Uruguay
Con el
diputado Gustavo Guarino
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Las crisis financieras
pasan, los transgénicos se quedan
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El
ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Martín Aguirrezabala, será
interpelado el martes 19 en la Cámara de diputados. Deberá responder acerca de
cuáles fueron los fundamentos del gobierno para autorizar la liberación del maíz
transgénico Bt en Uruguay, contra la opinión de numerosas instituciones
académicas y organizaciones sociales. El diputado interpelante, Gustavo Guarino,
explicó a BRECHA las razones de su iniciativa. |
La
voz del amo
El lunes 11
tuvo lugar la audiencia judicial relativa al recurso de amparo
presentado por la Asociación de Productores Orgánicos del Uruguay (APODU),
solicitando que se impida la siembra de maíz Bt que debería ocurrir
en setiembre hasta tanto no se haya agotado el debate que su
aprobación ha provocado. Para sorpresa de los demandantes, el MGAP
sólo había presentado como prueba cuatro carpetas elaboradas por la
empresa Monsanto, y en inglés. La jueza actuante otorgó un plazo de
cinco días para que el ministerio presente una prueba útil. Desde la
coordinadora de instituciones y organizaciones sociales que se
oponen al maíz Bt se pregunta públicamente si esas cuatro carpetas
son toda la base sobre la cual se tomó la decisión; y si no lo es,
con qué se contrastó la posición de la Monsanto y dónde están los
resultados de los ensayos de campo que se deberían haber efectuado
en el territorio uruguayo. |
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Representante por Cerro
Largo, Gustavo Guarino es también ingeniero agrónomo y productor ganadero. Fue
miembro del Partido Comunista desde su juventud y durante la dictadura se exilió
en México. Desde CONFA integró el elenco de gobierno municipal de Rodolfo Nin
Novoa siendo el único edil frenteamplista en Cerro Largo. Posteriormente se
conformó la Alianza Progresista por la cual hoy es parlamentario. Guarino vive a
la hora del campo, y se nota que piensa desde ese mismo lugar.
- ¿Por qué razón
interpelará al ministro de Ganadería y Agricultura?
- Si bien se esperaba que
el gobierno aprobara finalmente este maíz transgénico, nos sorprendió el momento
y el procedimiento que se utilizó. Pocos díass antes el entonces ministro
Gonzalo González había estado en la Comisión de Ganadería, y si bien manifestó
en esa ocasión cierta predisposición a liberar el cultivo, en ningún momento
nos dejó ver que esa resolución era inminente. Nos pareció claro que el ministro
aceptaba la evidencia de que era necesario un debate más amplio y profundo que
atendiera la enorme cantidad de dudas que levanta en diversos ámbitos de la
sociedad uruguaya este organismo genéticamente modificado (OGM). Para comprobar
si el rumor de que la resolución estaba firmado era cierto tuvimos que hacer
prácticamente una investigación policial porque no fue publicada en la página
web de la Presidencia como lo son todas las demás resoluciones. Cuando tuvimos
la comprobación promovimos en el plenario de la Cámara un debate que culminó con
una decisión aprobada por mayoría de que se solicitara al ministerio que dejara
en suspenso esa resolución hasta tanto no se evaluara el tema en un ámbito más
amplio. Después de un tiempo prudencial sin ninguna respuesta, decidimos
plantear la interpelación.
- ¿Por qué se opone a
la liberación del maíz Bt?
- En primer lugar
cuestionamos el procedimiento, porque decidir algo así con tanto sigilo es
profundamente negativo para el país, y específicamente relacionado con el maíz,
porque la forma de reproducción (polinización abierta) puede contaminar al resto
de maíz que se plante en Uruguay. También porque esto puede abrir las puertas a
la consolidación de la utilización de transgénicos en el país, cuando en
realidad lo que precisamos en este momento es desarrollar mucho más nuestras
fortalezas, y una de ellas es nuestra capacidad de generar producción llamada
“natural”. No concebimos una decisión de esta envergadura quede restringida a un
grupo muy reducido de técnicos que asesora a un par de ministros y pronto. Los
ministros pasan, como pasó el que firmó la resolución casi como último acto de
gobierno. ¿Dónde estará él si mañana comprobamos que nos apresuramos con esta
decisión? Esto se debe encarar con mucha más seriedad, más participación. Asumo
parte de la responsabilidad, porque creo que el Parlamento estuvo bastante
alejado de todo esto, fuimos relegando el tema hasta que ahora nos encontramos
ante el hecho consumado.
Por otra parte, es notorio
que no hubo una evaluación nacional, y que toda la evaluación técnica se
sustenta sobre la información presentada por la transnacional que tiene la
patente de este Mon 810 (Monsanto). Es evidente que nuestros productores de maíz
no tienen dificultades de competitividad ante los argentinos por un problema de
plagas, sino porque ellos tiene suelos con cuatro y cinco metros de profundidad
utilizable, mientras los nuestros tienen 40, como máximo 80 centímetros. Es
falso que el maíz Bt aporte más competitividad. Pero además, si la producción
convencional será amenazada por este cultivo transgénico, la producción orgánica
se hace casi imposible, e incluso compromete la certificación de la carne
ecológica que actualmente se exporta. En ese mercado el prestigio de Uruguay es
creciente en el mundo. Como dijo el senador José Mujica, nuestro país es uno de
los pocos que quedan en el mundo con vacas que comen pasto y conocen toro.
Desperdiciar este potencial es inconcebible.
- ¿Qué otros aspectos
son dudosos en este caso?
- Es esencial conocer qué
riesgos ambientales pueden presentar estos cultivos. Hay abundante información
que advierte sobre las posibles consecuencias sobre la biodiversidad que aún no
han sido debidamente analizadas, al igual que los efectos que el consumo de
estos OGM puede ocasionar en la salud humana. Pero además hay otro aspecto
importante, y es que estas innovaciones productivas vienen atadas a paquetes
tecnológicos que después generan una enorme dependencia de las empresas que
producen monopólicamente estos productos, protegidos por un férreo sistema de
patentes que abarca los insumos imprescindibles para usar las semillas
transgénicas. El caso del arroz uruguayo es un ejemplo clarísimo de cómo se ha
trabajado con éxito en la obtención de semillas de alta calidad, de manera
participativa entre investigadores y productores, y se ha alcanzado un sistema
equilibrado de costos. Si entraran los transgénicos es probable que todo eso se
termine. Por eso los productores no deberían aceptar ciegamente los OGM, por lo
menos sin conocer lo que se ha vivido en otros países como Estados Unidos y
Canadá donde un puñado de trasnacionales controla casi el 90 por ciento de la
producción de transgénicos.
- ¿Qué relación hay
entre el modelo agrícola que adopta un país y el sistema social que construye?
- Es una relación muy
fuerte. Uruguay depende del campo, pero desgraciadamente la cultura dominante
–urbana- ha dejado de lado los valores campesinos. No es común que la gente esté
preocupada por lo que pasa en el agro, aunque se enoja con razón porque sube la
carne. En el Interior todavía se está más pendiente, pero en Montevideo la
realidad del agro es algo ajeno. Tampoco hay políticas consecuentes de
desarrollo, de apoyo a la producción sostenible en la agropecuaria. El país
productivo que concebimos hoy lo es con base en la producción de alimentos, en
un mundo en el cual se comienza a revertir la desvalorización de la materia
prima. El pinchazo de los diversos modelos de desarrollo basados en la
industrialización extrema ha provocado una relativa recuperación de otro modelo,
incipiente, que apunta a la producción y consumo de alimentos sanos, orgánicos,
cuya demanda no ha cesado de crecer en los últimos diez años. Y Uruguay tiene
ventajas comparativas para eso.
- ¿Cómo se fundamenta,
entonces, la decisión del gobierno?
- Es la gran pregunta que
uno se hace. Cuando vemos que se pronunciaron en contra la Facultad de
Agronomía, las agremiaciones rurales, organizaciones sociales y ambientalistas,
entonces nos cuestionamos con más fuerza las motivaciones del gobierno para
aprobar el maíz Bt. Hay una constante tozudez, de negación en este elenco
gubernamental. El actual ministro asegura que él cree que el Mon 810 no le hace
nada a la ganadería, no le hace nada al medio ambiente, no le hace nada a la
salud, y en campaña se dice siempre que “No pasa nada, salvo que pase”. Esto es
igual: él cree que no pasa nada pero, ¿y si pasa? La angustia que esto crea es
que estos personajes mañana ya no estarán, nadie se acordará de ellos, pero nos
pueden dejar embarcados en un camino irreversible que puede tener gravísimas
consecuencias, pueden meter al país en un mundo completamente equivocado.
- Desde el ministerio
se deja entender que este tema se ha “partidarizado”.
- Quien introdujo este
tema en la Comisión de Ganadería fue el diputado Roberto Arrarte, del Partido
Nacional, quien lo viene siguiendo con mucha atención desde hace tiempo. El
Partido Nacional, el Nuevo Espacio y el Partido Independiente han apoyada la ya
mencionada resolución de la Cámara. Éste no es un tema del Encuentro
Progresista. Tal vez mi preocupación con el tema me haya empujado a cometer
algún error de apresuramiento, no lo sé. La gente lo ve como un problema lejano,
ajeno, y más con la angustia económica que se está viviendo actualmente. Sin
embargo yo creo que es uno de los temas más importantes que han pasado por este
período. Le dije al ministro en la comisión que incluso la terrible crisis
financiera que vivió el país es menos grave que esto, porque las crisis tarde o
temprano pasan. Dejan daños, pero se absorben. Esto no pasa. Si metemos al país
por el camino del alineamiento detrás de tres o cuatro transnacionales que
tienen la manija e este tema, no podremos avanza en investigación biotecnológica
propia y perderemos las ventajas comparativas importantes que hoy tenemos. Esto
no puede ser partidario, esto debe ser de todos los uruguayos.
Carlos
Amorín
Semanario Brecha
8 de agosto 2003 |