Brasil
Gimnasia Laboral:
Algunas consideraciones
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El
creciente y preocupante número de casos de Lesiones
por Esfuerzos Repetitivos (LER) han movilizado el
mundo del trabajo. No es un fenómeno nuevo, pero el
aumento significativo de su incidencia tiene relación
directa con el momento histórico marcado por las
contradicciones del capitalismo que se transforma para
sobrevivir, adaptándose y manteniendo su fuerte
dominio sobre los cuerpos y las almas de las personas.
Las LER son
la punta de un iceberg, un pedazo de la contradicción del
capital, del trabajo alienado que emplea el tiempo de vida
de millones de trabajadores. Las LER, y no es su
exclusividad, marcan el límite entre lo humano y la máquina,
entre lo ideal y lo concreto, entre la regla y la
contingencia, entre Eros y Tanatos, entre la vida y la
muerte en sus diversos sentidos.
En ese
cuadro de sufrimiento y pérdidas se buscan muchas
alternativas, desde aquellas basadas en la ideología de la
culpabilidad del trabajador, propuestas generalmente por las
empresas, hasta aquellas que enfrentan el cambio en la
organización del trabajo, sugeridas por los sindicatos bien
informados y por unas pocas instituciones.
En el
campo de las "soluciones" que no reconocen la organización
del trabajo como causa de las lesiones está nuestra conocida
gimnasia laboral que, sin entrar en el mérito de su historia
y formación, ha sido casi unánimemente citada como forma de
prevención de las LER. Es bueno dejar claro que no podemos
negar su importancia y potencial para el enfrentamiento de
ese problema, pero intentaremos esbozar algunas
consideraciones sobre el peligro de que esa práctica se
transforme en un embuste más que las empresas aplican a sus
empleados con promesas de calidad de vida.
Primero,
¿cómo se define un plan o programa de gimnasia laboral en
una empresa? ¿Son los trabajadores que deciden? Si deciden,
¿cómo se da el proceso de elección de esa práctica entre
tantas otras posibilidades?
Creemos
que una empresa que genera muchos casos de LER, muy
probablemente, no es una empresa democrática. Aunque aplique
planes de calidad total, con sus prácticas "inclusivas", no
dará voz suficiente para que los trabajadores definan cosas
importantes para sus rutinas; en la mejor de las hipótesis
ellos podrán decidir sobre la fiesta de confraternización o
alguna práctica de gimnasia en los intervalos. En ese caso
la definición de una práctica como gimnasia laboral, aunque
parta de algún tipo de consulta a los trabajadores, se hará
sobre la base de su falta de conocimientos y en un diálogo
imposible. Por lo tanto, para la mayoría de las empresas,
podemos deducir que programas rotulados de "calidad de vida"
son paliativos, concesiones ofrecidas por la empresa para
mejorar su desempeño y mantener la impresión de que se
invierte en mejora de las condiciones de trabajo.
Lo que
motiva la gimnasia laboral, ¿es una lógica que interesa a
los trabajadores?, o ¿cuál es la matriz ideológica de la
gimnasia laboral? Eso es controvertido, pero lo que se
destaca es inicialmente considerar el cuerpo como
fisiología, o sea, un conjunto de huesos, músculos, órganos,
etc. Durante una sesión en la empresa, el profesor de
educación física hace movimientos para activar determinados
músculos y tendones tal como aprendió en la facultad. Para
él tiene sentido la disecación anatómica del cuerpo del
trabajador, pero para el trabajador que levanta el brazo, el
movimiento seguramente es una repetición sin sentido
respecto de lo que los otros están haciendo, no hay
propiedad, su acción es neutra, átona, su pensamiento está
en la acumulación de servicio que está prestando y en las
metas que debe cumplir. Por más que se den orientaciones
sobre la importancia del ejercicio y que los trabajadores
concuerden, hay una distancia no superada entre la
comprensión verbal, cognitiva, y la apropiación plena.
Podemos
percibir que, partiendo de las prácticas físicas presentes
en nuestra sociedad, existe el imperativo de triunfo y el
fetiche del cuerpo como símbolo de poder y estatus. Tal
ideología es importada principalmente de los Estados Unidos
de América, dueños de las tecnologías y de los aparatos que
animan las sesiones de gimnasia de las academias, los
deportes radicales, los programas de calidad de vida y la
industria que gira en torno de esas actividades. Aplicar tal
lógica en una empresa es útil como manera de transformar la
realidad cotidiana del trabajador para moldearlo al poder
vigente, controlarlo, crear competencia entre aquellos con
buen desempeño y los perezosos, y apartar los rebeldes.
Se nota
también que hay una estrecha relación entre lo ideal
anatómico-fisiológico de la educación física y su primo
rico, la medicina biomecánica. Sabemos que tal saber es
dominante en el interior de las fábricas, siendo
representado por el médico del trabajo. La gimnasia laboral
serviría también como una extensión del consultorio médico,
una continuidad del mirar sobre el cuerpo representado del
trabajador, un espacio más de diagnóstico y evaluación.
Pero,
¿qué hacer para sanar o aliviar el fenómeno de las LER?
¿cómo
prevenirlas?
Lejos de
querer constituir un recetario, pienso que podemos
reflexionar sobre los principios que nortean el llamado
campo de la Salud del Trabajador como forma discursiva
construida en la historia de lucha de los movimientos
sociales y de la salud por el reconocimiento de las causas
sociales de las enfermedades. En la Ley 8080 de 1990 da la
siguiente definición para la Salud del Trabajador: "conjunto
de actividades que se destina, a través de acciones de
vigilancia epidemiológica y vigilancia sanitaria, a la
promoción y protección de la salud de los trabajadores, así
como orientada a la recuperación y rehabilitación de la
salud de los trabajadores sometidos a los riesgos y agravios
derivados de las condiciones de trabajo" (Brasil, 1990).
Cualquier iniciativa que entienda que las LER y otras
enfermedades profesionales son originadas del tipo de
organización del trabajo, que dé voz y oportunidad al
trabajador para entender su problema y elegir las acciones,
puede ser sugerida, no aisladamente, pero dentro de una
política cuyo foco sea el sujeto que trabaja y produce.
Sugiero
que los profesionales de las diversas áreas de la salud y
otras que actúan en la salud del trabajador, piensen en
posibles acciones que privilegien el cuerpo en el trabajo,
no prescindiendo de esa dimensión importante, o sea, que
vean al trabajador no sólo como un montón de células cuyo
resultado final es el cuerpo humano, sino como un ser humano
cuya característica principal es la de que su existencia
está íntimamente ligada a lo colectivo (sociedad).
Que la
ética de los profesionales de educación física los lleve a
resistir las lógicas capitalistas que parecen dominar sus
prácticas profesionales y busquen actuar
interdisciplinariamente.
Los
sindicatos y los trabajadores precisan comprender las
ideologías subyacentes a las prácticas relacionadas con la
salud de los trabajadores, entre ellas la medicina del
trabajo y la educación física representada por la gimnasia
laboral.
Los
trabajadores deben reapropiarse del saber sobre sus cuerpos
y proponer prácticas que se apoyen en la sensibilidad, en el
afecto, en la solidaridad y en el respeto a las
singularidades.
Cleber de Paula*
31
de mayo de 2004
* Funcionario público,
recibido en sicología y maestría en salud pública por la
Universidad Federal de S.C