Internacional

 

Guatemala

El ex dictador pretende vender sus votos para mantener la inmunidad

 

La última carta de Ríos Montt

 

 

Las elecciones presidenciales de Guatemala, celebradas el pasado 9 de noviembre, han supuesto un avance para la débil democracia de esta república centroamericana. Sumida en la permanente inestabilidad política desde la restauración del gobierno civil en 1986, la consulta tenía como objetivo democrático impedir el paso a la segunda vuelta del ex general golpista Efraín Ríos Montt, acusado de crímenes contra la humanidad por la feroz represión llevada a cabo entre marzo de 1982 y agosto de 1983. La derrota del ex dictador podría poner fin a la inmunidad judicial que ostenta, como así lo prometieron los candidatos vencedores, y permitir que la justicia internacional le haga responsable de su sangriento pasado.

 

El principio del fin de Ríos Montt se inicia tras la amplia derrota cosechada por su partido frente a los candidatos de las dos fuerzas ganadoras representantes de la derecha tradicional: Óscar Berger, en primer lugar, y Álvaro Colom. Ambos disputarán la jefatura de la república el 28 de diciembre al no haber superado ningún partido el 50% de los votos en una primera vuelta marcada por la alta participación, cercana al 70%. El empresario Berger, de 57 años, dirigente de Gran Alianza Nacional (GANA) y antiguo alcalde de la capital, consiguió el 35% de los votos frente al 27,3% de Colom, de 52 años, cabeza del partido de centro derecha Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). Ríos Montt quedó relegado al tercer puesto con el 18,4% de los sufragios.

 

El general retirado, de 77 años, y fundador del gubernamental Frente Republicano Guatemalteco (FRG), no pudo aprovechar su condición de aspirante oficialista. El lastre de corrupción denunciado sistemáticamente por la prensa durante la Administración de Alfonso Portillo, miembro de su partido, tuvo amplio eco entre la población guatemalteca, que se movilizó masivamente en contra del ex general golpista. Tanto Berger como Colom prometieron en sus respectivas campañas perseguir judicialmente a Ríos Montt, que marcó con su siniestra huella la guerra civil (1960-1996): sólo a él se le achacan más de 20.000 muertos en su bienio gubernamental.

 

“Ríos Montt tiene que preocuparse de dónde va a estar en enero”, advirtió Berger tras conocer los resultados electorales; “vamos a facilitar para que se persiga a los que se burlaron de nosotros y se llevaron el dinero de los guatemaltecos”, destacó el líder del GANA en clara alusión a los corruptos. “Si gano lo meto en el bote”, precisó Colom.

 

La campaña electoral se caracterizó por la violencia reinante. Un total de 29 personas fueron asesinadas y el dirigente de la UNE Rolando Morales fue herido de gravedad tras ser tiroteado cuando entraba en su domicilio. Detrás de esta radicalización están los partidarios del ex dictador: el grueso de las extintas falanges, miembros de la secta fundamentalista Verbo (de la que el presidente del Congreso es su cabeza visible) y el sector más analfabeto de Guatemala, que le llamaba cariñosamente “mi general”.

 

Las acciones encubiertas tenían como objetivo amedrentar a un electorado guatemalteco concienciado con el mensaje emitido desde todos los ámbitos políticos y sociales, nacionales e internacionales: no votar al oficialista FRG.

 

Así pudo Ríos Montt validar su candidatura, que en un principio había sido denegada por el Tribunal de Justicia. Cinco días después de emitirse el fallo, el Tribunal Constitucional, despreciando la constitución (en su artículo 186 prohíbe ser presidente a los autores de golpes de Estado), realizaba un espectacular viraje permitiendo la candidatura de Ríos Montt para las presidenciales. De esta manera podría seguir manteniendo su inmunidad parlamentaria.

 

Pero el domingo 9 de noviembre, el pueblo guatemalteco no creyó en la soflama desfasada de Ríos Montt y el FRG fue escasamente respaldado. Las promesas de acabar con los principales problemas que aquejan Guatemala (corrupción, narcotráfico, inseguridad y pobreza – hasta el 80% de la población) fueron inútiles.

 

“El fantasma de Ríos Montt se entierra y ahora la lucha democrática reside en que la misma gente que montó los incidentes del pasado julio acepte los resultados”, señaló Javier Pomés, jefe de la misión de observadores del Parlamento Europeo. En boca del FRG, el número dos Ángel Barrientos reconoció públicamente el revés electoral de su partido: “El resultado está a la vista y no tenemos nada que discutirle”, declaró.

 

Por otra parte, Pomés previno a los dos candidatos ganadores de que no caigan en la tentación de querer rescatar los votos de Ríos Montt para alzarse con la victoria. Esta declaración se produjo después de conocer en boca del ex dictador su intención: mercadear su voto y venderlo al que más lo necesite en la segunda vuelta.

 

Dicha artimaña iría encaminada a mantener su inmunidad parlamentaria y evitar que la ley alcance a los dirigentes del partido o del Gobierno implicados o procesados por corrupción. El más débil es Colom, que junto a Berger prometieron en campaña castigar los delitos del pasado. Pero el pragmatismo político y la fuerte implantación del FRG podría modificar estas promesas y conducir a alianzas entre bastidores, según señalan algunos analistas.

 

Uno de ellos, Marco Antonio Barahona, afirma que el final del FRG como partido y de la inmunidad de Ríos Montt depende de las acciones de sus opositores. “El futuro del FRG es como el de los grandes árboles que no caen de golpe sino poco a poco. Todo depende de las acciones que adopten GANA y UNE contra Ríos Montt y su partido”. Además ya existe una denuncia en trámite contra Ríos Montt por parte de la asociación Justicia y Reconciliación del Centro de Acción Legal por los Derechos Humanos (CALDH), que representa a unas 22 comunidades guatemaltecas víctimas de masacres. Entre ellas las principales etnias indígenas, que representan el 41% del total de la población del país.

 

Mateo Balín

Agencia de Información Solidaria

 

 

 

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