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27.11.01
Colombia
La
pobreza bajo la violencia
Los
indicadores de bienestar del país son dramáticos: según la agencia de
la ONU en Colombia el 25% de la población no recibe la cantidad suficiente de alimentos requeridos para su
subsistencia. De ellos, tres millones son niños, otros tres |
En
1995, más del 90% de los menores de cinco años de Colombia estaban inmunizados
contra enfermedades prevenibles por vacuna, tales como tuberculosis, polio,
hepatitis B o tétanos. Hoy, esa cifra se sitúa 20 puntos por debajo.
Entre
las causas de este descenso el Ministerio de Salud cita las dificultades para
atender a las poblaciones desplazadas o llegar a las zonas rurales, pero también
el recorte de fondos, que entre 1998 y 1999 supuso casi el total
desabastecimiento de vacunas para los recién nacidos.
Colombia atraviesa
una de las crisis económicas más graves de su historia. Después de crecer un
4.5% anual entre 1980 y 1994, los trastornos provocados, en parte, por el
programa de reforma estructural basado en la liberalización del sistema
financiero y del comercio exterior, han llevado a una catastrófica tasa de
crecimiento del -5,2% en 1999. La agudización del conflicto bélico, el
descenso de la inversión interna por las altas tasas de interés, políticas
económicas inadecuadas o la caída de precios internacionales de los
principales productos de exportación (café, carbón, banano) completan a
grandes rasgos el panorama de la crisis.
Sin
embargo, el descenso en los fondos disponibles para vacunas no está tan
directamente relacionado con la espinosa situación económica como pudiera
parecer. La Constitución colombiana, aprobada en 1991, contempla un "situado
fiscal para educación y salud" que preserva el gasto social a pesar de
los problemas en las finanzas del Estado. El Informe de Desarrollo Humano para
Colombia de 1999 señala que no se trata sólo de aumentar el gasto social, sino
de utilizarlo eficientemente. Y este es el talón de Aquiles de los recursos
colombianos.
Dentro
del programa de reformas estructurales figura la transferencia de fondos y
competencias a los municipios, que en vez de aprovechar su proximidad a las
poblaciones para una mejor gestión, destinan los recursos concedidos para la
salud a otros fines. Este tipo de desvíos y manejos poco transparentes llevó
al Ministerio de Salud el pasado mes de septiembre a remitir una enérgica carta
a los municipios para recordarles la exigencia de gastar los fondos destinados a
la salud... en salud.
En
realidad, el descenso en la cobertura de la inmunización sólo revela con
espantosa claridad los múltiples puntos vulnerables de las poblaciones pobres. En
Colombia hay 21 millones de personas que viven en situación de pobreza material
(60% de la población), de los que 6.5 millones son niños.
Cada
año mueren 25.000 niños en el primer año de vida, de los que más de la mitad
lo hacen por enfermedades agudas de las vías respiratorias y deshidratación a
causa de diarrea aguda.
Ambas enfermedades están relacionadas con la pobreza y podrían prevenirse y
tratarse si se detectan a tiempo. Y esto sería posible si la probabilidad de
ser atendido por un médico no disminuyese a la par que disminuyen los ingresos
del paciente.
UNICEF
no se cansa de señalar la importancia que tiene la educación para combatir
estas estadísticas: el riesgo de muerte
de los niños se reduce en un 67% cuando las madres han alcanzado la educación
primaria.
Esta
puerta a la esperanza se ve amenazada por hechos como el 18% de las mujeres menores de 19 años que ya son madres o están a
punto de serlo. O por el 17% de niños que en edad de ingresar en la escuela no
lo hicieron. O el 10% de niños que se ven obligados a trabajar para contribuir
a la escasa renta familiar (el 70% de trabajadores reciben salarios inferiores a
40 dólares).
Pero no hablamos de porcentajes, sino de personas. Personas absorbidas por una espiral de pobreza que se perpetúa generación tras generación y es ignorada porque es más silenciosa que la espiral de violencia que asola zonas enteras del país, pero no por ello menos letal. Muchos son los mecanismos que alimentan la pobreza. Hay que empezar a reventarlos por alguna parte. Los servicios de salud y educación son una palanca esencial que si se usa con la pericia adecuada detendrá en seco todas esas espirales que arrastran a miles de seres humanos.
Autor:
Esther
Navío
Periodista
Centro
de Colaboraciones Solidarias
Puede
encontrar más información sobre la situación económica en Colombia,
en
nuestro artículo "Palabras
del Ministro de Trabajo y Seguridad Social,
Angelino
Garzón"
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