Uruguay
Política genéticamente modificada
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Entre los
múltiples errores y horrores del gobierno nacional, se pueden destacar las malas
maneras de gestionar las cuestiones del Estado. Un buen ejemplo de ello, es todo
lo que ha ocurrido con el tema del maíz transgénico, donde el Poder Ejecutivo ha
vuelto a mostrar una forma retorcida de gobernar, con el único fin de lograr su
objetivo.
Entrando ya en los
hechos, recordamos que la Cámara de Representantes, a través de la iniciativa
del EP-FA y por intermedio del diputado Gustavo Guarino, llevó adelante la
interpelación al ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Martín Aguirre
Zabala, con la intención de lograr la suspensión de la resolución ministerial
que autorizaba la importación y siembra del maíz transgénico MON 810.
El objetivo no se
logró después de una extensa y fundamentada discusión, porque la moción
presentada por el EP-FA y sectores del Partido Nacional no herreristas, con el
apoyo del Nuevo Espacio, logró 48 votos.
La otra moción que
promovía también la suspensión parcial de la resolución, con el fin de crear
ámbitos que permitieran establecer garantías y condiciones, también recibió 48
votos, de todo el Partido Colorado, todo el Herrerismo y los tres votos del
Partido Independiente.
En resumen: 96
legisladores en 96 presentes, observaron lo actuado por el Ministro de
Ganadería, Agricultura y Pesca, considerando insuficiente sus explicaciones y
solicitando la no aplicación de la resolución tal como estaba tomada.
El 29 de agosto
pasado nos enteramos durante la media hora previa que dicho Ministerio había
omitido informar de la existencia de un documento de marzo de este año,
elaborado por la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (OPYPA), que
pone serios reparos a la introducción de nuevos organismos genéticamente
modificados.
Luego de fundamentar
sobre una serie de dudas de carácter científico y de establecer que existen
incertidumbres para cuantificar los beneficios reales que traería la importación
de maíz modificado genéticamente, se expresa textualmente: “Si se libera la
comercialización del maíz-Bt se perdería una de las fortalezas, quedando mucho
más expuestos a la dura competencia que significa Brasil como exportador de
carne”.
A la vez la OPYPA
recomienda en su documento no autorizar el ingreso del MON 810 hasta el próximo
año, así como continuar monitoreando los mercados internacionales con relación a
este tema, organizar estudios nacionales y encomendar a otro organismo, distinto
a la Cámara Uruguaya de Semillas, la fiscalización en el caso de que se realicen
áreas refugio.
El 1º de setiembre,
tres días después de que se conociera el ocultamiento de ese documento de la
OPYPA, la Dinama emitió la resolución 276/2003, en la que se establecen nuevas
condiciones ambientales para el maíz transgénico.
De esta forma el
Poder Ejecutivo desconoce la sensibilidad de la Cámara de Diputados, quien por
encima de las dos mociones que se votaron, fue contraria a las valoraciones del
Ministro. A la vez preocupa que se haya eliminado la obligatoriedad de publicar
en la prensa a quien “recibe, adquiere o distribuye (el maíz transgénico), así
como la identificación del titular de la explotación y de la o las chacras en
que las semillas del evento serán sembradas”.
Con esta política
irresponsable del Poder Ejecutivo, en esta materia se está poniendo en peligro
el futuro del país, demostrando, una vez más, que la prescindencia del Estado
que pregonan, la mejor forma de poner al Estado al servicio de intereses bien
definidos y que nada tienen que ver con el libre mercado. Para lograr esto todo
vale: hasta se pueden ocultar documentos de sus propias comisiones asesoras.
Estamos ante toda
una problemática que tiene que ver con la salud de la población, con la
alimentación, con el medio ambiente y con los mercados para nuestros productos
de exportación, con la economía y también con el turismo.
Hoy el turista con
capacidad de gasto, no solo busca bellezas paisajísticas, entretenimientos,
seguridad, sino también zonas naturales que les son negadas en otros rincones
del mundo. La sola sospecha de la existencia de transgénicos, puede alejarnos a
muchos turistas que hoy miran hacia el sur en forma creciente. Y esto es
inexplicable e inaceptable, a menos que resulte de una estrategia de país fruto
de la debida discusión y estudio.
En este sentido vale la pena volver a recordar las palabras del ingeniero José
Ignacio Abó Zumarán, publicadas en el semanario Búsqueda, donde se lamenta que
en 1829 se haya demolido la muralla de Montevideo, que hoy sería uno de los
máximos atractivos turísticos de nuestro país. “¿Qué tiene de similar la muralla
de Montevideo con los transgénicos? En primer lugar que al igual que el
desmantelamiento de la muralla, la adopción de transgénicos en Uruguay es un
pasaje de ida” y que “El error de la demolición de la muralla fue muy importante
mirándolo en perspectiva más de ciento cincuenta años después, pero el error de
los transgénicos es de una absoluta claridad y contundencia en términos
comerciales en la actualidad y muy poca gente está percibiendo lo absurdo de
vender a un país y sus productos de alimentos y lugares naturales mientras
aceptamos la antítesis de las preferencias de los consumidos de ´lo Natural`:
los transgénicos”, dijo Abó Zumarán, con toda razón.
Víctor Rossi,
Representante
Nacional,
Alianza Progresista,
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Publicado en “La
República”
14 de setiembre de 2003 |