Con Sebastián Pinheiro

El banano, ¿transgénico o ecológico?

 Entre la dependencia total y la soberanía alimentaria

 

El modelo parido por la Revolución Verde tiene por cometido producir más, no producir mejor. Impone la constante incorporación de tecnologías sin control alguno, que a su vez generan desequilibrios incontrolados. La guerra química contra las plagas es un ejemplo.

 

 

- Circuló mundialmente que el banano será una fruta en extinción si no es modificada genéticamente.

 

- Fue una noticia muy extraña. Las transnacionales tienen cada vez más una conducta mezcla de osadía y perversión. No existe una evaluación ni un análisis científico serio que sustente tal aseveración. El banano es, hoy, una de las frutas más consumidas y cotizadas en el mundo.

 

Es cierto, sí, que padece una enfermedad, la “sigatoka negra”, presente en los principales países productores. Pero, ¿quién la provoca? ¿No es acaso la propia forma del cultivo de la fruta?

 

El banano se produce en extensos monocultivos, en los que se aplican gigantescas dosis de veneno, de plaguicidas, de fungicidas, y no sólo a raíz de la sigatoka negra, ya que antes padecía otra enfermedad, el llamado Mal de Panamá. El uso intensivo de agrotóxicos generó un gran desequilibrio, a tal extremo que hoy podemos decir que el cultivo del banano es totalmente artificial.

 

Sin embargo, existen nuevas posibilidades y propuestas para el cultivo del banano, por ejemplo en el marco de un enfoque ecológico. Entonces, cuando recibimos la noticia de que el banano será transgénico o no será, debemos advertir que ésa es la perspectiva de las grandes transnacionales, empeñadas en dominar las tecnologías de reproducción, producción y todo el proceso.

 

El proceso ecológico del cultivo del banano, en cambio, da autonomía al agricultor, le permite competir con calidad y otorga viabilidad social a un cultivo que está en vías de perder viabilidad económica y biológica. Lo que hay que cambiar en la forma de producir el banano, lo cual se está llevando a cabo con gran éxito en Ecuador.

 

- ¿Conoces esa experiencia?

 

- En Ecuador ocurrió una cosa sumamente interesante. Los ecuatorianos, cuando advirtieron la presencia de la sigatoka negra, recurrieron de manera indiscriminada a los fungicidas, a tal punto que algunos productores vieron que ello les iba a consumir toda su ganancia. Es que se ingresa en un circuito por el cual cuanto más fungicidas se emplean, más resistencias genera el hongo de la sigatoka, lo que lleva a tener que aplicar mayores dosis. A partir de allí, hubo productores que comenzaron a ensayar prácticas agroecológicas, en el marco de un proceso que pasa por encontrar el equilibrio del suelo en sus propiedades físicas, biológicas y químicas para fortalecer las plantas. Se sabe que la sigatoka entra en escena cuando hay una sobresaturación de agua en el suelo, que acelera el envejecimiento prematuro de la hoja favoreciendo el desarrollo del hongo. Por ello, un suelo dotado de más materia orgánica es determinante para que las plantas presenten una mayor resistencia al hongo.

 

La segunda parte consiste en nutrir la planta a través de biofertilizantes. Los biofertilizantes no son nuevos en sí mismos, pero sí constituyen una tecnología nueva en la agricultura moderna. En Ecuador comenzaron a dar un resultado fantástico, al producir plantas sanas y resistentes con un metabolismo equilibrado.

 

La ventaja es que se está utilizando una tecnología de punta que, a diferencia de los transgénicos, se produce en la misma propiedad del productor, y no hay residuos de plaguicidas, obteniéndose un banano de calidad y más nutritivo. Un banano que tiene entre 28 y 30 por ciento más de vitaminas y minerales, y 30 por ciento más de materia seca, por lo cual se conserva mejor.

 

Reducir el uso de fungicidas conduce a nuevas opciones agrícolas. Para aquellos que disponen de las condiciones ambientales necesarias para este cultivo (los ecuatorianos, los costarricenses, los colombianos, los filipinos) lo mejor es pasar a una producción ecológicamente equilibrada. Por supuesto que para las grandes transnacionales, que tienen interés en dominar aun más el banano, crear transgénicos es lo mejor. Pero ello comporta enormes riesgos actualmente debatidos en todo el mundo.

 

Hoy podemos decir que se está en condiciones de que en diez años toda la bananicultura del planeta sea ecológica, cosa que va en el interés de la humanidad toda, de la economía mundial, de los consumidores. Y hacia allí debemos dirigir todos nuestros esfuerzos y energías. Cuando vemos que en Ecuador ya hay plantadas 30 mil hectáreas de banano orgánico, se puede concluir que un proyecto de este tipo, que a algunos puede parecerles descabellado, es perfectamente posible si se definen políticas públicas nacionales en el interés de la sociedad. La condición es que los productores, los consumidores, los gobiernos actúen en sintonía, en beneficio de todos.

 

 

Gerardo Iglesias

© Rel-UITA

3 de octubre de 2003

 

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