Salud para una minoría

Las enfermedades infecciosas son la principal causa de muerte en los países empobrecidos. Cada año, mueren 17 millones de personas por nuevas afecciones, como el SIDA u otras que se creían controladas. La tuberculosis o la difteria, por ejemplo, han vuelto a emerger y con mayor fuerza que antes.


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de un tercio de la población mundial no tiene acceso a los medicamentos indispensables. Mientras que en los países desarrollados, un tratamiento con antibióticos equivale al sueldo de dos o tres horas de trabajo, en los países pobres, una neumonía puede costar el salario de un mes.

Algunas de las enfermedades tropicales se tratan con facilidad, pero el coste de los medicamentos es demasiado alto para los países empobrecidos. No sólo ocurre con el SIDA. El precio elevado de los medicamentos afecta también a otras enfermedades tan comunes como las infecciones respiratorias agudas, la disentería por Shigella, las infecciones de transmisión sexual o la tuberculosis.

En la mayoría de los casos, las bacterias se han hecho resistentes a los tratamientos antiguos. No resultan eficaces, pero es lo único que los países empobrecidos pueden ofrecer a los pacientes. Los medicamentos que sirven son económicamente inalcanzables.

Por eso, han proliferado medicamentos de dudosa garantía, de menor precio pero producidos de manera ilegal. Médicos sin Fronteras descubrió, durante una vacunación contra la meningitis en Nigeria, que las vacunas habían sido falsificadas. No contenían más que agua.

De los más de 1.200 medicamentos comercializados durante 25 años, sólo 13 se han destinado al tratamiento de enfermedades sufridas por las poblaciones más desfavorecidas por las que no hay ningún interés científico.

Entre 1935 y 1970, cuando el mercado de medicamentos dependía de los países colonizadores, la contribución de la industria farmacéutica a la lucha contra las enfermedades tropicales era indispensable, al menos para que la población pudiera seguir trabajando. Tras la descolonización, el mercado farmacéutico se olvidó de estas patologías, más interesada ahora en producir medicamentos rentables, como para la alopecia o la obesidad.

El coste de la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos son muy caros para los países empobrecidos. Las reglamentaciones necesarias para comercializar fármacos son muy estrictas y aumentan los gastos del desarrollo clínico. Sin recursos de ningún tipo, no tienen más remedio que resignarse.

En realidad, sí existen los medicamentos necesarios para algunas enfermedades tropicales, pero sólo sobre el papel. Al no ser rentables, la industria del medicamento tiende a olvidar su producción. Así ha ocurrido con el cloranfenicol oleoso, necesario para controlar las epidemias de meningitis que asolan muchas regiones de África. Médicos sin Fronteras ha conseguido acuerdos con laboratorios que se comprometen a fabricar medicamentos si les garantizan la compra de toda la producción. Pero es una solución a corto plazo. Arreglar la situación pasa por un compromiso de los gobiernos y de la industria farmacéutica.

Los países pobres también se ven amenazados por los acuerdos internacionales sobre derechos exclusivos de mercado. Con estos derechos, las industrias que monopolizan la mayor parte de los medicamentos vitales fijan un precio único. Un coste inaccesible para las poblaciones más desfavorecidas.

Como respuesta, Médicos sin Fronteras ha propuesto que se haga una excepción para que los países pobres puedan comprar este tipo de medicamentos. Exigen estimular la investigación y el desarrollo para enfermedades tropicales y estimular la producción de medicamentos abandonados por su desinterés comercial.

Millones de personas seguirán muriendo si no se humanizan los tratados internacionales de comercio. Las investigaciones científicas se hacen en beneficio de los seres humanos. Pero se traiciona a sí misma si su estímulo es enriquecerse y no salvar a la gente que lo necesita. Los medicamentos esenciales no son un bien industrial más.

 

Ana Delicado Palacios

CCS España

21 de setiembre de 2004

 

 

  UITA - Secretaría Regional Latinoamericana - Montevideo - Uruguay

Wilson Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 -  902 1048 -  Fax 903 0905