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La Organización Internacional del Trabajo (OIT) acaba de emitir un informe titulado "Un futuro sin trabajo infantil", con el que pretende denunciar la terrible situación de los niños y las niñas que trabajan e instar a los gobiernos de los diferentes países a que acaben con esta práctica. Se entiende por trabajo infantil aquel realizado por un niño cuya edad es inferior a la edad mínima fijada en la legislación nacional, el trabajo perjudicial para el bienestar físico, mental o moral del menor y las formas incuestionablemente peores de trabajo infantil como la esclavitud, el tráfico infantil, la servidumbre, los casos de niños soldados (más de 300.000 menores según UNICEF), la prostitución y la pornografía. Se estima que más de 260 millones de niños y niñas entre 5 y 17 años trabajan. De ellos, unos 180 millones están actualmente ocupados en las peores formas de trabajo infantil y 171 millones se juegan la vida casi a diario en el desarrollo de su trabajo. Además, unos 111 millones de niños están ocupados en trabajos no peligrosos, pero según los psicólogos, no deberían realizarlos debido a su edad, porque perjudica su desarrollo mental y físico. Todas estas cifras impiden que una gran parte de los niños del mundo no puedan acudir al colegio ni recibir una formación adecuada. Para la OIT "el trabajo infantil está vinculado a la economía informal que queda fuera del alcance de instituciones oficiales. Aunque los medios de comunicación tiendan a concentrar la atención en niños de la calle, fábricas clandestinas, explotación sexual, esos grupos son minoritarios. La mayor parte de los niños, 70%, trabaja en el sector agropecuario, en explotaciones familiares pequeñas o en plantaciones agrícolas". Los menores que trabajan en estas condiciones no gozan, ni siquiera, de la solidaridad internacional, por lo que carecen de cualquier tipo de apoyo legal. Lo mismo pasa con el servicio doméstico. En este área, trabajan sobre todo niñas a partir de 13 años expuestas la mayor parte del día a malos tratos físicos, emocionales y sexuales. Controlar o contabilizar estos casos resulta imposible pues no figuran en archivos de ningún tipo. Además, los menores son víctimas incuestionables de la marginación. Según UNICEF, uno de cada cuatro sobrevive en condiciones de extrema pobreza, en familias que no ingresan al día más de un dólar. Un 60% de estos niños se concentran en Asia y Pacífico, un 23% en África Subsahariana, un 8% en América Latina y el Caribe, un 6% en Oriente medio y Africa del norte, y un 1% respectivamente en los países del Este e industrializados. Para solucionar este problema, la OIT llevará a cabo medidas de presión a los gobiernos que amparan de forma directa o indirecta el trabajo infantil. "Es necesaria la expansión de las actividades de concienciación y movilización social, la educación y la formación de los niños, la protección y la asistencia social de los menores, el rescate y la rehabilitación de los casos afectados y el seguimiento y el cumplimiento de las normativas legales en la materia". Pero, además, hay que comprender el problema mediante investigaciones y consultas minuciosas y utilizar un enfoque integrado que combine la prevención con el rescate y la rehabilitación. Y por último, quizá lo más importante para las familias del Sur, es fundamental aplicar alternativas económicas viables para las familias antes de que los niños sean liberados del trabajo. Si no, serán las propias familias, acuciadas por las necesidades y los efectos de la pobreza, las que impidan que los menores abandonen el trabajo. Autor: Ángel Gonzalo Periodista Centro de Colaboraciones Solidarios
28 de junio de 2002
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