A quien
no quiere sopa… dos platos
Una
montaña de desechos hospitalarios |
A
los enormes daños ambientales y sanitarios provocados por el
monocultivo de soja, el uso masivo de agrotóxicos y a la
represión feroz contra los campesinos sin tierra, se agrega
ahora el manejo imprudente de residuos hospitalarios. Su
acumulación en condiciones improvisadas amenaza a las
poblaciones linderas y pone en riesgo la fuente de
abastecimiento de agua de más de 2 millones de personas.
Las
autoridades sanitarias y municipales no saben qué hacer con
más de 200 toneladas de basura hospitalaria generadas por
los 250 centros asistenciales públicos y privados del
departamento Central y Asunción, debido a que los dos únicos
incineradores con que contaban para quemarla ubicados en un
depósito del Hospital Nacional de Itauguá, dejaron de
funcionar por obsoletos. Como consecuencia, desde hace más
de dos meses el problema de la basura hospitalaria empezó a
aflorar con toda su fuerza ante la falta de otros sistemas
adecuados para eliminarla.
La acumulación de basura en los hospitales y sanatorios
privados llegó a niveles insostenibles, a tal punto que el
personal sanitario tuvo que ordenar la suspensión de las
cirugías programadas por temor a la proliferación de
infecciones hospitalarias que pondrían en mayores riesgos
las vidas de sus pacientes.
Las deficiencias, malos manejos y la desidia constante
demostrada por la municipalidad de Asunción -encargada de la
recolección y disposición final de estos residuos- y por el
Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social -que había
tercerizado el servicio de incineración a una empresa que no
cumplía todos los requisitos exigidos-, han contribuido a
que el problema aumentara en los dos últimos meses hasta
instalar un caos que, por lo menos hasta ahora, el sistema
sanitario no consigue manejar.
Esta situación obligó al gobierno a declarar emergencia
sanitaria en la capital y Central, y le costó el cargo a la
antigua ministra de Salud, Teresa León, quien fue sustituida
por Oscar Martínez, como si el recambio de cabezas lograra
una solución mágica a la desidia y el desinterés demostrados
por las autoridades. La desesperación oficial llegó tal
punto que una vez declarada la emergencia sanitaria, el
nuevo ministro anunció que si no se encontraba un mecanismo
para destruir la basura, ¡se cerrarían los hospitales!
Oposición de pobladores
El mayor obstáculo para las autoridades sanitarias fue la
oposición demostrada por los pobladores que residen en la
zona cercana al hospital Nacional de Itauguá, localizado en
la ciudad del mismo nombre, quienes desde un primer momento
se negaron a que se construya una nueva infraestructura para
albergar los hornos de última generación que el Ministerio
de Salud pensaba colocar en el lugar. Ofuscados, los vecinos
denunciaron ante los medios de comunicación que la cartera
sanitaria había autorizado a la empresa Sermat SA -ganadora
de la licitación para la recolección y destrucción de los
residuos hospitalarios- a construir en el predio del
nosocomio y sin los permisos municipales y ambientales
necesarios, una estructura que contendría las nuevas
máquinas incineradoras.
De hecho, en el patio trasero del Hospital de Itauguá ya
estaban funcionando desde hacía muchos años dos hornos
incineradores que por su vetustez ya no daban abasto para
destruir la basura generada en los nosocomios públicos y
privados. En el patio adyacente al incinerador del Hospital
Nacional de Itauguá se venían acumulando toneladas de basura
hospitalaria porque la maquinaria ya no funcionaba al tope
de su capacidad.
Los ambientalistas estiman en 120 las toneladas de basura
acumuladas durante los últimos meses en el predio
hospitalario. Embalada simplemente en bolsas de plástico
dispuestas al aire libre y sin ningún tipo de seguridad, los
desechos están generando emanaciones de furanos y dioxinas
considerados altamente cancerígenos y por tanto
extremadamente peligrosos para la población que reside en
las inmediaciones del Hospital.
Según los técnicos ambientales del Ministerio Público, se
corre el grave riesgo de que esas sustancias escapen también
en el lixiviado producido por la basura, lo que puede
filtrar hasta las aguas subterráneas. Los expertos
sanitarios afirmaron que esta situación podría generar
epidemias de enfermedades como las hepatitis B y C.
Los técnicos del Ministerio de Salud Pública sugirieron
colocar la basura en contenedores hasta tanto se disponga de
un horno incinerador, pero ese sistema es apenas un
paliativo.
Proponen fosas antisépticas
Ante la
negativa de los pobladores de la comuna de Itauguá a que se
construya un nuevo horno incinerador dentro del predio del
Hospital Nacional, las autoridades sanitarias plantearon
como alternativa cavar una gran fosa antiséptica dentro del
predio hospitalario.
Las más de
100 toneladas de desechos que fueron recolectados en los
últimos días de los nosocomios públicos y privados de toda
el Área Metropolitana, luego de varias idas y venidas, y
también ante la negativa de varios municipios a recibir
semejante cantidad de residuos de alta peligrosidad, fueron
a recalar en un predio de 9 mil hectáreas del Ministerio de
Defensa Nacional, ubicado a 8 kilómetros de la localidad de
Remansito, en el bajo Chaco. La basura fue traslada hasta el
lugar por la noche, en medio de un gran hermetismo y
custodiada por un fuerte dispositivo de seguridad policial y
militar desplegado para evitar que los vecinos impidieran la
llegada de los camiones recolectores con cierres de rutas y
protestas multitudinarias como las que venían realizando en
los últimos días, luego de que se enteraran que los residuos
serían derivados a Remansito.
No
obstante, para tranquilizar los ánimos, las autoridades
responsables informaron que las fosas para el tratamiento de
la basura serán realizadas poniendo en práctica una serie de
medidas de seguridad y recomendaciones entregadas por los
técnicos de la Secretaría del Ambiente, que evitarían que el
lixiviado altamente contaminante y peligroso llegue hasta la
napa freática.
El Acuífero Patiño en
peligro
Pero esas
disposiciones de seguridad no convencen del todo a los
técnicos ambientales independientes. Uno de ellos, el
ingeniero Hugo Ruiz Fleitas, responsable del proyecto
“Estudio de Políticas y Manejo Ambiental de las Aguas
Subterráneas en el Área Metropolitana de Asunción (Acuífero
Patiño)”, afirmó a una publicación local que las
conclusiones preliminares de un estudio matemático,
geológico y geofísico realizado en la zona del Hospital
Nacional de Itauguá determinaron que el nosocomio está
emplazado en el área de recarga del Acuífero Patiño.
Este
acuífero abastece a unas 2 millones de personas residentes
en 17 municipios de los departamentos de Central (entre los
que se encuentra Asunción), Cordillera y Paraguarí.
La
“recarga” es el punto más alto de una cuenca en donde las
aguas de lluvia y de otros contribuyentes como arroyos,
esteros y cañadas abastecen al Acuífero Patiño. A partir de
este punto de recarga, el agua subterránea se expande bajo
el suelo hacia el lago Ypacaraí y el río Paraguay, por un
lado, mientras que por el otro costado llega hasta los
municipios de Lambaré y Limpio, en el departamento Central,
y hasta la ciudad de Paraguarí.
Ruiz indicó
que resulta de vital importancia que las autoridades
sanitarias que decidieron enterrar parte de la basura
hospitalaria en el predio del Hospital de Itauguá, conozcan
los gravísimos riesgos que se están corriendo, ya que
cualquier filtración accidental de lixiviado puede tener
consecuencias directas sobre las personas que consumen el
agua proveniente del Acuífero Patiño.
El técnico
afirmó además que el manejo de los residuos de origen
hospitalario debe seguir pautas ambientales cuidadosamente
estudiadas, para no exponer a las futuras generaciones a la
falta de agua a causa de la contaminación.
En Asunción,
Rosalía
Ciciolli
©
Rel-UITA
26 de julio de 2006 |
|
|
|
|