Los cambios tecnológicos promovidos en la caficultura de tipo
industrial están dando paso a un modelo basado
exclusivamente en la exportación y en sistemas de
maximización de la productividad, con consecuencias
negativas como:
• los sistemas agrícolas no sostenibles
• mayor concentración de la tierra
• degradación de los suelos
• erosión genética
• desintegración de las comunidades campesinas
• tercerización y precarización del empleo rural, y
• mayor exclusión y pobreza
Asimismo, el monocultivo y la industrialización de la agricultura
van destruyendo el modelo tradicional de producción
diversificada, que incluye un espacio para el consumo
familiar. En este contexto, la explotación rural pierde
viabilidad económica y social, y se muestra,
paradójicamente,
incapaz de suministrar el alimento y los recursos necesarios para
las familias rurales, expulsando a los campesinos y a los trabajadores rurales asalariados hacia los
cinturones urbanos de miseria.
Antecedentes del proyecto de café amazónico
El desarrollo de la caficultura en el municipio de Florencia,
departamento del Caquetá en la Amazonia colombiana, se
proyecta como una alternativa que ofrece a los
agricultores una opción lícita frente a la producción de
cultivos de uso ilícito, y sostenible frente a los
monocultivos agrícolas, el uso de agrotóxicos, y la
deforestación de los bosques amazónicos, prácticas que
degradan agrícola y ambientalmente los suelos del
trópico. En el municipio de Florencia predomina un
paisaje de lomerío, piedemonte y montaña. Se clasifica
como un ecosistema de bosque húmedo tropical, con una
temperatura media de 24,8 grados centígrados; una
precipitación media anual de 3.840 milímetros; un brillo
solar promedio de 4,5 horas al día, y una humedad
relativa de 80 por ciento. La región es también una zona
de transición hacia otros ecosistemas importantes, como
los de la región andina.
El café producido en la zona alta de la cuenca amazónica, en el
departamento del Caquetá, es reconocido como café
especial de alta calidad, por sus características
aromáticas y un grado de acidez que le dan las aguas, el
tipo de suelos, el bioclima y el manejo agroecológico
adoptado por los campesinos productores de la región.
Así, la producción, transformación y comercialización
del café ecológico amazónico, permite articular el
desarrollo social, agroempresarial y económico de las
comunidades campesinas de las zonas de cordillera del
departamento.
El proceso de reconversión agrícola se viene realizando desde hace
dos años, con la participación de 12 veredas
correspondientes al corregimiento San Pedro, del
municipio de Florencia. Este proceso ha obtenido
reconocimiento nacional al crearse la Minicadena
Productiva y Social de Café Ecológico Amazónico,
dependiente del programa de Acción Social de la
Presidencia de la República. En la Minicadena se
articulan la Asociación de Productores de Café Ecológico
Amazónico (ASOMACAFE); la Tostadora de Café Maranatha, que trilla y tuesta el grano para
transformarlo en la marca Café Caquetá, y el
acompañamiento del Colectivo de Agricultura y Producción
Orgánica de la Amazonia Masa Wai, afiliado de la Unión
Internacional de Trabajadores de la Alimentación y la
Agricultura (UITA) y a la Unión Nacional
Agroalimentaria de Colombia (UNAC).
Producción ecológica
En la producción de café ecológico, al igual que en la agricultura
orgánica o ecológica, suele haber una tendencia a
orientar la atención hacia un simple cambio de paquete
tecnológico que por lo general es poco sostenible y que,
más bien, beneficia a otros intereses. Por esta razón,
para la producción ecológica del café amazónico
consideramos tres ideas fundamentales de una manera más
sostenible:
1.
las iniciativas de café ecológico, se están enmarcando
en esfuerzos más amplios, orientados hacia la
constitución de una finca integral;
2.
al interior del sistema o subsistema de café en la finca
(el cafetal) se promueve el aprovechamiento de los
recursos y potencialidades del trópico para avanzar
hacia modelos poco dependientes de insumos externos, y
Este proceso productivo se ha basado en la convicción del colectivo
Masa Wai de que, más que un conjunto de prácticas
tecnológicas, la agroecología es una herramienta para la transformación social.
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3.
la relevancia de dar pasos más allá de la producción de
materias primas, hacia la agroindustria y la
comercialización de los productos, obteniendo valor
agregado. Los caficultores de ASOMACAFE tienen
una cultura ecológica, caracterizada por su forma de
producción tradicional, que es de por sí producción
ecológica sin certificación debido a que carecen de
recursos para adquirir insumos agrícolas de síntesis
química (agrotóxicos), y a que sus suelos producen
medianamente sin necesidad de fertilización.
Sin embargo, con el objetivo de promover un “desarrollo humano
agroecológico”, los caficultores han recibido
capacitación del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA),
en producción agrícola ecológica. Ahí construyen las
herramientas necesarias para la implementación de
técnicas adaptables, accesibles y apropiables para la
producción agroecológica del café amazónico, permitiendo
mejorar los ciclos biogeoquímicos del suelo, mantener el
equilibrio dinámico de las relaciones ecológicas en los
agroecosistemas, reducir los costos provenientes de la
adquisición de insumos y aumentar la productividad.
Además, han conseguido mejorar sus precios en los mercados
nacionales e internacionales por tener un café
ecológico. En conjunto, el proceso permite tanto a los
agricultores como a los consumidores, mejorar su calidad
de vida.
Capacitación y organización
A través del acompañamiento del colectivo Masa Wai, los
campesinos conocen el grave daño que ocasionan los
agrotóxicos a
la flora, la fauna, el aire, el suelo, el agua y la
salud humana. Esta estrategia de trabajo permite la concientización de las familias campesinas sobre la
necesidad de desarrollar una agricultura más amigable
con el medio ambiente y más saludable para los
productores y para los consumidores. El proceso de
capacitación y organización para el trabajo surgido de
esta relación ha permitido a los agricultores avanzar en
diversas áreas productivas:
• uso de biofertilizantes foliares enriquecidos con minerales de
roca, así como abono orgánico fermentado, realizados con
insumos propios de las fincas cafetaleras y de la
región;
• uso de activadores enzimáticos extraídos del suero de la yuca (la
acción fitohormonal de estos activadores permite un
mejor crecimiento de los cafetos, y se utiliza también
para prevenir enfermedades y combatir insectos
patógenos);
• identificación de rocas –en lo que se ha denominado geología
campesina–, que permite a los campesinos conocer el
contenido mineral de las rocas de sus fincas, buscando
sustituir la compra de minerales y desarrollar
investigación participativa sobre la nutrición de sus
cafetos.
En la búsqueda de un manejo racional para una de las zonas de mayor
biodiversidad del mundo, desde la óptica de conservar
produciendo y producir conservando, los caficultores
están implementando modelos agroforestales que
aprovechan mejor las potencialidades de esta misma
biodiversidad; fomentan el reciclaje de nutrientes del
suelo, y lo protegen de las diferentes formas
de erosión. Asimismo, han diversificado su producción con la
siembra intercalada de productos dirigidos al sustento
familiar, permitiéndoles mayor independencia frente a
las difíciles condiciones socioeconómicas actuales y
garantizando la autosuficiencia alimentaria de las
comunidades.
El café ecológico en las fincas integrales
Uno de los problemas fundamentales de la agricultura convencional
es la opción del monocultivo, que ha llevado a la
quiebra a muchos productores. El café es un caso típico
en las actuales condiciones. En algunas regiones de
Colombia el paisaje está uniformado por el café. En
ellas, durante las épocas de buenos precios, las
familias han podido adquirir lo básico y mucho más, pero
en tiempos de crisis se ha manifestado la insostenibilidad del monocultivo, generando problemas
como el desempleo y la migración.
Transitar hacia una producción ecológica del café en la Amazonia
colombiana, implica cambiar la mentalidad del sector
cafetero y el manejo tecnológico del cultivo, hacia la
diversificación, asociando el café con otras variedades
de plantas, ampliando a la vez la gama de actividades
agrícolas, pecuarias y silvícolas. Lo anterior depende
en gran medida de las condiciones agroecológicas
específicas, así como del tamaño de las parcelas, la
disponibilidad de mano de obra y los recursos
adicionales que ofrezca la finca. Esto es lo que
entendemos por producción de café ecológico en fincas
integrales.
El manejo ecológico del café amazónico como una alternativa
sostenible no es una propuesta hermética en relación a
los componentes que debería tener. Por el contrario, con
los principios y fines mencionados se abre un abanico de
posibilidades que se pueden adaptar o introducir en cada
condición particular. El establecimiento del café
ecológico amazónico asociado con cultivos de panllevar
ha permitido la conservación de los suelos, el agua y el
ecosistema; ha promovido la diversificación de la fauna
y el aumento de los niveles de nutrición del suelo a
través de la remineralización, promoviendo así el
equilibrio del agroecosistema de café.
El cafetal ecológico
En su estado natural, el café es una planta del bosque. A
diferencia de otros cultivos, como la caña de azúcar y
el maíz, que son muy exigentes en luz solar, su ambiente
ideal es bajo la sombra de árboles (de un 35 a un 65 por
ciento) y con temperaturas entre los 17 y los 23 grados
centígrados. Aún cuando es posible producir café
comercial y, en algunos casos también orgánico, con poca
o nula diversidad, estas iniciativas son poco
sostenibles puesto que exigen muchos insumos externos;
los costos son más altos y las plantas de café se agotan
rápidamente.
Por el contrario, el café cultivado en asociación con otras plantas
en un sistema agroforestal es mucho más estable en
producción; la calidad del grano es mejor; los costos se
llegan a disminuir; el ambiente es más sano para los
cultivos, y en el área se pueden cultivar varios
productos para el autoconsumo y el mercado. Con todas
estas ventajas, el diseño del cafetal ecológico
diversificado para las condiciones de la zona de montaña
de la Amazonia es una prioridad para avanzar hacia una
producción más sostenible de café. Desde luego dependerá
de cada lugar, de cada condición agroecológica e
inclusive de la lógica particular de cada familia
agricultora, la selección de las especies que se
integrarán, así como en qué cantidades y a qué
distancias, entre otras variables.
La experiencia de organización de los caficultores de la región de
Florencia y su adopción de sistemas cafetaleros en
agroforestería, ha avanzado más allá de la finca. Hoy,
los productores trabajan en una cadena productiva
asociada con una microempresa tostadora y transformadora
de café que lleva sus productos con valor agregado hasta
el mercado, en formas empaquetadas.
Existen aún
problemas de comercialización relacionados con el uso de
la marca “café amazónico”. Siendo el café Caquetá un
tipo de café amazónico producido en condiciones
orgánicas, los productores no pueden hacer uso de la
marca “café amazónico” pues ésta está destinada, a nivel
nacional, a la caracterización de la producción de organizaciones vinculadas con la Federación de Cafeteros de
Colombia (FEDECAFE), una estructura de nivel
nacional, orientada a la exportación, cuyos beneficios
no alcanzan a las organizaciones que no forman parte de
ella. Sin embargo, los productores del Caquetá están
trabajando en sistemas de certificación participativa
que les permitan comercializar tanto en el mercado
interno como en el exterior, su producción orgánica.
Además, en vinculación con la tostadora de café
Maranatha, han iniciado la comercialización de otros
productos agroforestales como el chocolate.
Este proceso productivo se ha basado en la convicción del colectivo
Masa Wai de que, más que un conjunto de prácticas
tecnológicas, la agroecología es una herramienta para la transformación social.
Anderson Peña
y
Alexander Galindo*
Tomado de Revista Leisa
3 de agosto de 2007
*Colectivo
Masa Wai