Uruguay
Dios los
cría y ellos se juntan
Caputto y
Wall-Mart
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Citrícola Salteña (Naranjales Caputto) produce cítricos en Uruguay los cuales
exporta, entre otros países a Inglaterra, donde son distribuidos por
Wall-Mart. Mientras esta
transnacional estadounidense de tiendas minoristas es una verdadera
transnacional (opera en numerosos países) Caputto recién está dando sus primeros
pasos en esa dirección, con plantaciones en Argentina y una oficina en España
para atender sus negocios en Europa. La principal característica de estos dos
socios es su antisindicalismo cerril y, en consecuencia, la más despiadada
explotación de sus trabajadores y trabajadoras. Veamos parte de su record:
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Wall-Mart
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Wall-Mart
se jacta de bajar el costo
de vida en aquellos países donde opera, lo cual
constituye un engaño descarado. Cuando la cadena se instala en una
ciudad, ofrece productos y servicios a precios que la competencia
no puede igualar. Cuando los pequeños comercios (farmacias,
almacenes, ferreterías) se ven obligados a cerrar,
Wall-Mart no
resiste la tentación de aumentar sus precios. El resultado es que
en lugar de bajar el costo de vida, está bajando el
nivel de vida.
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Un
estudio realizado el año pasado en el sur de California, muestra
que si Wall-Mart
instalara sus supermercados en esa región, los trabajadores
perderían en salarios y beneficios 1.400 millones de dólares
anuales.
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También en EE.UU., con el respaldo de la poderosa organización
empresarial International Mass Retailers Association,
Wall-Mart pelea
para que no se aumente el salario mínimo, no se apliquen medidas
de seguridad en el trabajo, ni se aprueben nuevos beneficios en la
ley de pensiones.
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En
Alemania Wall-Mart
se negó a integrar la organización de empleadores, lo cual
colocaría a sus trabajadores bajo el amparo del convenio sectorial
existente. Miles de trabajadores y trabajadoras tuvieron que
recurrir a la huelga para que el sindicato fuera reconocido y
firmar un convenio colectivo.
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En
China, 70 millones de jóvenes mujeres trabajan entre 14 y 18 horas
diarias, con 15 minutos para comer y duermen hacinadas en las
fábricas. Son las dagonmei,
tienen menos de 25 años (de lo contrario sólo pueden trabajar si
traen a su hijo para que lo haga gratis) y ganan menos de dos
dólares diarios. Muchas de ellas fabrican bolsas para
Wall-Mart.
Estamos investigando si las mallas para uno y dos kilos de fruta,
en las cuales Caputto exporta sus naranjas, son fabricadas en
China.
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La
política de Wall-Mart
también se ensaña contra todo lo popular menos, claro está, el
negocio. La Asamblea Popular de Villa Pueyrredón (Buenos Aires,
Argentina) declaró el pasado marzo un boicot al hipermercado
Wall-Mart,
debido a que este tapó con pintura un mural que recordaba los
detenidos-desaparecidos durante la dictadura en la fábrica Grafa,
que funcionaba en el predio que hoy ocupa el hipermercado. La obra
(junto a otros 47 murales) había sido declarada de interés para la
Ciudad por la Legislatura.
Caputto
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Una de las formas encontradas por Caputto para combatir al
sindicato (y de paso abaratar costos) es utilizar subcontratistas
durante la cosecha. Estos subcontratistas -y por lo tanto Caputto-
violan el principio de “a igual tarea igual remuneración”, pues
cada uno de ellos paga salarios diferentes, que oscilan entre $ 50
y $ 70 (US$ 1,78 y 2,14 respectivamente) por día. Muchos de estos
subcontratistas no inscriben a sus trabajadores en el Banco de
Previsión Social, o lo hacen a su ingreso y a los pocos días les
dan de baja. La necesidad obliga a los trabajadores a trabajar “en
negro”, pues con sus magros salarios, aportar al BPS significa
llevar un bocado menos de comida a sus hogares. Por su parte, los
trabajadores contratados directamente por Caputto ganan poco más
de $ 100 diarios (US$ 3,57) de lo cual se deduce que la diferencia
entre este salario y el que paga el subcontratista es la ganancia
de este último. Dicho de otra forma: la ganancia de los
subcontratistas sale de los bolsillos de los trabajadores.
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Una situación grave, por su peligrosidad, se presenta con la
llamada “camisa naranjera”, bolsa que el trabajador cuelga de su
cuello y ata a la cintura, donde carga hasta 70 kilos de fruta.
Con esa carga sube y baja la endeble escalera confeccionada con
varejones de álamo. La utilización de la “camisa naranjera” puede
calificarse de criminal, pero los trabajadores, cuyo salario
ocasionalmente se establece por rendimiento, argumentan que
prohibir su utilización significaría una rebaja en sus ya
menguados ingresos.
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Las condiciones de trabajo son riesgosas (intoxicaciones, caídas
de las escaleras, cortes, etc.) como los contratistas no tienen
registrados a sus trabajadores en el Banco de Seguros del Estado,
en caso de accidente o enfermedad, cada uno tiene que arreglarse
como pueda.
Esta
es una lista necesariamente incompleta de las condiciones salariales
y de trabajo de 2.000 trabajadores uruguayos (entre cosecha y
packing llegan a 5.000) olvidados por el Ministerio de Trabajo y las
autoridades nacionales y departamentales. Mientras tanto, Jorge
Caputto, Gerente General de Naranjales Caputto, reconoce que su
representada efectuó el 45% de las exportaciones uruguayas de citrus
durante el año pasado (este año espera exportar por US$ 20 millones)
lamentando las trabas para exportar a EE.UU. por falta de lobbystas
en ese mercado(2).
Argumenta que “existe buena voluntad en los ministerios de Ganadería
y Exteriores, pero que el problema es la falta de infraestructura;
no hay agregados agrícolas en las embajadas y no hay presupuesto
para contratar lobbystas”. Lo que el Sr. Caputto pretende es que una
parte de los ingresos del Estado (producto de los impuestos que
todos nosotros pagamos) se destinen a facilitar sus exportaciones y
a incrementar sus ganancias. Que estas ganancias se originen en gran
medida en la explotación desmedida de sus trabajadores, al Sr.
Caputto no le interesa, pretendiendo que tampoco le interese al
resto de la sociedad. Sin embargo, a la sociedad sí le interesa que
se destinen partidas presupuestales que permitan una mayor cantidad
de inspectores de trabajo que fiscalicen y corrijan las aberraciones
anteriormente reseñadas.
Finalmente, el diccionario define lobby como:
grupo de personas dotadas de
influencia y que pueden presionar en asuntos políticos,
y el tema de los trabajadores uruguayos del citrus es, por encima de
cualquier otra consideración, un tema político. Por lo tanto, como
organización sindical, utilizaremos nuestra legítima capacidad de
lobby para denunciar en EE.UU. y Europa las violaciones a los
derechos humanos y sindicales tanto en Naranjales Caputto, como en
su socio Wall-Mart.
Enildo Iglesias
Convenio Siete sobre siete – Rel-UITA
26
de agosto de 2003
(1)
Brecha, 10.07.03
(2)
El Observador, 10.08.03
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