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20.02.02
Las trabajadoras guatemaltecas de los sectores laborales mayoritariamente ocupados por mujeres se enfrentan continuamente a abusos y discriminación sexual. Así se señala en el informe que Human Rights Watch publicó el pasado 12 de febrero. |
A lo largo de las 147 páginas del informe se hace un análisis de dos sectores: el de las empresas de ensamblaje de prendas para su exportación y el del trabajo de casa particular. Ambos dan trabajo a decenas de miles de mujeres que cosen prendas para el mercado estadounidense o son empleadas de la casa particular en la que viven.
El informe, Del hogar a la fábrica: Discriminación sexual en la fuerza laboral de Guatemala, señala también que algunos minoristas de confección estadounidenses mantienen en Guatemala contratos con maquilas -empresas de ensamblaje de prendas para su exportación- que discriminan a las mujeres embarazadas.
A menudo, el Código de Trabajo de Guatemala que protege a las mujeres frente a este tipo de discriminación, no se aplica en el sector de las maquiladoras. Además, las mujeres y niñas que trabajan en casa particular no disponen de una protección legal adecuada y con frecuencia son víctimas de abusos, incluido el abuso sexual, a manos de sus patronos.
"Las mujeres trabajadoras de Guatemala no reciben un trato justo -aseguró LaShawn R. Jefferson, Directora de la División de Derechos de la Mujer de Human Rights Watch-. Las leyes laborales del país tienen importantes vacíos, y aunque en algunos casos existe la ley, ésta no se aplica. El gobierno de Guatemala debe mejorar su trabajo respecto a la protección de las trabajadoras."
Las trabajadoras de casa particular, que en su mayoría proceden de comunidades indígenas históricamente oprimidas en Guatemala, no tienen reconocimiento legal al derecho a recibir el salario mínimo. Tampoco se les reconoce el derecho a la jornada de ocho horas o a la semana laboral de cuarenta y ocho horas, y solamente gozan de ciertos derechos en cuanto al disfrute de los días festivos nacionales y el descanso semanal. A la mayoría de estas trabajadoras se les niega el derecho a recibir atención sanitaria dentro del sistema nacional de seguridad social.
Muchas trabajadoras de casa particular empiezan a trabajar de joven adolescente. La legislación laboral guatemalteca no da una protección adecuada a las trabajadoras de casa particular menores de dieciocho años. El derecho internacional requiere que Guatemala proteja a los niños de las formas más serias de trabajo infantil, incluyendo trabajo de largas horas y empleo que les expone a riesgo de abuso sexual.
Con la expansión del sector de ensamblaje para la exportación, miles de mujeres de Guatemala, que de otro modo se habrían convertido en trabajadoras de casa particular, buscan trabajo en las maquilas: las fábricas de ensamblaje de ropa. Aproximadamente el 80% de los 80,000 trabajadores de las maquiladoras guatemaltecas son mujeres. Muchas veces, para obtener empleo en una fábrica, las mujeres deben comunicar si están o no embarazadas en entrevistas, solicitudes o exámenes médicos. A las trabajadoras que una vez contratadas quedan embarazadas a menudo se les deniega el disfrute de todos los beneficios que les garantiza la legislación guatemalteca y las maquiladoras impiden sistemáticamente el acceso de sus empleadas a la atención sanitaria a la que tienen derecho, influyendo así de manera directa en la salud reproductiva de las mujeres trabajadoras.
"Las maquilas ofrecen a miles de mujeres un empleo que necesitan muchísimo -aseguró Jefferson-, pero el precio a pagar por el puesto de trabajo nunca debería ser el sacrificar el derecho a la igualdad de la mujer trabajadora."
Entre las empresas y minoristas de confección estadounidenses que mantienen contratos con maquiladoras discriminadoras figuran Target, The Limited, Wal-Mart, GEAR for Sports, Liz Claiborne y Lee Jeans. Todos ellos cuentan con códigos de conducta o normas de contratación que prohíben la discriminación. GEAR for Sports y Lee Jeans prohíben específicamente las pruebas para determinar o descartar la existencia de embarazo.
En esta era de creciente globalización, las empresas tienen un importante papel que desempeñar en la promoción y protección de los derechos humanos universalmente reconocidos -y en particular los derechos laborales-, afirma Human Rights Watch. Según Jefferson, "hay que globalizar los derechos, no la discriminación".
Testimonios
Miriam de Rosario, de 27 años de edad, fue despedida de su empleo en la maquiladora Modas One Korea a finales de mayo de 2000. El director de personal le dijo que no podía seguir trabajando porque estaba embarazada y esto significaba que no podría trabajar horas extras, no podrían tenerla de pie durante largos períodos y no trabajaría tan duro como los demás. En aquel momento, la maquiladora producía prendas para Liz Claiborne, Inc.
Desde que emigró a Ciudad de Guatemala procedente del departamento de Totonicapán en 1995, cuando tenía 15 años, Elizabeth González, de origen k'iche', ha trabajado como trabajadora de casa particular en varias casas diferentes, enfrentándose a largas jornadas de trabajo, salarios bajos, restricciones de movimientos, abusos verbales, precariedad laboral y desprotección sanitaria. En una casa particular en la que estuvo empleada en 1996, González se levantaba a las tres o las cuatro de la madrugada para empezar a limpiar y preparar el desayuno. Su jornada terminaba a las diez u once de la noche. Cobraba al mes 400 quetzales (53 dólares) por estas jornadas de diecinueve horas. En comparación, el horario de seis de la mañana a ocho de la noche en su empleo actual -- una jornada de catorce horas -- es prácticamente un lujo. Sin embargo, explicó: "Casi no descanso siquiera un minuto. No hay horario para las comidas. Me interrumpen mientras estoy comiendo". González gana al mes 700 quetzales (93 dólares), un salario relativamente alto en comparación con el de muchas otras trabajadoras de casa particular.
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