Internacional

 

La victoria de las virosis globales

La derrota de las políticas “casino”:

Aftosa en la era

de la globalización

 

El mundo contemporáneo está volviendo a sufrir de enfermedades infecciosas como hace 200 años atrás, cuando las ciencias médicas y biológicas estaban en pañales. Pero ahora se presentan con una fuerza inusitada. El SIDA, enfermedad que afecta al ser humano, ha pasado de unos cientos o miles de casos a mediados de los ochenta a más de 36 millones en la actualidad. La aftosa, tradicional enfermedad de los biungulados, ha golpeado prácticamente al mundo entero en la década de los noventa, alcanzando países desarrollados como Gran Bretaña y la mayoría de los países de Europa Occidental ¿Cómo es posible que todo esto ocurra con el actual nivel de desarrollo científico y tecnológico?

 

Los riesgos naturales

son también sociales

Las catástrofes y peligros ambientales nunca están separados de un contexto económico y político. Esto puede demostrarse en cualquiera de las grandes catástrofes contemporáneas. La explosión de la planta de la Union Carbide en Bhopal, India, en diciembre de 1984, mató directamente entre 2000 y 5000 personas y dejó con afecciones pulmonares permanentes a otras 86000 (los reclamos alcanzaron 600000 personas). La planta de Bhopal tenía inferiores condiciones de seguridad que su hermana de West Virginia en los EUA. Los equipos de detección de vapores eran de inferior calidad, y los sistemas de emergencia no estaban adecuados al tamaño ni operaban automáticamente (Sem, 1995; Karliner, 1997). Pero, además, la presencia de dicha planta en la India no puede entenderse sin el proyecto de la Revolución Verde, que pretendía revolucionar la agricultura India con semillas híbridas que requerían un alto contenido de insumos químicos, entre los cuales los pesticidas que se producían en la planta de la Union Carbide formaban parte (Wisner, 2000).

Del 24 al 27 de abril del 2001 se llevó a cabo, en Nigeria, una reunión cumbre sobre el SIDA. 36 millones de personas en el mundo tienen SIDA. 95% de ellas están en países en desarrollo –de esas, 25 millones en África–. El virus había sido identificado hace tan sólo 15 años. Lo paradójico es que después de la segunda guerra mundial las enfermedades infecciosas estaban consideradas controladas, y el mundo desarrollado destinaba sus fondos para la investigación del cáncer y las enfermedades del corazón (Lewontin y Levins, 1996). Las políticas epidemiológicas a pesar de contar con inmensos recursos financieros y tecnológicos, erraron. Las medidas recién se toman una vez que el problema de salud pasa a ser económico, o una vez que de los pobres y negros, pasa a los ricos y blancos; como está ocurriendo con el SIDA recientemente, donde la ONU orienta a los países a producir remedios “genéricos”, más baratos que sus similares de marca –actitud que ya asumió el gobierno de Brasil y Sudáfrica–. ¿Era necesario que hubiese medio millón de infectados en Europa Occidental y un millón en los Estados Unidos para tomar, en abril del 2001, providencias de esa naturaleza, cuando en 1990 ya se sabía que había más de un millón de casos en África? 1

Estos ejemplos pueden ampliarse con facilidad, y una moraleja puede extraerse: las enfermedades infecciosas no deben ser investigadas sólo en sí mismas; el contexto histórico también forma parte del problema. Los cambios pasados condicionan los futuros. Tan pronto cambian las condiciones sociales, viejas enfermedades rebrotan, y nuevas surgen. Los casos del SIDA o de la fiebre aftosa son paradigmáticos.

 

El contexto de los cambios mundiales

y las nuevas epidemias

Una serie de cambios de alcance mundial repercuten directamente sobre las enfermedades infecciosas, tanto de seres humanos como de animales y otros seres vivos. Ellos son:

 

El aumento de la pobreza en el mundo

Según datos de las Naciones Unidas la cantidad de pobres (aquellos que reciben menos de un dólar por día) aumentó en los últimos 50 años. En 1947 los pobres eran el 17% de la población mundial (400 millones). En 1997 los pobres eran el 24% de la población mundial (1 300 millones), y si utilizamos el criterio de pobreza relativa del Banco Mundial llegan al 32% (Banco Mundial, 2000). Lo paradójico es que estos últimos cincuenta años incluyen el llamado boom de post-guerra, el mayor desarrollo del capitalismo en su historia. Lamentablemente, la demostración más palpable de que el desarrollo capitalista no genera mejora del bienestar de la mayoría de la población mundial, sino aumento de su pobreza. La pobreza es causa directa de mala alimentación, debilidad física, menores resistencias a las enfermedades, dificultad para acceder a médicos y remedios, etc. Cuando se trata de enfermedades animales, la pobreza también facilita su expansión. En la periferia de Montevideo, por ejemplo, la población pobre es obligada a utilizar estrategias de sobrevivencia que implican graves problemas ambientales y de salud para ellos y para la población en general. La recolección y clasificado de residuos y su uso para la alimentación de sus familias y sus animales (suinos y equinos), afecta o potencialmente puede afectar la salud de estos grupos de clasificadores y de la población en general, así como puede constituirse en fuente de infecciones para poblaciones animales de interés económico (Vitale et al 1996).  

En 1961 la séptima pandemia de cólera golpeó Indonesia; llegó a África en 1970 y a Sudamérica en los noventa. La malaria regresó para vengarse después de haber estado unos cuantos años retirada. La tuberculosis se ha incrementado convirtiéndose en una principal causa de muerte en muchas partes del mundo. La enfermedad del legionario apareció en 1976 en una convención de los Legionarios Americanos en Filadelfia. La enfermedad de Lyme se propagó por el noreste. En Milwaukee 400000 personas fueron afectadas por la criptosporidiasis. Nos hemos tenido que enfrentar a nuevas enfermedades del síndrome del shock tóxico, el síndrome de la fatiga crónica, la fiebre de Lassan, el Ebola, la fiebre hemorrágica de Venezuela, la fiebre hemorrágica de Bolivia, la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, la fiebre hemorrágica de Argentina, el virus de hantaan y, evidentemente, el SIDA (Lewontin y Levins, 1996:107).

Las enfermedades infecciosas, tanto en humanos como en animales no pueden ser analizadas separadamente del estado de miseria en el mundo, que la riqueza del capitalismo creó.

 

El crecimiento de las migraciones

transfronterizas, e internacionales

Los migrantes son más susceptibles de ser infectados por enfermedades contagiosas y de ser transmisores de enfermedades. Se estima que 150 millones de migrantes viven y trabajan fuera de sus lugares de residencia. En 1999, 15 millones eran refugiados. Las causas de esto son variadas, pero pueden ser sistematizadas en:

  1. el aumento y abaratamiento del transporte terrestre y aéreo;

  2. la mayor desigualdad entre los países, con imágenes a través de la media internacional mostrando tales diferencias e incentivando el desplazamiento;

  3. la apertura de fronteras políticas antes cerradas (Europa del Este, Sudeste asiático, China, etc.)

  4. las guerras y tensiones étnicas y ambientales que presionan a migrar (UNAIDS, 2001); y,

  5. la ampliación del turismo a nivel mundial, tanto en volumen de gente que se desplaza como en áreas del mundo alcanzadas. Los migrantes o turistas llevan consigo costumbres y virus de unas regiones o países a otros, y también pueden llevar virus perjudiciales para otras especies, como es el de la aftosa.

La tendencia a la privatización

de la investigación y la enseñanza

Hasta la década de los setenta mucha investigación era aún desarrollada por instituciones públicas. Con ello la investigación de largo alcance y más imparcial respecto de los productores y el mercado podía ser llevada a cabo. A partir de los años noventa, la crisis económica mundial ha afectado directamente las investigaciones en ciencia y desarrollo. Los presupuestos han sido cortados, centros de investigación han sido cerrados, y la privatización de la investigación se convirtió en la norma. Inclusive, los presupuestos para la investigación de las grandes corporaciones fueron reducidos, en favor de mecanismos que impulsaran directamente las ventas. En la India, por ejemplo, laboratorios de grandes corporaciones como la Hoechst, Lever, Ciba-Geigy y otras, han reducido o vendido sus laboratorios (Business India, 1999). La privatización generalizada de la enseñanza y la investigación concentrada crecientemente en laboratorios privados debe sujetarse a las restricciones que el mercado le impone. Eso significa que no se investiga aquello que no da lucro inmediato. Las instituciones públicas son desmanteladas. Ahora son las grandes corporaciones quienes desarrollan la ciencia y la tecnología. Evidentemente no entraban en la contabilidad farmacéutica los 25 millones de africanos con SIDA pero sin poder adquisitivo.

Relacionado a eso está la comercialización rápida de los resultados tecnológicos, que necesitan recuperar las inversiones sin un cuidadoso análisis de sus posibles implicaciones, como es el caso de “la vaca loca”, y podría perfectamente serlo el de los transgénicos. Un caso que ha tomado la opinión pública recientemente es el procedimiento de ionización (radiación) de los alimentos para eliminar agentes patógenos. Este mecanismo separa químicamente los lazos que unen las moléculas de los alimentos, con el resultado de la formación de cientos de nuevos componentes, como el benceno, el etanol, hexane, metil etil, ketone y toluene, muchos de los cuales han causado cáncer o defectos de nacimiento en animales (Organic Consumers Association, 2001). Dada la orientación actual de la ciencia, no es casual que no se hayan hecho investigaciones toxicológicas sobre los alimentos ionizados en los últimos 20 años en los Estados Unidos, como el propio Food and Drug Administration (FDA) lo admite, a pesar de haber liberalizado la ionización de la carne bovina, de cerdo, de pollo, de pavo, los frutales, vegetales, huevos, jugos y los retoños de semilla, la mayoría de ellos desde principios de los noventa a la fecha –el último fueron los huevos el 04/05/01– (Organic Consumers Association, 2001).

La ampliación del comercio internacional

 y la competencia

Una de las características de la globalización es el aumento extraordinario del comercio mundial. Según datos del Banco Mundial, el PIB mundial creció a una tasa de 3.3% anual entre 1965 y 1999, mientras que las exportaciones mundiales lo hicieron a 5.9%, o sea, el comercio creció más que la producción (World Bank, 2001). El aumento del comercio mundial tiene varias implicaciones en el tema que nos ocupa.

 

En primer lugar

El movimiento de personas y mercancías de un lugar a otro del mundo es más rápido y alcanza una extensión geográfica mayor. Así, las posibilidades del traslado de los virus perjudiciales para humanos y/o animales se potencializan. El aumento del libre mercado dificulta los controles sanitarios comerciales, de manera que la carne infectada de aftosa, por ejemplo, viaja por el mundo en avión, barco, ferrocarril o camión, más rápido que por los medios de contagio naturales. Se sospecha, por ejemplo, que el reciente surgimiento de la aftosa en Gran Bretaña, en la localidad de Northumberland puede haberse debido al consumo, por cerdos, de carne infectada que evadió los controles sanitarios (Blackhurst, 2001; Brown, 2001; Murphy, 2001). Se trataría de la misma causa de la epidemia de 1967, cuando los ingleses sacrificaron a 400 000 animales.2

 

En segundo lugar

Están las políticas neoliberales de desregulación. Un ejemplo claro fue cuando el gobierno de Margaret Thatcher en el Reino Unido decidió, en los ochenta, y en nombre de la desregulación, abandonar el principio de precaución, cortando la red nacional de veterinaria Inter-ministerial. Luego, en 1991,  con el ojo puesto en aumentar las exportaciones e incrementar los ahorros de millones de euros, otra decisión desastrosa fue tomada: La Unión Europea aceptó la proposición británica de detener la vacunación rutinaria del stock ganadero” (Ramonet, 2001).

 

En tercer lugar

La competencia se incentiva, y con ello una presión para el aumento de la productividad. Esto es, muchas veces, bueno, otras malo. La producción de leche, por ejemplo, aumentó en los últimos veinte años de 4000 a 5800 litros por año en Gran Bretaña. Pero, para lograrlo, tuvieron que aumentar la dosis de proteína que comían las vacas, para lo cual introdujeron proteínas animales, de ovejas y vacas. La consecuencia fue la enfermedad de la vaca loca (Brooks, 2001). Otro ejemplo de actualidad es el de los alimentos irradiados antes señalado, con casi nulas investigaciones sobre sus efectos patógenos en la salud humana.

 

En cuarto lugar

La competencia agudizada deriva en presión política y guerras comerciales por vía de sabotaje y otros mecanismos típicos de la guerra convencional. En el caso de la aftosa el control de los mercados es un hecho central. La distinción entre países sin aftosa y sin vacuna, sin aftosa pero con vacuna, y con aftosa divide el mercado de la carne y ofrece ganancias para los que se pueden ubicar en el primer lugar, como los EUA que desde la década de los años treinta es “libre de aftosa sin vacuna” y está ahora corriendo el riego de caer en su propia armadilla.

Un reciente ejemplo de la política de sabotaje sanitario-comercial fue la denuncia por parte de Canadá, de que Brasil estaba exportando carne con la enfermedad de la “vaca loca” a principios de febrero de 2001.

La guerra entre Brasil y Canadá, desencadenada en la última semana, mostró la cara salvaje de las disputas en la arena del comercio internacional.

Aunque Canadá lo niegue, en Brasilia nadie duda de que el bloqueo no pasa de una represalia...El boicot a la carne vino 24 horas después de que el gobierno brasileño consiguió postergar por 15 días la respuesta canadiense al programa federal de incentivo a las exportaciones. Canadá quiere el fin del programa que financia, a intereses más bajos, la fabricación, lo que perjudica al fabricante canadiense Bombardier, principal competidor en el mismo mercado (Istoé, 14/02/01: 66)

 

En quinto lugar

El peso cada vez mayor sobre el lucro, descuidando las consecuencias materiales y sociales. Así la lucha por el mercado –que es siempre de corto plazo– es más importante que las consecuencias sociales y materiales que pueda causar. Guiados por ese afán individualista, los productores y países esconden información sobre sus enfermedades, en un claro intento de mantenerse en la competencia mercantil –y deseando que sus competidores sufran la enfermedad siempre y cuando no les llegue a ellos–. A comienzos de los noventa, el comité veterinario de la Unión Europea planeó una campaña de desinformación deliberada sobre la vaca loca para proteger el mercado de la carne cuando aún no se conocían los efectos en los humanos, y se consideraba que la media estaba creando pánico. Esto fue probado con un documento secreto obtenido por la agencia Footwire.net news. Una de las conclusiones del comité decía “Hablando en términos generales, el affaire de la vaca loca debe ser apagado mediante la desinformación. En su lugar, debemos decir que la prensa tiende a exagerar” (Falk, 2001). Así se juega a que no va a llegar, cuando todo el mundo sabe que está presente. De mayor actualidad son las denuncias de alerta al gobierno británico, no escuchadas por razones económicas. En 1998 el Spongiform Encephalopathy Advisory Committee (Seac) [grupo de expertos en agricultura creado por el gobierno británico para lidiar con el mal de la vaca loca] indicó al ministro de agricultura que se debía prohibir la alimentación de cerdos con desechos de restaurantes, escuelas, aerolíneas, etc. que podían contener carne infectada, o de la misma especie, para prevenir de las posibles enfermedades. La recomendación fue rechazada porque incrementaría los costos de la alimentación de los cerdos. Hoy se sospecha que la introducción de la aftosa fue resultado del alimento de cerdos con residuos de restaurantes.

El reciente caso uruguayo de la aftosa fue paradigmático en esto. El presidente uruguayo reconoció en televisión que sabía de la existencia de aftosa en la Argentina desde agosto del 2000, lo que era un claro indicador de las posibilidades de su ingreso al Uruguay, si se considera el carácter altamente contagiosa y fácilmente trasmisible de la enfermedad.3 Ya el año anterior [un mes antes] había habido un brote en el propio Uruguay, controlado mediante rifle sanitario. Y, por sobre todo ello, el mundo entero estaba alertado de las posibilidades de la globalización de la enfermedad. Tan sólo un mes antes de la irrupción de la epidemia en Uruguay, había sido comunicado mundialmente por la FAO la posibilidad de una epidemia mundial, después de haber constatado que la aftosa avanzaba en Europa Occidental, en China, Corea, Argentina, y acababa de entrar en África del Sur. La BBC de Londres, por ejemplo, en su capítulo de noticias mundiales, en su edición del 14 de marzo del 2001 escribía:

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advirtió que la rápida propagación de la fiebre aftosa sólo puede detenerse con una "acción internacional urgente". Según un comunicado del organismo, hecho público en Roma, ningún país está libre de la amenaza de la aftosa dada la facilidad con que se contagia. "La propagación de la fiebre aftosa demuestra que el virus tiene una gran capacidad para viajar e infectar áreas geográficas y países en los que la enfermedad estuvo erradicada durante décadas", afirma la FAO. "Ningún país está libre de la amenaza del virus de la aftosa debido al aumento del comercio internacional, al turismo y al movimiento de animales y productos alimenticios", alertó la organización internacional. La FAO instó a la comunidad internacional a establecer estrictos controles en las fronteras, particularmente en las de los países afectados y a facilitar más información a los agricultores y ganaderos sobre la enfermedad. 

Pero, a pesar del público conocimiento de los riesgos, los gobiernos que apuestan al neoliberalismo sólo pueden tener una “política de casino”; y, ¡cuando no aciertan adjudican los problemas a la mala suerte!4 La política “casino” en Uruguay esta relacionada, en este caso, a dos hechos centrales: a) la falta de planes concretos frente a la eventualidad de la entrada de la epidemia en zonas de producción animal intensiva, y, b) el desmantelamiento crónico de los servicios de vigilancia epidemiológica dependientes del Ministerio de Ganadería. En el primer caso y a pesar de las declaraciones de algunos voceros del Ministerio de Ganadería5 en sentido de enfatizar que la cartera tenía planes frente a la eventualidad de la entrada del virus, la experiencia vivida y relatada por algunos veterinarios y productores que actuaron en la emergencia revela no solo la falta de planes, sino una alta apuesta a la improvisación y una gran vocación por los juegos de azar. Detengámonos, por ejemplo, en las declaraciones del Dr. Gallinares efectuadas en los primeros momentos de la detección de la enfermedad:

El Ministerio le dice al veterinario –se refiere al veterinario particular que diagnosticó el foco– que él es el responsable de todo ... En esta zona, el colega que ha hecho los tres diagnósticos que había hasta ayer a mediodía es el responsable de coordinar en los focos, organizar todo para la vacunación. El sábado de noche tuve que ir, porque uno no puede organizar todo eso solo. Nos juntamos en la Sociedad de Fomento para coordinar el trabajo y poder vacunar.  

El sábado de noche fui yo a retirarla –se refiere a la vacuna antiaftósica– a Colonia, en mi propio auto, por supuesto, y tuvimos que sentarnos un rato para ver cómo íbamos a organizar eso. Hay que ver que es una zona de predios chicos, teníamos que avisar a la Policía para que ésta a su vez avisara a los vecinos que están en un radio de cinco kilómetros

Y es todo más o menos, porque no teníamos ningún mapa de Dicose (Dirección de Contralor de Semoviente). Con los policías de Cufré estuvimos haciendo un círculo estimado de cinco kilómetros con un compás [se ríe], y después diciendo: "¿Vos estás o no estás de este lado?".

La impresión es esa: que no lo había –se refiere a planes previstos–. Creo que el MGAP se manejó con el "no va a venir",6  porque si se hubiera manejado con que sí iba a venir hubiéramos estado mucho más atentos todos. Si toda sospecha hubiera sido tratada como un caso, hubiera sido mucho más efectivo. Pero creo que todo se manejó con el "Bueno, vamos a ver...", "No va a ser, no va a ser...". Le cuento un caso: cuando el colega el martes de la semana pasada hizo el diagnóstico en Santa Catalina, en Soriano, el Centro Veterinario se reunió de urgencia en Valdense. Y el colega nos contó que hizo el diagnóstico a las 12 del día; a las 12.10 estaba llegando el MGAP, que fue realmente muy rápido en llegar a la zona de la denuncia. Pero en el predio lindero fue la famosa feria que se iba a realizar, y no fue suspendida. Porque mientras el servicio oficial, hasta que no vino, sacó las muestras, y estuvo ahí yendo y viniendo, yendo y viniendo... Si hubiéramos estado con la actitud que le digo, actuar ante cualquier duda, esa feria se hubiera suspendido, ese ganado no se hubiera repartido por el resto del país”. (Gallinares, 2001).

Con relación al desmantelamiento crónico de los servicios de vigilancia epidemiológica dependientes del Ministerio de Ganadería, pueden considerarse las declaraciones realizadas el 30 de abril del corriente año por el Ex-Ministro y actual Intendente de San José, Juan Chiruchi.

El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca tiene dos veterinarios en San José, los días sábados y domingos las oficinas de ese ministerio estaban cerradas, no hay jeringas para la extracción de sangre al rodeo, no hay combustible. El Ministerio tiene solamente una mochila para poder operar en diferentes lugares del departamento hemos tenido que comprar más de 30 mochilas fumigadoras, no hemos recibido un litro de específico en todo el departamento, todo ha sido adquirido por los productores y la Intendencia. No sabemos cuánto hemos invertido en esto, invertido y no gastado, porque estamos invirtiendo en el principal patrimonio del interior del país, y del país, que es el sector agropecuario y el rodeo, que tiene una genética de 70-75 años (Chiruchi, 2001). 

Conclusiones

La epidemia de aftosa en Uruguay nos deja algunas interrogantes, algunas lecciones y algunas paradojas.

Una de las interrogantes que podría ser interesante contestar, se vincula con el comportamiento de Uruguay frente a la constatación de la aftosa en Argentina. El Poder Ejecutivo ha declarado que desde agosto del 2000 existía certeza de la presencia de la enfermedad en dicho país. Fuentes fidedignas indican que el Ministro de Ganadería argentino comunicó “no oficialmente” en febrero a nuestro Ministro de la existencia de aftosa. Cuales son entonces, los motivos que llevaron a nuestras autoridades a no reclamar pública e internacionalmente una conducta transparente de nuestro vecino y, mas aún, la exigencia de implementación de políticas de control (zonas buffer mediante vacunación) que contuviesen el pasaje de la enfermedad para nuestro país.

La lección que podemos extraer es que frente a enfermedades como la aftosa no alcanza con apostar a que no va a pasar nada, es necesario planificar adecuadamente. La planificación adecuada, debe superar años de “desmantelamiento” de los servicios y considerar la participación real de los productores que son uno de los actores directamente afectados por la epidemia. La utilización de esta estrategia de participación hubiese contríbuido, sin duda, a la detección precoz del foco primario7, retardando la difusión fulmiante y masiva de la enfermedad.

Lo paradójico del caso es que en esta era global, a veces, es lo mismo la salud que la enfermedad. Para Uruguay era exactamente lo mismo tener todo su rodeo sano y vacunado que estando azotado por la epidemia aftósica. Desde el punto de vista de la inserción en los mercados, es decir, de la pérdida de mercados en el circuito no aftósico es exactamente igual. También lo es para los que más pierden en este asunto, los productores chicos que aun resisten, los peones rurales que quedarán sin trabajo y los casi 6 000 obreros de los frigoríficos que pasaron al seguro de paro (para los cuales no será calculado el “lucro cesante”).

Autores:  

 Humberto Tommasino *

Guillermo Foladori **  

 

* Profesor Agregado Area de Extensión, Facultad de Veterinaria, Universidad de la República. Uruguay.  Alumno Programa de Doctorado en Medio Ambiente y Desarrollo, Universidad Federal de Paraná, Brasil. tomaso@adinet.com.uy

** Profesor Visitante Programa de Doctorado en Medio Ambiente y Desarrollo, Universidad Federal de Paraná, Brasil. fola@cce.ufpr.br  

 

Bibliografía

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-    Ramonet, Ignacio, 2001. “Britain: a rolling crisis”. Le Monde Diplomatique, 04/2001.

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-    UNAIDS, 2001. Population Mobility and Aids. Technical Update. February, 2001

-    Vitale, E., Moreira, R., Castro, G., Tommasino, H., 1996. La producción escondida. Problemática de los criadores de cerdos en los cantegriles de Montevideo”. Área de Extensión, Facultad de Veterinaria. Montevideo.

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  1. Engels, en 1892, escribía: “Las repetidas visitas del cólera, el tifus, la viruela y otras epidemias, han impuesto al burgués británico, la urgente necesidad de sanear la ciudad, si él mismo no quería ser víctima, con su familia, de esas epidemias” (1974:9).

  1. “Según Duffus, "en la epidemia de 1967, se encontró que el virus llegó en un pernil de cordero procedente de Argentina. En el hueso estaba el virus, que se dio como alimento a los cerdos, y allí comenzó la epidemia". Para algunos, este tipo de epidemias pone sobre el tapete la discusión sobre la globalización en el comercio de carne” (BBCMundo, 02/03/01)

  2. Según el profesor David Stuart, de la Universidad de Oxford, el virus es muy infeccioso. "Si el virus infecta una célula, en un par de horas ésta se abre y libera más de 100.000 partículas de virus". (BBC, 2001, 14/03/01).

  3. El presidente Batlle confiaba en acentuar la tendencia y duplicar las exportaciones nuevamente. Su apuesta quedó simbolizada en una frase repetida varias veces: "La vaca les gana". La actitud del presidente se evidenció además en variadas acciones: estimuló la articulación de un proyecto ganadero mientras se recortaron fondos para programas destinados a la granja y se cerró el programa de promoción a las exportaciones no tradicionales de origen agropecuario (Penta). (Blasina & Tardáguila para El observador, 04/05/ “La aftosa obligará a buscar alternativas” (el subrayado es nuestro, pero la palabra debe ser tomada literalmente).

  4. “Planes existían y existen, pero la detección de la enfermedad no tuvo la precocidad necesaria” Aguirrezabala, 30/04/01. La duda que generan estas declaraciones están en los objetivos y las condicionantes de los planes citados por el Subsecretario. Parece lógico que un plan de control y contención de una epidemia debe empezar por la detección precoz del agente causal y todos los aspectos relacionados a la obtención de esta información. En el caso de la cuenca lechera era previsible pensar en algunas acciones de ocultamiento, o por lo menos de dudas en cuanto a comunicar precozmente la enfermedad. Máxime cuando los productores no habían sido convocados a participar activamente, al efecto sensibilizador del rifle sanitario de Artigas, a las imágenes dantescas que llegaban de Inglaterra, y a los impactos económicos en los predios con la enfermedad diagnosticada. Sin duda estos elementos deberían haber sido considerados en cualquier plan medianamente bien diseñado.

  5. Subrayado nuestro.

  1. Las lesiones encontradas en los animales del “primer foco” de Soriano ya eran “viejas”. Esto evidencia que se diagnosticó tardiamente.

 

 

 

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