Por
condiciones de trabajo torturantes
Paran trabajadores de Cargill
|
Hace mucho que los trabajadores de Seara Cargill en Forquilhinha/SC
luchan por mejorar las condiciones de trabajo en la planta,
caracterizada por la intensidad del ritmo en la línea de
producción y por las Lesiones por Esfuerzos Repetitivos, que
son habituales en esta multinacional. A estas conductas
condenables hay que sumarles las bajas temperaturas en el
frigorífico y el congelamiento del material a desosar. Estas
insoportables condiciones laborales obligaron recientemente
a los trabajadores a paralizar momentáneamente sus
actividades.
Durante la detención espontánea, el simple hecho de que nueve
trabajadoras hayan avisado a su encargado y buscado un poco
de sol para calentar sus manos antes de volver a la dura
rutina, desembocó en el despido de todas ellas por “causa
justificada”. Esta actitud de la empresa indignó a los demás
trabajadores que, después de una amplia consulta, decidieron
la paralización total de la fábrica si no son atendidos los
siguientes puntos:
-
Elevar
la temperatura del sector de desosado a 10º, conforme a
lo legalmente establecido.
-
Dejar
sin efecto los despidos por “causa justificada” de las
nueve trabajadoras.
-
Cese de
las persecuciones a los dirigentes sindicales.
-
Reducción del horario de trabajo los sábados.
-
Salida
de la empresa de los compañeros y compañeras con
enfermedades profesionales.
El drama de
Valdirene
El
testimonio de Valdirene es más que elocuente para ilustrar
la tremenda situación que viven los/as trabajadores/as en
esta planta.
Deshuesadora de pollos, funcionaria ejemplar, sin una falta
o salida temporal durante los once años que trabajó en la
planta de Forquilhinha, en el interior catarinense,
Valdirene Joao Gonçalves da Silva fue recompensada por
Seara Cargill por su contribución al crecimiento
exponencial de la empresa con las ganancias generadas por
las exportaciones: está inválida a los 35 años.
El médico que expuso el trágico diagnóstico de Valdirene
después de analizar su examen de ultrasonido fue tajante:
“El brazo está inutilizado”. Ahora el dolor es constante,
aplacado sólo a base de morfina. La rutina de deshuese de
siete muslos por minuto, 420 por hora y vaya uno a saber
cuántos miles por día, “dependiendo de los pedidos de
exportación”, cambió completamente su vida. El ambiente del
frigorífico fue sustituido por las habitaciones de su casa,
en los estrechos espacios que hay entre la cama, el sofá y
el baño. El problema no es aún más grave porque sus hijos,
que ya son grandes, y su compañero colaboran.
Las palabras de Valdirene son una señal de alerta y tonifican
al movimiento de Sindicatos, Federaciones y de la
Confederación Nacional de Trabajadores de las Industrias de
la Alimentación para que el ritmo inhumano impuesto por las
norias –las correas que transportan los pollos en la línea
de desosado– se reduzca con la implantación de tacógrafos y
el aumento de la fiscalización por parte del Ministerio de
Trabajo. El crecimiento de los abusos aumenta las lesiones y
también el cuestionamiento a la actuación de las
multinacionales del sector, transformadas cada vez más en
máquinas de moler carne y esperanzas.
“Cuando entré en la empresa tenía que procesar dos muslos y
medio por minuto –relata Valdirene–. Con el paso de los años
los ritmos fueron aumentando, igual que el número de
compañeros lesionados. Hace cinco años comencé a sentir
temblores, un tirón en el
brazo, como si cargase muchos quilos. Consultaba al médico y
siempre me decía que eran dolores musculares. Sentía tirones
en los dedos y mucho dolor en las noches. Así fue hasta
noviembre del año pasado, cuando empecé a sentir que el
brazo estaba inútil por el esfuerzo repetitivo del que tanto
se quejan mis compañeros, y tuve miedo, porque en esos casos
la empresa acostumbra a despedir al enfermo. El médico hizo
el estudio de ultrasonido y dijo: ‘Su brazo está realmente
inutilizado’. Quedé aterrorizada.
Me tomé una licencia para hacer fisioterapia, pero el dolor
no se iba y tuve que tomar otros 15 días porque dos dedos ya
no se me abrían. El doctor Nilton me dio las indicaciones
para hacer la Comunicación de Accidente de Trabajo (CAT)
para llevar al Instituto Nacional del Seguro Social (INSS)
porque el caso era más complejo”.
Propuesta
indecente
“Fui a la dirección de la empresa –continua Valdirene–, tuve
que esperar dos horas para ser atendida por los directores
Marcos y Fabiano que me preguntaron cuánto tiempo tenía en
la empresa y otras informaciones sobre mi pasado como
empleada. Les dije que lo que me estaban preguntando estaba
en mi ficha, la que ellos tenían en sus manos, y que nunca
había faltado ni un día ni tenía antecedentes de licencias
médicas. Me preguntaron si no quería salir de la empresa.
‘¿Enferma de esta manera?’, pregunté. Les dije que el
remedio era muy fuerte y no tenía cómo ir a trabajar. Me
preguntaron si no quería algún cargo y les respondí que si
en 11 años de trabajo nunca me habían dado una promoción, a
pesar de que había estudiado, completado la escuela y el
secundario, no esperaba que lo hicieran en este momento.
Insistí en que lo que quería era recibir el tratamiento para
poder volver a mi lugar en la producción. Ellos me
plantearon que era más conveniente reclamar la ayuda por
enfermedad en vez de denunciar el caso como accidente de
trabajo, pues la empresa pierde mucho.
Les pregunté qué podría hacer con 300 reales al mes, y me
dijeron que tendríamos que seguir conversando; llamaron al
médico de la empresa que habló de cambiar los remedios por
otros más suaves, para que tuviera condiciones de trabajar.
Le pregunté si él no me había indicado que los remedios
deberían ser esos y no otros y me respondió que en la
empresa las cosas no son como quiere la gente. No me querían
dejar salir de allí sin obtener un acuerdo, hasta que les
dije que eso no era una prisión y me fui”.
Cargill
deposita enfermos en la fábrica
En todas
las unidades de Seara Cargill compañeros y compañeras
enfermos y lesionados por el trabajo permanecen dentro de
las plantas, aunque estén enyesados o vendados, y son
obligados a continuar realizando pequeñas tareas,
transformando a la empresa en un verdadero depósito de
enfermos.
La CONTAC,
junto a los dirigentes del sindicato de Forquilhinha/SC, se
reunió con “representantes” de la empresa. Después de cuatro
horas de reunión, Marcos Guedes, quien dijo ser el
responsable nacional para las relaciones sindicales, declaró
que no tenía poderes para resolver los puntos de la
plataforma. Esto demuestra que la política nacional de
Cargill es de total falta de respeto a los trabajadores
y sus organizaciones representativas.
“Estas actitudes deterioran las relaciones de trabajo en la
empresa, transformada en un polvorín pronto a explotar en
cualquier momento”, advirtió Siderlei Oliveira, presidente
de la CONTAC.
CONTAC / Rel-UITA
30 de mayo de 2006
|