URUGUAY: ¿Natural o Transgénico?
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Todo ser humano tiene derecho a la
alimentación y al acceso a un alimento sano y nutritivo. Asimismo, los países y
los pueblos tienen derecho a mantener su soberanía alimentaria, es decir, a
decidir cómo alimentarse dentro de sus patrones culturales y ejerciendo control
en todo el proceso productivo.
Hoy en día la mayor parte de los
alimentos en el mundo es producida con una cantidad abrumadora de agrotóxicos,
antibióticos y hormonas. Las empresas que fabrican y comercializan esos
productos manifestaron durante décadas que con su utilización se resolverían los
problemas de la agricultura, se acabaría con el “hambre en el mundo” y, además,
afirmaban que eran inocuos para la salud humana y el ambiente.
El informe de FAO sobre Inseguridad
Alimentaria en el Mundo de 2000, plantea:
-
se mantiene un conjunto de países en
situación de carencia alimentaria desesperada;
-
que el planeta produce lo suficiente
para alimentar a 7 mil millones de habitantes, siendo la población mundial
actual de alrededor de 6 mil millones y medio de personas;
-
América Latina produce más alimentos
de los necesarios para satisfacer las necesidades de toda su población, pero
cerca del 50 % de los latinoamericanos tiene una dieta desequilibrada e
insuficiente, debido a que los ingresos no están equitativamente distribuidos
y la pobreza es muy aguda;
-
800 millones de seres humanos en el
mundo sufren desnutrición crónica;
-
500 millones de mujeres viven en
pobreza extrema;
-
11 millones de niños mueren al año por
desnutrición.
A pesar del fracaso de la Revolución
Verde, hoy las mismas transnacionales justifican los organismos genéticamente
modificados (OGM), con similares argumentos que hace 40 años utilizaron para
vendernos agrotóxicos.
Situación de los
transgénicos en Uruguay
Optar por el uso o no de los cultivos
transgénicos en el Uruguay es estratégicamente vital para un país que tiene al
sector agropecuario como uno de los principales soportes de su economía.
En agosto de 2000 se promulgó el Decreto
249/000, que establece distintos procedimientos a los efectos de liberar la
autorización, uso y manipulación de organismos transgénicos. Uno de los aspectos
más relevantes que plantea el decreto es la creación de una Comisión de
Evaluación de Riesgos de Vegetales Genéticamente Modificados, integrada por los
Ministerios de Ganadería, Agricultura y Pesca; de Salud Pública; de Vivienda
Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente; el Instituto Nacional de Semillas y
el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria. También en ese decreto se
prevé el mecanismo de la audiencia pública, para que antes de adoptar
resoluciones dando autorización de ingreso de nuevos eventos, se presenten los
resultados de la evaluación de riesgo, con la finalidad de que cualquier
interesado pueda acceder a esa información y a su vez formule por escrito las
apreciaciones que considere oportunas.
En setiembre del pasado año se realizó
la primera audiencia pública referida a la liberación o no del “evento
Mon 810 de maíz” de la transnacional Monsanto, en una
dependencia del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). La
audiencia fue suspendida por parte de los organizadores, debido a que tanto los
mecanismos utilizados para la organización de la reunión, como los
procedimientos para que los concurrentes participaran dando sus opiniones, antes
que propiciar obstaculizaban la participación. Esta situación generó protestas y
reclamos por entenderse que se trataba de un atropello al derecho de expresión
y, frente a las protestas, los organizadores suspendieron la audiencia.
Contradicciones insólitas,
¿o no tanto?
La Comisión de Evaluación de Riesgos de
los Organismos Genéticamente Modificados, que evalúa “los riesgos sobre
bases científicas que considere su impacto en el ambiente y en particular en la
diversidad biológica, tomando también en cuenta los eventuales efectos sobre la
salud humana y animal y la sanidad vegetal”, está constituida por personas
que han demostrado en conferencias, seminarios y medios de comunicación de
nuestro país, que tienen una posición decididamente favorable a esta tecnología,
siendo “puntas de lanza” para la instalación de la misma en la agricultura
uruguaya. Por lo tanto, pocas o ningunas garantías de ecuanimidad nos ofrecen
esos integrantes.
El “evento Mon 810 de maíz” de la
transnacional Monsanto (maíz Bt) es resistente a la plaga
Barrenador del tallo europeo, cuyo nombre científico es Ostrinia nubilalis
y en su informe la Comisión de Evaluación de Riesgos recomienda su utilización
en Uruguay. Lo insólito es que esta plaga no existe en el país. Es decir, se
quiere introducir un transgénico para resolver un problema sanitario que no
existe en la agricultura uruguaya. Es como traer vacunas contra la malaria,
cuando esa enfermedad no se manifiesta en nuestro país.
El decreto establece que las
instituciones con potestad para tomar una decisión final al respecto son los
ministerios de Ganadería y de Economía, reduciendo la participación de los demás
al ámbito “consultivo”. Esto es cuestionado por ONGs, sindicatos y ciudadanos
interesados en el tema, quienes entienden que debería existir una participación
más amplia para debatir y fiscalizar todo el proceso de evaluación y la toma de
decisiones. En esta, como en otras ocasiones, cabe recordar el concepto de
Albert Einstein: “Deberíamos estar alertas para evitar sobrestimar la
ciencia y los métodos científicos cuando estamos hablando de problemas humanos,
y no deberíamos suponer que los expertos son los únicos que tienen derecho a
expresarse sobre cuestiones que afectan a la organización de la sociedad”
¿Qué dicen los principales
sectores productivos?
El arroz es el principal cultivo
agrícola del Uruguay. El presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz,
ha señalado en varias ocasiones que el sector no apoya la introducción de arroz
transgénico, pues esto tendría como consecuencia perjuicios comerciales a nivel
de exportación y, además, afectaría la biodiversidad.
Por otro lado, diferentes protagonistas
del principal sector exportador de nuestra agropecuaria, el ganadero, han dado
sus opiniones. Roberto Symons, integrante de la Asociación Rural del Uruguay (ARU)
señaló(1):
“Uruguay ha trabajado la imagen de productor de alimentos naturales, por lo
cual con los transgénicos se puede poner en riesgo este logro de todos”.
Asimismo comentó, “el maíz Bt, en el mediano plazo se puede transformar en
una barrera comercia”l. (…) “el maíz no es un cultivo de mayor
importancia en nuestro país, además existen variedades que ya se utilizaban que
dan muy buen resultado”.
También la Federación Rural, a través de
algunas de sus afiliadas en el país, ha señalado que basándose en el Principio
de Precaución no debe autorizarse la liberación del maíz transgénico y que debe
suspenderse inmediatamente toda y cualquier acción que legalice la producción de
otros cultivos, así como la comercialización de alimentos transgénicos
nacionales e importados.
Los frigoríficos Tacuarembó y PUL están
apostando a la búsqueda de segmentos de mercado diferenciados. Estas empresas
están aprovechando los valores agroecológicos de nuestra producción ganadera, de
nuestras praderas y aguas, para certificar sus carnes como orgánicas y venderlas
en la Unión Europea. Cabe señalar que, de darse una opción por la tecnología
transgénica, se acabaría con estos emprendimientos dado que las normas de la
Unión Europea sobre ganadería ecológica no contemplan la producción de carne
alimentada con praderas y granos transgénicos, entre otras exigencias.
Uruguay Libre de
Transgénicos
El uso de cultivos transgénicos en
nuestro país, será el golpe de gracia para el sector agropecuario que enfrenta
una crisis inédita. Esta tecnología agudizará las adversidades para los pequeños
y medianos productores; profundizará el proceso de concentración y tenencia de
la tierra; generará una dependencia mayor con las transnacionales; perderemos un
sitial donde la calidad nos caracteriza, y con ello limitaremos nuestra
actividad comercial.
Es inadmisible que un país pequeño como
el Uruguay, pretenda ser competitivo apostando a la cantidad. Pensar que
produciendo lo mismo y en la misma forma que nuestros vecinos podremos encontrar
alguna salida, es cosa de locos, o de mercenarios que lo único que les interesa
es hacer bien los mandados a un grupito de gigantescas empresas que
avanzan hacía el control absoluto.
Uruguay libre de transgénicos, “es el
voto que el alma (y la lógica) pronuncia”. Ello mostraría, que entre tanta
estupidez y servilismo, queda algo de inteligencia y dignidad.
Autor:
Leonardo de León
© Rel-UITA
25 de marzo de 2003
NOTA
1
El Heraldo de Florida, 13/10/00.
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