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rompió relaciones con
los trabajadores, sus sindicatos y la central sindical;
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rompió
relaciones con la industria y la producción nacional;
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rompió relaciones con
los pequeños y medianos productores rurales;
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rompió relaciones con
las empresas públicas, a las que quiere privatizar;
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rompió relaciones con
los que quedan en el país y con los que se fueron;
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rompió relaciones con
el MERCOSUR;
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rompió relaciones con
la buena suerte, en lo que lleva su gestión llegó la aftosa, las
inundaciones, un tornado... y faltan dos años para las próximas
elecciones, ¡Que Dios nos ayude!;
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rompió relaciones con
la producción azucarera en Bella Unión y con Bella Unión;
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rompió relaciones con
la calidad del agua en Maldonado, ahora llena de coliformes fecales;
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rompió relaciones con
la salud y la educación, a las que le redujo el presupuesto, pero anda
de buenas con la meningitis, la leptospirosis, el púrpura fulminante y
la plombemia;
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rompió relaciones con
el campo y los que allí sobreviven;
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rompió relaciones con
el movimiento cooperativista;
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rompió relaciones con
la legislación laboral y la protección del trabajo (más del 80 por
ciento de los asalariados no negocian colectivamente salarios y
condiciones de trabajo);
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rompió relaciones con
los jubilados y con aquellos que legítimamente aspiran a serlo (el Banco
de Previsión Social pagó en 2001 54% menos de jubilaciones que en 1997).
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Con la oposición no ha
roto relaciones, pero no la tiene en cuenta, que es casi lo mismo. Su
ministro de Economía Alberto Bensión (El Magnífico), le respondió al
mayor partido político del país que si quería formular propuestas ¡lo
hiciera por e-mail o por carta!