Con Carlos Payares González
Quisieron
matar la huelga
y la
organización de los trabajadores
Odóntolo y sociológo, en la actualidad se desempeña como profesor de la
Universidad del Magdalena. Payares es un referente sobre la historia de la
Masacre Bananera en Ciénaga en 1928. Sirel dialogó con él a propósito de
este tema.
-Se han
cumplido 80 años de la Masacre Bananera, ¿qué es lo que no debemos olvidar
de aquellos tempos?
-La memoria
hay que reconstruirla a partir de una serie de relaciones sociales,
económicas, políticas que son las que nos terminan ilustrando para poder
enfrentar el presente y tener una visión en perspectiva de nuestros pueblos,
de nuestro país.
Habrá que
recordar la irrupción a nivel mundial del capitalismo expansionista,
principalmente estadounidense. En este caso representado por una transna-cional,
la United Fruit Company (UFC) -hoy Chiquita-, cuyos intereses
económicos hicieron que se comportara como lo hizo: una inversión escasa de
capital, con un escaso desarrollo tecnológico y una alta capacidad
extractiva. Generar grandes ganancias, como en efecto ocurrió, y asociarse
con altos sectores de la sociedad, principalmente con algunos terrate-nientes
que provenían de familias de altos militares, a quienes el Estado colombiano
entregaba tierras improduc-tivas para tranquilizar sus ímpetus de guerra.
-Y ese
componente local, ¿cómo se comportó?
-Como una
seudo aristocracia parasitaria de la UFC. No fue para nada
visionaria, se enriqueció, pero de la misma manera terminaba gastándose el
dinero. Este sector de la sociedad colombiana decidió vivir a la manera
europea, y ahí es donde algunos investigadores y escritores deducen lo que
se conoce con el nombre de “La Bella Época”, que indudablemente existió. Hay
registros históricos y hay una arquitectura que se construyó alrededor de
esas escasas familias del Magdalena -principalmente de Santa Marta- de
Ciénaga y Aracataca, que nos dan a entender como el modelo de vida, de
consumo, y la forma de pensar no se fundamentaba en las necesidades ni en
las circunstancias de nuestro medio y del propio modelo de producción. Por
ello, cuando la UFC decide abandonar en los 60 la región
trasladándose a Urabá, estos sectores privilegiados entraron en una profunda
crisis.
-¿Y los
asalariados rurales?
-Hasta esta
región llegaron trabajadores agrarios de las islas del Caribe y de
muchos departamentos del país. Esta situación hizo que la población de
Ciénaga aumentara superando los 30 mil habitantes, llegando a registrar una
importante densidad demográfica.
Estos
trabajadores vivían en una situación de gran pobreza. Eran trabajadores
artesanales, no calificados, con circunstancias difíciles de educación. Como
la transnacional no quiso tener una relación directa con los trabajadores,
existían contratistas o subcontratistas a quienes la United Fruit Company
pagaba los salarios. Cabe recordar que el sistema de pago era a través de
vales, lo cual amarraba al trabajador para comprar en los almacenes de la
compañía y a trasladarse en ciertos trenes que había colocado la UFC.
La
transnacional ganaba por la exportación del banano y porque su flota no
regresaba vacía a nuestra región: llegaba atiborrada de mercancías de
Europa y de Estados Unidos que luego vendía. La propia UFC
señalaba que era una manera altruista y de beneficio para los trabajadores,
quienes podían consumir productos de alta calidad como los jamones de
Virginia o manzanas de California…
-Es por ello
que la huelga bananera contó con el respaldo los comerciantes de Ciénaga y
de Barranquilla, que también eran perjudicados por la transnacional…
-Sí, es que
había una asfixia del mercado local, lo que hacía que muchas veces los
pequeños comerciantes no pudieran cumplir sus compromisos con los bancos.
Volviendo al
tema de los trabajadores, no debemos olvidar la existencia de los llamados
colonos. Personas que cuando se reducía la contratación de mano de obra por
parte de la UFC, se dedicaron a introducirse en las regiones
inhóspitas del bosque del Magdalena. Muchos lograban producir algunas
hectáreas con alimentos básicos. Esta gente también fue agredida por la
UFC cuando ella requería expandir la siembra de banano, ya que de manera
legal o ilegal terminaba expropiando esas tierras. Otro mecanismo era la
asfixia con el no suministro de agua, pues los sistema de riego también
estaban en manos de la United Fruit Company. Es así que existen
muchas denuncias contra la transnacional por parte de los colonos en el
despojo de sus tierras.
-Este conjunto
de condiciones fue el caldo de cultivo para la formación de las
organizaciones sindicales…
-Sí, además,
en esa coyuntura se da el inicio de la actividad sindical en el país: los
destileros en Antioquia, los transportadores del Río Magdalena. Muchos de
aquellos dirigentes estuvieron en la zona bananera divulgando aquellas
ideas, su posicionamiento político, dando a conocer sus derechos a los
trabajadores. Así se fue preparando el movimiento.
Considero que
no debemos olvidar la Masacre, pero también debemos tener presente siempre
cuáles fueron los hechos que explican la organización de los trabajadores y
la huelga. Claro que hay intentos para que todo se transforme en olvido, que
encubre al Estado, a la UFC y a ciertos sectores de la sociedad.
Hechos que fueron lesivos para la soberanía nacional y para el interés común
de nuestro pueblo.
-En el acto
conmemorativo de la Masacre, el senador Jorge Enrique Robledo mencionaba con
razón que hace 80 años se ninguneaba a los trabajadores a través de los
subcontratistas, y que a los huelguistas se los calificaba de “bolcheviques”
y “agitadores”. Hoy, en ocasión de la última huelga de los corteros de caña
por las pésimas condiciones que implican las cooperativas de trabajo
asociado, el gobierno salió a reprimir y a decir que eran terroristas…
-Ante muchos
hechos los gobiernos suelen hablar de una infiltración comunista, y
en el caso de Colombia de una infiltración de las FARC,
quienes siempre aparecen como telón de fondo en todas las protestas
populares. En el caso colombiano hay que decir que se está generando una
apreciación contradictoria. Si un movimiento está en declive, sin el apoyo
de la sociedad civil, con un ejercicio basado fundamentalmente en lo
militar, cómo entender entonces que en cada manifestación social en el país
esté el comunismo y las fuerzas insurgentes. Es una muletilla discursiva,
donde a través de su aplicación de inmediato se estigmatiza cualquier
reclamación ante el Estado.
Ahora, desde
el punto de vista económico pareciera que las circunstancias no han cambiado
mucho, indudablemente, en estos 80 años. Hay una estadística que demuestra
que la pobreza excede más del 58 por ciento de la población según los
propios datos oficiales, aunque hay otras apreciaciones que nos hablan de
que el porcentaje es mayor. Quiere decir que esas situaciones de pobreza aún
perviven en nuestra nación, y que son las que generan esas protestas y esas
movilizaciones a lo ancho y largo de la patria.
Las
condiciones de trabajo de los corteros de caña en el Valle es una modalidad
tendencial de las grandes empresas capitalistas, lo que se conoce con el
nombre de la tercerización. No se asume una responsabilidad con los
trabajadores y se desconoce el derecho de la contratación colectiva y el
pago de salarios, derechos que responden a la necesidad de la vida, de la
satisfacción cultural y sanitaria. Odiamos decir que buena parte de las
razones que llevaron a las huelgas bananeras hace 80 años, está vigente en
el país.
Entonces,
debemos analizar cómo la historia se repite y parece cíclica, porque
seguimos viendo que en todos los sectores de la economía, desde el primario,
secundario, de prestación de servicios, y podemos hablar de un cuarto sector
que es el de aplicación de tecnología, todo lo que el hombre crea para su
beneficio sigue siendo lo que hace enriquecer a unos pocos y es razón de
empobrecimiento para muchos. De manera que, mientras estas circunstancias se
mantengan así, no parece fácil que el futuro de Colombia sea
agradable, es más, si uno escucha o lee algunos trabajos pareciera indicar
que todo lo que se viene es mucho peor.