Prevenir el Sida, la mejor vacuna

Cinco millones de personas se infectaron en el año 2005 con el virus del sida. Una pandemia que no lejos de disminuir, crece cada año. La educación sexual y la prevención son las vías de acabar con las conductas de riesgo.

 

Cinco millones de personas se infectaron en el año 2005 con el virus del sida. El número de personas que reciben fármacos antisida se ha triplicado desde los 400.000 hasta 1,2 millones, pero es difícil mejorar la situación si no se rompe el ciclo evitando nuevos infectados.

 

El esfuerzo vital ha de venir de la persona, primer responsable de su salud mediante sus actos. Las campañas de prevención tienen por objetivo el concienciar de nuestros comportamientos por encima de lo que somos, heterosexuales, homosexuales, hombre o mujer. No se trata de grupos de riesgo, sino de conductas.

 

Esta prevención incluye acercar el sida a la sociedad. Para ello es preciso romper los tabúes sobre aquellas prácticas de riesgo de contraer el virus. En ellos se fundamenta la ignorancia que da lugar a que se margine en el trabajo y la familia a quienes están enfermos, como si su enfermedad estuviese por encima de su dignidad. Lo que es peor, hace pensar que es un problema de otros, cuando lo cierto es que no hay grupos más propensos a padecer la enfermedad. Ni por sus preferencias sexuales, pues se ha disparado la proporción de heterosexuales infectados en contra de la creencia de que el sida lo padecen los homosexuales. Y tampoco por las posibilidades económicas. El sida está presente en todos los continentes. La pobreza agrava la situación, pero la enfermedad permanece en los países desarrollados a pesar de la educación universal.

 

El papel de los medios de comunicación tiene gran valor por su impacto social para deshacer los mitos sobre la enfermedad del siglo XXI. Aunque una solución duradera pasa por la prevención desde niños. No sólo en la escuela, también la propia familia tiene la responsabilidad de que el niño conozca las formas de transmisión del virus y sepa adoptar precauciones. Al hacer del sexo un tabú, antes que evitar que sus hijos se inicien pronto en él, favorecen el desarrollo de conductas irresponsables

 

En muchos países sus habitantes tienen miedo a hacerse los análisis. No por la enfermedad en sí. Por algo peor, el tener que padecerla en silencio. Se pierde así el valioso testimonio de un enfermo de sida como consejo para otros y un tiempo preciado en el diagnóstico. Una de las campañas de la ONU se refiere a las consecuencias de esa marginación como los “síntomas más dolorosos del sida”.

 

Se hace necesaria una respuesta común. De los gobiernos, en su deber de proteger la salud y de prevenir a sus ciudadanos, y de la industria farmacéutica, que no puede vender la salud como un privilegio de unos pocos. Mientras las ayudas y el número de sanitarios son insuficientes, y la provisión de medicamentos inadecuada, la industria farmacéutica recoge grandes beneficios de las patentes de sus medicamentos. Un obstáculo para el desarrollo debido a los elevados costes de hacer frente a la enfermedad. La ayuda mundial para el mundo empobrecido supone 7.000 millones de euros. Y aún así, ONUSIDA considera necesaria el doble de cantidad para acabar con la enfermedad.

 

La presión de las farmacéuticas en nada beneficia a los enfermos, condenados a padecer los efectos de la inmunodeficiencia. Combatir el monopolio sobre la salud es una tarea difícil pero ha dado sus frutos. Hace cuatro años, el gobierno surafricano salió airoso de una denuncia por parte de 39 farmacéuticas a causa de una ley que le permitía fabricar genéricos. En Sudáfrica el gasto es todavía elevado. En 2005 alcanzó el 80% del presupuesto para la salud pública.

 

La prevención es mucho más efectiva que cualquier medicamento. El fracaso de la ONU, que no ha podido dar tratamiento a los 3 millones de enfermos previstos, emplaza a diseñar campañas más eficaces para prevenir esta enfermedad. La realidad aparece después de la utopía. En África ha habido en el 2005 más de tres millones de nuevos infectados, en Asia superan el millón y en Latinoamérica han sido más de 200.000. En los países del Caribe 30.000, es decir el total de enfermos de sida se ha incrementado en un 10% en sólo un año. El acceso a los medicamentos ha permitido reducir las muertes provocadas por la enfermedad en Europa, América y el Norte de África, pero el pasado año se infectaron 65.000 personas. Mientras no haya vacuna y prevalezcan los intereses económicos, los avances serán más lentos, por lo que es necesario prevenir a quienes vienen detrás.

 

 Jorge Planelló

CCS-España

6 de abril de 2006

 

 

 

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