Calidad Alimentaria

 

ARGENTINA

Tucumán:

 pequeñas historias del hambre

 

Cerca de 600 trabajadores azucareros del noroeste argentino, acampan desde el día de hoy frente al Congreso para pedir que se ratifique la ley que intenta proteger a la industria azucarera (vetada por Duhalde en enero de este año). La provincia, que se hizo "famosa" en el mundo por la muerte de niños por desnutrición, presenta las paradojas más fuertes que producen las políticas neoliberales. Conocida como el "Jardín de la República", -lugar en el que se reunió el Congreso que declaró la independencia-, hoy sufre de manera descarnada las consecuencias de la dependencia del país a los centros imperiales.

Los trabajadores de los ingenios de Salta, Jujuy y Tucumán defienden sus fuentes de trabajo, que sostiene a 46.500 empleos directos, que implican a pueblos enteros de la región. Ésta debería ser la respuesta del gobierno nacional, en una provincia en emergencia absoluta. Sin embargo, se cede a las presiones internacionales, agravando hasta límites insostenibles -hasta la muerte- las consecuencias sociales de estas políticas: historias pequeñas, que no cuentan a la hora de definir los presupuestos nacionales ni las políticas públicas... Historias pequeñas, porque los niños y niñas pobres no votan, no deciden, no comen y no viven a veces para contarlo...

Historia pequeña es la de Natalia Juárez, que murió cuando tenía 1 año y 9 meses en el barrio tucumano de San Miguel, un asentamiento donde viven más de 500 familias, en el que no hay luz, gas, ni agua corriente.

Historias pequeñas son las de Celeste Romano, de 8 meses, que murió con 4 kilos de peso en San Pablo, y las de sus seis hermanos, que fueron alojados en distintos institutos para menores, por orden de la Justicia. "Todos van al comedor, y una vez al mes nos dan leche, pero sólo una caja", contó Filomena del Valle Luna, la madre de Celeste. El informe de la Dirección de Integración Social indica que entre el 25 y el 28 de noviembre en la vivienda no se cocinó, porque la familia no recibió la mercadería asignada. Recién el viernes a la mañana Filomena Luna recibió cuatro cajas de leche. "Tenían que esperar a que se me muera un hijo para darse cuenta de que no alcanzaba con una sola".

Historia pequeña es la de Manuel Albarracín, que tiene 16 años y pesa sólo 14 kilos. No habla, no camina, no puede comer. Está condenado a vivir en una cama.

Historias pequeñas se multiplican en el Hospital de Niños de Tucumán, donde ya no hay camas para recibir a los desnutridos. "Necesitaríamos tres o cuatro hospitales como éste para contener a los desnutridos; la demanda es infinita", aseguró el doctor Lorenzo Marcos.

Poner nombres y apellidos a los números, tal vez sea una condición que comience a volverse ineludible, antes de señalar que según datos del Ministerio de Salud, en la provincia de Tucumán, hay unos 800 niños con desnutrición en primer y segundo grado y que dos millones 300 mil menores de cinco años no tienen una dieta con las calorías mínimas necesarias. Según datos de UNICEF, publicados en el informe "La pobreza urbana en la Argentina actual" del 2002, siete de cada diez niños y adolescentes son pobres, y la mitad de los 6 millones de niños y adolescentes pobres es indigente.

De los 8.319.000 chicos pobres que hay en la Argentina, 4.138.000 son indigentes, es decir, viven en familias que no pueden suministrarles la alimentación básica, en las condiciones de creciente desempleo y de caída del ingreso. En las provincias del norte del país la proporción de menores pobres alcanza al 80 por ciento y en el conurbano bonaerense se aproxima al 70.

La muerte infantil es una de las caras más aberrantes de la miseria; pero tanto o más espanto provoca, la "subvida" que les toca en suerte a los sobrevivientes de la desnutrición, condenados para siempre por las consecuencias físicas y psíquicas del hambre, en un país que actualmente es el octavo exportador de alimentos.

No son bolsas de comida enviadas como parte de los gastos de las campañas electorales lo que necesita este país. Es trabajo y dignidad. Así lo reclaman los trabajadores de los ingenios acampando frente al Congreso nacional.

 

 

Claudia Korol

Rel-UITA agradece esta nota a ADITAL

14 de marzo de 2003

 

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