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FORO
SOCIAL MUNDIAL DE PORTO ALEGRE
SÍ,
OTRO MUNDO ES POSIBLE
El
Foro Social Mundial (FSM) celebrado entre el 25 y el 31 de enero en la
Pontificia Universidad Católica de Porto Alegre se cerró con un acto
multitudinario en el cual miles de asistentes proclamaron que “Otro mundo es
posible”. Esta misma ciudad del sur de Brasil volverá a ser la sede del próximo
FSM en enero de 2002.
La
asistencia al FSM superó las previsiones de los organizadores que esperaban la
mitad de todo: de participantes, de delegados y de periodistas. Algunos números
para tener una idea más concreta: hubo 20 mil asistentes, 4 mil delegados
procedentes de 120 países, 2 mil periodistas de los cuales 400 extranjeros. Sin
duda, desde este punto de vista el FSM fue un éxito arrollador. Y lo fue desde
el primer día, cuando se hicieron presentes al acto de inauguración figuras
internacionales como el argelino Ben Bella, líder histórico de la lucha por la
independencia de su país, y personalidades locales de la talla de Luiz Inácio
“Lula” da Silva, presidente ad honorem del Partido dos Trabalhadores (PT)
brasileño, largamente ovacionado por el público, quien durante su intervención
como panelista en una conferencia desarrollada en el auditorio principal expresó
que “es relativamente fácil decirles no
a las multinacionales”, recordó que el gobernador actual del estado de
Rio Grande do Sul “fue elegido porque
prometió que no le daría dinero a las multinacionales”, y agregó que “En
30 años de lucha sindical y 21 de participación política partidaria nunca vi
una reunión como ésta, que sólo podría ser promovida por instituciones que
no tienen disputas internas o vanidades en juego”.
Tarso
Genro, alcalde de Porto Alegre, defendió durante su alocución “Una
sociedad de hombres y mujeres que quieren justicia social y cooperación,
rechazan la manipulación mediática y se orientan por la solidaridad y no por
la economía o el capital”. El gobernador del estado de Rio Grande do Sul
cuya capital es Porto Alegre, Olívio Dutra (PT), afirmó por su parte que el
FSM “es el espacio que necesitábamos
para rescatar el patrimonio más valioso que se haya edificado a lo largo de la
historia: la solidaridad, y el instrumento que precisábamos para afirmar
mundialmente la ética en la política y la democracia en la acción social”.
El
acto de inauguración fue cerrado por una bailarina negra que, con el torso
desnudo, danzó sobre el fondo sonoro de un texto del escritor uruguayo Eduardo
Galeano. Las actividades de la inauguración se completaron con una marcha de
los miles de asistentes al FSM desde la PUC hasta el centro de Porto Alegre. Fue
una manifestación festiva, plena de colores, de música, de consignas de
esperanza y de solidaridad que impactó a toda la ciudad.
Fueron
cerca de 400, y algunos de ellos tuvieron participantes de primera línea, como
Jacques Chonchol, quien fuera ministro de Agricultura del asesinado presidente
chileno Salvador Allende, Danielle Miterrand, viuda del ex presidente de
Francia, François Miterrand, Samir Amin, periodista egipcio reconocido por sus
análisis internacionales, José Bové, productor agrícola francés, miembro
del sindicato Confederación Campesina y mundialmente conocido por haber
desmontado un local de McDonald’s en 1999, Bernard Cassen, director ejecutivo
del periódico Le Monde Diplomatique, José Lutzemberger, presidente de la
asociación brasileña Gaia y Premio Nobel Alternativo, entre otras
personalidades.
Los
temas que concitaron mayor interés de la asistencia fueron los vinculados a la
agricultura, tales como la reforma agraria, el sistema internacional de precios,
los transgénicos, necesidad de servicios públicos para los agricultores y
trabajadores agrícolas y la crítica al modelo productivo dominante; los
financieros, como improcedencia de la deuda externa, la aplicación de la tasa
Tobin, relación entre capitalismo, neoliberalismo y especulación financiera
entre muchos otros. En fin, en Porto Alegre se debatió sobre casi todo. No
estuvieron ausentes aspectos como los temas de género, etarios y de etnia. En
ese sentido, el campamento abierto para la juventud durante los días del Foro
recibió a 2 mil jóvenes, y el de los indígenas cerca de 500 personas llegadas
de distintas regiones de América Latina. Mientras algunos criticaron el escaso
espacio abierto en la sede central del FSM a los jóvenes y los indios, las
mujeres reclamaron más dedicación a sus temas en los próximos encuentros. No
estuvieron ausentes aspectos como el ambiente, los desarrollos urbanos, el papel
del arte en la sociedad, la utilización libre del software entre centenares de
otros temas.
La
implementación urgente de una reforma agraria, la revalorización del campo y
la financiación de la agricultura familiar fueron las propuestas unánimes
avanzadas por los conferencistas del panel “Cómo garantizar las múltiples
funciones de la tierra”, que estuvo presidido por el director del Instituto
Nacional de Ciencias Agronómicas de Vietnam, Dau Thê Thuan.
Dau relató la muy interesante experiencia de su país donde no existe la
propiedad de la tierra sino que simplemente se reconoce el derecho a trabajarla
a quien lo viene haciendo ancestralmente. Se trata del llamado “derecho de
uso” que elimina cualquier especulación o uso mercantil de la tierra, y
reconoce que su interés primordial es la producción de alimentos. Asimismo,
Dau explicó que en Vietnam, como consecuencia de tantos años de guerra y
colonización, se aplicaron todos los modelos productivos conocidos, pero que el
único que resolvió el problema del hambre fue la agricultura familiar. "Nuestro
problema es que no tenemos tierra agrícola suficiente; la proporción es de 10
personas/hectárea. Pero con la agricultura familiar pasamos a ser el segundo
exportador mundial de arroz y el tercero de café”, afirmó Dau.
Jacques
Chonchol, por su parte, en primer lugar propuso la revalorización de la política
pública en el sector agrario: “Ya ha
sido comprobado que el sector privado no atiende las necesidades básicas de la
mayoría de la población”, expresó. Además, el ex ministro de
Agricultura de Salvador Allende, propuso orientar la producción hacia el
desarrollo local y facilitar el acceso de los agricultores al crédito y a la
información. Según Chonchol, una de las políticas más importantes que debería
ser desarrollada es la revalorización del espacio rural: “Tenemos
que incentivar actividades no agrícolas que puedan garantizar la variedad de
servicios profesionales a la población rural y reoxigenar el espacio del
campo”, enfatizó.
Otra
de las panelistas, la economista y profesora de la Universidad Federal de
Pernambuco, Tânia Bacelar, señaló que en su opinión el debate debe
contemplar dos funciones esenciales de la tierra: la de un habitat donde las
especies deben coexistir en equilibrio, y la de medio de producción. Según
Bacelar, “La naturaleza es la morada de
nuestra especie y la Tierra un espacio común con otras. Así, es necesario
tener conciencia de que la acción de unos afecta a los otros”. Agregó
que, además de habitat para la humanidad, “la
tierra también debe ser vista como medio de producción, que asegure la
reproducción de las generaciones futuras y genere renta para la supervivencia.
El mercado y el uso público de la tierra no son incompatibles. En Vietnam están
haciendo eso. Los agricultores negocian sus productos, pero el carácter de bien
público de la tierra está garantizado”.
Transgénicos
En
el marco de la conferencia “Cómo traducir el desarrollo científico en
desarrollo humano”, descolló la intervención del Premio Nobel Alternativo
José Lutzemberger. El ecologista brasileño destacó que la ciencia no es más
que un diálogo limpio y honesto sobre el misterio de la existencia humana, y
afirmó que tal misterio está basado en leyes racionales. Para Lutzemberger, “si en la ciencia hay mentira o engaño, entonces, por definición, ya
no es ciencia. La tecnología está hecha de engaños –agregó-, y es utilizada a favor del sistema económico para estimular un
consumo desordenado, creando falsas necesidades, falsos conceptos. Modifica
modelos de comportamiento para obligar a las personas a consumir. El resultado
de esta acción es lo que llamó como Política de Obsolescencia Planificada,
que no tiene nada que ver con atender a las necesidades humanas, y sí a los
intereses del sistema económico globalizado. En el modelo económico dominante,
los productos ya son creados con el objetivo de tornarse rápidamente obsoletos,
generando una falsa necesidad en las personas de sustituir algo que todavía
puede ser utilizado. La tecnología –denunció Lutzemberger- es
una religión fanática, mesiánica, que consiguió aquello que no lograron el
islamismo o el cristianismo: conquistar el planeta Tierra”. Partiendo del
dogma de que la tecnología es el desarrollo, “hicieron
creer al mundo de que quien tiene la tecnología tiene la razón. Así
dividieron al mundo en países desarrollados y subdesarrollados imponiéndoles a
éstos el objetivo de alcanzar el estatus tecnológico de aquellos, como si esto
fuese lo mejor para esos países. La economía globalizada –agregó
Lutzemberger- da la falsa idea de que las fuerzas del mercado pueden resolver todo,
pero el mercado es ciego para con los pobres, ciego para las generaciones
futuras porque no preserva la Tierra, y ciego con la vida”, finalizó.
Uno
de los puntos más altos del FSM fue el puente televisivo en directo que se
estableció entre los foros de Davos, en Suiza, y Porto Alegre, que se
desarrollaron simultáneamente. En cada uno de ellos se integró un panel con el
objeto de exponer ideas con respecto a la globalización, el comercio mundial,
las transacciones financieras internacionales y la biotecnología. En Davos, el
panel fue integrado entre otros por el archifamoso especulador financiero
internacional George Soros, John Ruggie, uno de los principales consultores de
las Naciones Unidas, y Björn Edlud, presidente de la transnacional sueca ABB,
uno de los más grandes fabricantes de maquinaria pesada del mundo,
especialmente de turbinas para represas hidroeléctricas.
Contrastando
con la homogeneidad y formalidad de Davos, en Porto Alegre se integró un panel
muy variopinto que incluyó a Sandra Cabral, de la Central Única de
Trabajadores de Brasil (CUT), Nijoki Njehe, de la ONG “50 años es
suficiente”, de Estados Unidos, Bernard Cassen, de la ONG Attac, Trevor
Ngwate, abogado de Sudáfrica, Hebe de Bonafini, de Madres de la Plaza de mayo
de Argentina, DIAN Matte, de la Marcha Mundial de las Mujeres, entre otros.
Si
el FSM resultó una experiencia extraordinaria en la cual se reunieron para
debatir sindicatos de todo tipo, ONG de muchos orígenes, asociaciones de
ciudadanos, intelectuales, campesinos, obreros, jóvenes, indios, legisladores y
autoridades locales de muchas ciudades del mundo, el debate entre Davos y Porto
Alegre, probablemente, constituyó un momento histórico, en el cual por primera
vez los desposeídos, los que rechazan el neoliberalismo y la mercantilización
de la vida pudieron expresar en la cara de esos representantes de los poderosos,
lo que significa vivir del lado de los frágiles, de los pobres del mundo.
La
realidad relatada por los panelistas de Porto Alegre, y la ausencia total de
respuesta de Davos a las propuestas que allí se hicieron, como la anulación
inmediata de la deuda externa de los países del Sur (ya varias veces pagada por
los intereses), o la aplicación de la tasa Tobin (un impuesto mundial de 0,1% a
las transacciones financieras internacionales cuya recaudación permitiría
acabar con la pobreza del planeta en un año), resultaron un momento
privilegiado en la historia de las luchas sociales por un mundo más justo.
Es
posible que en enero de 2001 haya nacido en Porto Alegre un nuevo movimiento
internacional. Seguramente, no todas las ideas que allí circularon son
compatibles, ni tienen la misma envergadura o la misma seriedad, pero resultó
sencillo comprobar que los damnificados del mundo nos parecemos mucho más entre
nosotros de lo que nos dejan creer los poderosos. En principio, dos
constataciones surgen del encuentro en el Foro Social Mundial: que la diversidad
no es un obstáculo sino una enorme riqueza, y que escuchar es tan importante
como expresarse.
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