Matazón
En las orillas de Ciénega, un oleaje de mar y de banderas. Los
huelguistas han venido desde todas las distancias, hombres de
machete al ciento, mujeres cargadas de ollas y de niños, y aquí,
rodeados de fogatas, esperan. Les han prometido que esta noche
la empresa firmará el acuerdo que pondrá fin a la huelga.
En lugar del gerente de la United Fruit, llega el general Cortés
Vargas. En lugar del acuerdo, les lee un ultimátum.
La multitud no se mueve. Tres veces suena, advirtiendo, el
clarín militar.
Y entonces, de pronto, revienta el mundo, súbito trueno de
truenos, y se vacían las ametralladoras y los rifles.
Queda la plaza alfombrada de muertos. Los soldados la barren y
la lavan, durante toda la noche, mientras los barcos arrojan a
los muertos mar adentro; y al amanecer no pasa nada.
En Macondo no ha pasado nada, ni está pasando, ni pasará nunca.
Eduardo Galeano
Memoria
del Fuego III
El siglo
del viento