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AmBev, la transnacional brasileña de las bebidas, acaba de agregar otra cuenta en su rosario de adquisiciones. Esta vez fue el turno de Cervecería Suramericana S.A. (Cervesursa) perteneciente al grupo Isaías de Guayaquil, Ecuador. El negocio todavía no ha sido confirmado por ninguna de las dos empresas pero es un hecho, al punto que en la cervecería ecuatoriana ya se cambiaron algunos ejecutivos.
Con la compra de Cervesura, fabricante de la cerveza Biela, AmBev comenzará a competir con Pílsener, la marca de Compañía de Cervezas Nacionales, donde el mayor accionista (72,5%) es el grupo colombiano Bavaria, cuyas marcas captan 92% del mercado nacional.
¿Un mercado milagroso?
El consumo per cápita de cerveza en Ecuador no ha crecido desde 1995, manteniéndose en 20 litros anuales, bastante lejos de los 70 litros que se consumen en Venezuela o los 43 litros en República Dominicana. Para los defensores de las leyes del mercado -y los ejecutivos de AmBev- este estancamiento en el consumo significa un “nicho” pues existen posibilidades de crecimiento, pero las cosas pueden variar. Imaginemos que AmBev adquiere Bavaria, en ese caso lo primero que hará -como hizo en Uruguay- será cerrar una de las tres cervecerías, con el argumento de la estrechez del mercado.
De todas formas, las cifras son interesantes: Las utilidades de la Compañía de Cervezas Nacionales -ubicada en Guayaquil- llegaron en el 2001 a US$ 31 millones (22% de aumento frente a las del 2000) y las de la Cervecería Andina, también propiedad de Bavaria con sede en Quito, a US$ 6,3 millones (28% de aumento respecto al 2000).
¿Cómo es posible que en un mercado que no crece si lo hagan las ganancias? Ese aumento superior al 22%, de algún lado sale. Es posible la calidad del producto tenga algo que ver, pero lo que es indudable es que las ganancias provienen fundamentalmente de dos fuentes. La primera es el precio, es decir, que el consumidor esté pagando un monto excesivo debido a una serie de aumentos en el precio del producto que explican el aumento del lucro. La segunda, es que se logre elaborar la misma cantidad de hectolitros de cerveza con menor costo. Aquí es donde entra el tema de las nuevas tecnologías y maquinaria, ambas no significan otra cosa que producir la misma cantidad, pero con un sensible ahorro en los costos, entre otros, los de la mano de obra. Mano de obra que en su enorme mayoría se trata de asalariados con contratos a término, es decir sin estabilidad, por ende sin derecho a sindicalizarse y, en consecuencia, sin derecho a negociar colectivamente. Esta desregulación laboral -y no el aumento del mercado que tanto pregonan los economistas neoliberales- es lo que llevó a Bavaria a invertir en la compra de maquinaria y publicidad para su marca Pílsener Ligth e invertir US$ 3 millones para introducir al país el agua purificada Manantial.
Ya se escuchan voces en Ecuador anunciando que la ruptura del casi monopolio de Bavaria (92% del mercado) con el ingreso de una empresa poderosa como AmBev, traerá incontables beneficios. Conocemos lo suficiente de la política laboral de AmBev como para pronosticar que la adquisición de Cervesursa no significará ninguna mejora para sus trabajadores. Por el contrario, habrá reestructuras y tercerizaciones, con los consiguientes despidos de personal, a lo cual se sumarán los Círculos de Control de Calidad (que AmBev denomina Células de Calidad), etc. Y es lógico predecir que la postura de Bavaria frente a sus trabajadores, ahora que tiene que enfrentar una fuerte competencia, también se endurecerá.
Con esta nueva adquisición, AmBev, que el año pasado tuvo una ganancia líquida de US$ 427,5 millones, tratará de imponer en Ecuador su marca Brahma y continuará su marcha hacia México, mercado que al parecer se encuentra en sus planes inmediatos. Por su parte, Bavaria también apuesta a la expansión y acaba de anunciar una inversión para los próximos cincos años de US$ 225 millones, para instalar varias plantas en América del Sur.
Enildo Iglesias © Rel-UITA 1º de diciembre de 2003
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