La multinacional Novartis contra la salud de los pobres

 

La multinacional Novartis está en el ojo del huracán por tratar de impedir el acceso de la gente pobre a las medicinas.


Hace cinco años, junto a otras 39 farmacéuticas, fue contra Sudáfrica para que ese país no produjera sus propios medicamentos para el VIH/SIDA. Ahora lleva un juicio contra India para lograr la exclusividad del medicamento Glivec o Gleevec (imatinib mesylate) contra el cáncer.


El caso es paradigmático y afecta mucho más que a India. Si Novartis consigue lo que quiere, afectará seriamente el acceso de los países del Sur global a medicamentos contra cáncer, sida y otros.


Novartis tiene la patente de Glivec desde 1993. Vende el medicamento aproximadamente a 27 mil dólares la dosis anual. En la India, el medicamento lo producen 5 farmacéuticas hindúes como genérico y la misma dosis cuesta cerca de 2000 dólares, o sea 13 veces menos. Novartis, que tiene el monopolio de Glivec en 36 países, quiso patentarlo también en la India. Pero allí, al igual que en la mayoría de los países antes que se vieran obligados por la Organización Mundial de Comercio (OMC), las leyes no permitían patentar medicinas, por ser artículos básicos de primera necesidad.


Lo único que otorga una patente es exclusividad. Contra lo que se puede creer por la propaganda engañosa de las farmacéuticas, una "medicina de patente" no dice nada de su calidad ni eficacia, solamente informa que es monopolio de una empresa.


Cuando la India entró en la OMC en 1995, tuvo que cambiar su legislación de patentes, obligada por los Aspectos de Propiedad Intelectual relacionados al Comercio (ADPIC) de ese organismo. En 2005, ya con la nueva ley de patentes en vigor, la solicitud pendiente de Novartis sobre Glivec, fue rechazada porque "no agregaba nada nuevo" a lo que ya existía en el mercado y por tanto, no cumplía los requisitos para otorgar una patente.


Esta cláusula de la ley hindú, le permite protegerse de la constante extensión de patentes que practican las grandes farmacéuticas, para mantener su monopolio. Realizan algún pequeño cambio en la presentación de la medicina, o le registran nuevos usos, y así alargan otros 20 años el período de exclusividad con una nueva patente, impidiendo que otros usen el mismo componente para producir genéricos a un precio mucho menor.


El juicio de Novartis no es sólo por Glivec. Es contra la ley de patentes de la India, para prevenir que éste y otros países pueda usar la poca flexibilidad legal dentro de los ADPIC, como definir las particularidades de sus propias leyes. Según Novartis, no pelea por el mercado de la India, que en mayoría son "pobres que no pueden pagar", sino para que India no pueda usar esa cláusula, impidiendo así la venta de genéricos dentro y fuera del país. India es un importante proveedor de genéricos a otros países del Sur, para tratamientos de sida, cáncer y otros, a costos que pueden ser de 10 a 20 veces menores que los de las transnacionales. El juicio de Novartis quiere impedir eso.


Novartis, igual que otras grandes farmacéuticas afirman que necesitan patentes para poder recuperar la inversión que hacen en investigación y desarrollo de nuevas medicinas, pero las innovaciones que producen, son ridículamente escasas y en muchos casos, tomadas del sector público.


Según un estudio de siete años que hizo la Oficina de Evaluación Tecnológica de Estados Unidos en 1996, el 97 por ciento de las medicinas lanzadas al mercado eran copias de las que ya existían, con mínimos cambios para obtener una nueva patente. Médicos Sin Fronteras informa que en un estudio de la revista La Revue Precrire, 68 por ciento de las medicinas que se aprobaron en Francia del 1981 a 2004 eran copias de las anteriores. British Medical Journal publicó otro estudio que muestra que de los fármacos aprobados por la FDA de 1989 al 2000, 75 por ciento no agregaban ningún beneficio terapéutico.


Novartis presenta Glivec como uno de sus fármacos estrellas, resultado de su investigación, y ejemplo de porqué necesita patentes para resarcir sus gastos y seguir "salvando vidas". Según los datos de la industria, la investigación y desarrollo de un fármaco costaría entre 500 y 800 millones de dólares. Desde que Novartis lanzó Glivec al mercado, ha ganado muchísimo más. Sólo en 2006, las ventas de Glivec superaron los 2 mil 500 millones de dólares.


Más paradójico aún es que la principal investigación sobre Glivec no la hizo Novartis. Fue un investigador público: Brian Druker de la Oregon Health & Science University. Druker tuvo que rogarle repetidamente a Novartis que le permitiera experimentar con la sustancia (imatinib) que la empresa tenía patentada, sin usarla. Druker finalmente pudo demostrar resultados espectaculares de esa sustancia contra el cáncer. Aún así, Novartis no quería desarrollar el medicamento porque el fármaco mostraba algunas reacciones adversas y la eficacia era en cánceres poco frecuentes, lo que no le daría suficientes ganancias como para decidirse producirlo. Accedió a ello después de varios años de investigación en la universidad y en la perspectiva de recibir apoyos públicos por el medicamento.


El caso no es aislado, es apenas un ejemplo de cómo actúan las grandes farmacéuticas, el sector industrial con mayor porcentaje de ganancias del planeta


Silvia Ribeiro*
Comfia
23 de febrero de 2007

 

*Investigadora del Grupo ETC
N del E: Destacados Rel-UITA
 

 

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