Colombia
Bavaria-SAB
Miller, un fabuloso negocio en la industria cervecera
¿Qué será de los trabajadores?
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La compra de la empresa cervecera colombiana Bavaria por la transnacional
británica SAB Miller, el mayor negocio comercial registrado en la historia
del país sudamericano, podría afectar las fuentes laborales de decenas de
personas, en parte por el debilitamiento reciente del sindicato que los
agrupaba. |
A lo largo del presente año, medios de comunicación de
diversos países, incluyendo revistas y periódicos
especializados en el mundo financiero, venían especulando
con aciertos y desaciertos sobre la venta de Bavaria, una
firma de capital privado colombiano con tradición desde 1889
y en la actualidad con fuertes inversiones en el ramo de las
bebidas en Panamá, Ecuador y Perú, con estructura
multinacional. Se habló de diferentes marcas del mundo
interesadas en la firma, pero finalmente tomó fuerza la
versión sobre negociaciones secretas con SAB Miller.
Para la concreción del negocio se implementó un novedoso
mecanismo consistente en cambiar al capital por el cual se
valorizaba Bavaria (cerca de 8.000 millones de dólares) por
225 millones de acciones de SAB Miller.
Mediante ese sistema, la empresa con base en Colombia se
transforma en accionista de SAB Miller a altura de un 15,1
por ciento de su capital, según confirmaron en rueda de
prensa integrantes de la familia Santo Domingo, el mayor
accionista de la cervecera latinoamericana.
A los menores accionistas se les facilitará la posibilidad
de reclamar el valor de sus acciones para retirarse del
negocio o mantenerse bajo control de la bolsa de Londres, la
cual regulará en el futuro la operatividad financiera dentro
de SAB Miller. La familia Santo Domingo permanecerá de todas
maneras en su empresa, pues varios de sus miembros ocuparán
importantes posiciones de dirección tanto en las juntas de
SAB Miller a nivel mundial y latinoamericano como en la
matriz de Bavaria en Colombia.
La liquidación de la dirigencia sindical
Mientras Julio Mario Santo Domingo celebra con sus hijos el
gran negocio de su vida industrial, y los accionistas
festejan el 150 por ciento de incremento del valor de sus
títulos, los trabajadores de Bavaria en Colombia observan
con nostalgia su pasado y con gran incertidumbre su futuro.
Ello se explica por la desaparición del otrora poderoso
sindicato Sinaltrabavaria, que en 1991, tras una dura
huelga, logró la unidad de todas las empresas cerveceras y
malteras en una sola convención y con un solo sindicato. El
gremio proyectaba además trabajar junto a la UITA en una
sola corriente sindical internacional de lo que se preveía
iba a ser la multinacional Bavaria.
Ese proceso fue a parar al cesto de la basura luego que, en
1996, tras más de sesenta años de construcción sindical, se
dio un cambio de dirección gremial cuyo primer desacierto e
irresponsabilidad fue aislar al sindicato de la UITA y
desarrollar una serie de acciones seudopolíticas,
acompañadas de la consigna “la movilización para la
confrontación”, con marchas de camisas y banderas negras,
rompiendo todo diálogo con la administración de Bavaria,
expulsando a dirigentes y afiliados que contrariaran la
nueva política y consecuencialmente conduciendo en pocos
años al exterminio del sindicato. Los trabajadores se
constituyeron entonces en presa fácil de la política de la
empresa de someterlos a presiones infamantes para acoger un
pacto que hoy sustituye por completo a la antigua
convención, al tiempo que dos o tres ex “dirigentes
sindicales” y a la vez ex trabajadores se disputan los
bienes materiales del sindicato pese a la existencia de un
sinnúmero de demandas (incluida una de la Central Unitaria
de Trabajadores) para que se responda por el fracaso y
liquidación de Sinaltrabavaria.
Esa funesta experiencia me permite preguntar, como
presidente de Sinaltrabavaria hasta 1996, si se trató
realmente de una equivocación en la conducción de la
política de Sinaltrabavaria o de una acción deliberada y
concertada para “limpiar de problemas laborales, sindicales
y convencionales” el gran negocio que se presagiaba con una
multinacional cervecera y que finalmente concluyó con la
adquisición de la firma por SAB Miller.
Como no podemos llorar sobre la leche derramada, la UNAC y
la UITA en Colombia nos proponemos retomar las acciones que
conduzcan a un nuevo esquema de organización sindical,
involucrando al sector de bebidas por rama de industria. La
empresa Bavaria en Colombia no puede ser la excepción.
Luis
A. Pedraza
©
Rel-UITA
20 de julio de
2005
Ni las privatizaciones involucraron
tanto dinero
Para adquirir Bavaria,
la británica SAB Miller debió invertir 7.806 millones
de dólares, entre la compra proyectada del 28,2 por
ciento de las acciones en poder de accionistas
minoritarios, la deuda neta de la cervecera colombiana
y los 3.500 millones de dólares entregados a la
familia Santo Domingo por el 78,1 por ciento de las
acciones de la firma. Los 1.400 millones de dólares,
aproximadamente, que costaría la adquisición de los
títulos a los accionistas minoritarios (a razón de
19,48 dólares por acción) representan el 10 por ciento
de las reservas internacionales de Colombia, según
precisó Alexander Cárdenas, un analista de la
consultora Acciones y Valores citado por la agencia
noticiosa española EFE.
Nunca antes una empresa
colombiana había realizado un negocio de tal magnitud.
Bavaria fue creada a
fines del siglo XIX y a partir de 2001 se concentra en
el sector cervecero. Las otras inversiones del grupo
dirigido por la familia Santo Domingo son manejadas
actualmente por la firma Valorem Sociedad Anónima,
antes Valores Bavaria.
De acuerdo a una nota
publicada en la versión digital de la revista América
Economía, la fusión con Bavaria permitirá a SAB Miller,
que hoy fabrica las marcas Miller, Castle y Peroni,
adquirir una posición dominante en el mercado
latinoamericano de esta bebida alcohólica, considerado
“estratégico” por Graham MacKay, presidente ejecutivo
de la transnacional basada en el Reino Unido.
“Bavaria controla el 99
por ciento del mercado cervecero de Colombia y Perú,
el 93 por ciento en Ecuador y el 78 en Panamá. Es
dueña de las marcas Costeña, Águila, Cristal, Pilsener
y Atlas y sus ventas de 2004 alcanzaron 1.900 millones
de dólares, registrando un crecimiento de un 13,2 por
ciento”, destaca la publicación. Parte de la filial de
Bavaria en Perú iría también a manos de la Sab Miller.
Julio Santo Domingo, ex
accionista mayoritario del Grupo Santo Domingo,
desestimó a su vez que el hecho de que Colombia sea
escenario de graves conflictos políticos y sociales
amedrente a los inversores extranjeros.
“En SAB Miller no son
inocentes. Ellos saben muy bien qué es lo que están
haciendo. Están convencidos de que Colombia es un país
que va a subsistir, o de lo contrario no lo hubieran
hecho, dijo el empresario, identificado por
AméricaEconomía.com como “dueño de una de las 20
fortunas más grandes de América Latina”.
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