Punto por punto, Carlos Blackaller,
presidente de esa organización de la
Confederación Nacional de Productores
Rurales (CNPR), respondió las ideas de
la Sagarpa, y concluyó:
"La falta de argumentación jurídica, y
hacer uso de la calumnia y la
distorsión de la realidad, sólo
demuestran que, más allá de esgrimir
diferencias políticas, existe un mar
de fondo, de intereses particulares
que (el Ejecutivo) no se atreve a
exponer."
Ante la afirmación de la Sagarpa de
que la ley reinstala las aberraciones
del Decreto Cañero (abrogado el 14 de
enero), las cuales fueron responsables
de la quiebra dos veces de los
ingenios privados en los últimos 30
años, Blackaller señaló que las crisis
de la industria siempre han estado
vinculadas no al marco legal, sino a
malos manejos administrativos de las
fábricas.
"En la expropiación de 2001, el
secretario de Hacienda se refirió a la
administración por parte del sector
industrial (no de los cañeros) como
«ordeña de las finanzas de los
ingenios»... Entonces los malosos eran
los industriales. Ahora, en su
sinrazón, el Ejecutivo justifica sus
oscuros intereses culpando a los
cañeros y sus organizaciones de todos
los males del sector."
Incentivos
La Sagarpa dijo que sin considerar ni
dar incentivos a la productividad, la
ley establece la obligatoriedad del
Estado y los contribuyentes de cubrir
los altibajos del sector, y que la
sobrerregulación devalúa los activos
de las empresas y afecta su
viabilidad.
Blackaller Ayala respondió que el
marco legal ha permitido a la
agroindustria dar autosuficiencia
azucarera al país (con casi 5.8
millones de toneladas este año); los
indicadores de producción y
productividad han evolucionado
positivamente en los últimos diez
años, a tal grado que México ocupa el
tercero o cuarto lugar entre los
principales países cañeros, y todas
estas naciones "tienen algún esquema
de regulación o proteccionismo".
Asimismo, "en ninguno de sus artículos
la Ley Cañera obliga al Estado o a los
contribuyentes a cubrir cantidad
alguna. Si el Estado ha intervenido,
es porque así corresponde a su
función, o ¿cómo justificaría la
expropiación de 2001?"
En sus 12 puntos, la Sagarpa afirmó
que la ley engaña a los campesinos al
hacerlos creer que la garantía de un
ingreso es suficiente para obtener
ganancias.
A esto, la contestación de la UNC es
que la ley por sí misma no garantiza
un ingreso, pero sí una forma de pago
justa (de vinculación del precio de la
caña al valor del azúcar), y este
mecanismo ocurre "en prácticamente
todos los países productores".
En Brasil, 60 por ciento del precio
del azúcar se traslada a la caña, y en
Australia es 75 por ciento. En México,
según el Decreto Cañero abrogado y la
ley, es 57 por ciento.
Carlos Blackaller mostró con cifras
quiénes son los que verdaderamente
ganan con el dulce en México.
"Hoy el cañero recibe 3.28 pesos por
kilo de azúcar y el industrial la
vende en promedio a 5.90 pesos; el ama
de casa la adquiere a diez pesos por
kilo, y los refrescos se han
encarecido más que el azúcar y más que
la inflación."
Asimismo negó las acusaciones de la
Sagarpa de que las agrupaciones
cañeras dan créditos a sus agremiados
a tasas de 12 por ciento mensual.
"Si alguien está cobrando esas tasas y
el gobierno federal lo sabe, entonces
que deje de ser cómplice y lo
denuncie, pues a todas luces sería un
delito."
El dirigente también negó las
afirmaciones de la Sagarpa de que las
organizaciones de cañeros merman el
ingreso de los campesinos.
"No es posible que quienes son
responsables del sector agropecuario
sean tan pueriles y crean que producir
la caña no implica costos, como
fertilizantes, agroquímicos, mano de
obra, labores de tractos, gastos de
cosecha, entre otros."
Lourdes
Edith Rudiño
El Financiero
19 de julio de 2005