Internacional de
Desarrollo Agrícola, Programa Mundial de Alimentos, Comisión sobre
Desarrollo Sustentable, Comisión de Población y Desarrollo. A esta
superposición de funciones se le suma que, por lo menos de forma conocida
y pública, no existe un accionar coordinado entre las mismas. Tal el caso
de organismos como la OIT, FAO y la OMS que tratan temas estrechamente
vinculados entre sí, sin embargo -que sepamos- no se convocan reuniones o
conferencias conjuntas para unificar criterios y coordinar esfuerzos y
recursos.
De todos
estos organismos, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), es la
más atacada por la derecha política y económica y el gran empresariado.
Las causas de estos ataques son fundamentalmente dos: por los temas que
aborda, necesariamente la OIT adopta posturas y medidas políticas,
bastante alejadas de las resoluciones burocráticas a que nos tienen
acostumbrados la mayoría de los organismos de la ONU. Además, es el único
organismo de la ONU de composición tripartita (gobiernos, empleadores y
trabajadores).
Para la
búsqueda de soluciones a las nuevas problemáticas que enfrenta el mundo
actual, resulta imprescindible que el resto de los organismos de la ONU
cuenten también con una integración que permita la participación ciudadana
a través de sus organizaciones sociales. Las fórmulas para democratizar
estos organismos pueden ser varias, por ejemplo, integrar un representante
de la OIT en el Consejo General de la OMC. Para nada se trata de ideas
disparatadas, pues ya se están dando pasos para "privatizar" algunos
organismos de la ONU. Ese es el caso de la Organización Mundial de la
Salud (OMS):
"El
presupuesto de la OMS se eleva a cerca de 1.000 millones de dólares
anuales. Sólo el 41% proviene de las contribuciones obligatorias de los
Estados miembros, las que disminuyeron en un 20% en diez años. El resto
corresponde a contribuciones voluntarias provenientes en un 61% de los
Estados, en un 17% de fundaciones y en un 16% de empresas privadas. Esas
contribuciones voluntarias financian acciones bilaterales que escapan al
control de Consejo Ejecutivo y hacen a la OMS cada vez más dependiente de
los principales donantes".5
Aplicando el conocido principio de que cada dólar es un voto y sin dólares
no hay votos, la OMS, bajo la dirección de la ex primera ministra noruega
Gro Harlem Brundtland, se está convirtiendo en una organización obscura,
manipulada por las transnacionales y cada vez más alejada de sus fines
originales.
Cuando el
modelo de acumulación capitalista está poniendo de manifiesto todas sus
contradicciones a través de los escándalos de los balances fraudulentos en
algunas grandes transnacionales, es el momento adecuado para impulsar una
ofensiva destinada a dotar a la ONU y a sus organismos especializados con
mecanismos que permitan una mayor participación y control ciudadano.
Autor:
Enildo Iglesias
© Rel-UITA
NOTAS
1 Ver
Los discursos no alimentan (I) "A las patadas con el
hambre" y (II) "Emigrantes, hambrientos y
sedientos"
2 El
reto de luchar contra el terrorismo y la miseria, El País, Madrid,
16.10.01.
3 Nos
referimos a las guerras entre naciones, dado que la guerra de clases y sus
consecuencias, por ahora no inquietan al CS.
4 China, EE.UU., Federación de Rusia, Francia y Reino Unido.
5 Jean-Loup
Motchane, "La OMS, asociada con las multinacionales farmacéuticas",
Le monde diplomatique/el Dipló/julio 2002
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