Salvador de Bahía, 23 de setiembre de
2005
Señoras y Señores
participantes en la
II Conferencia Mundial de
Café
Nosotros, pequeños
productores, asalariadas y asalariadas
rurales, cooperativistas, sindicalistas,
miembros de
ONG´s
y académicos de diferentes
universidades, de cuatro continentes,
recorrimos miles de kilómetros para
reunirnos en Salvador, en nombre de
millones de personas que luchan día a
día para sobrevivir a pedir un café
realmente sustentable.
En estos últimos tres
días que estuvimos reunidos hemos podido
compartir nuestros problemas,
experiencias, propuestas y sueños. Vimos
que los sacrificios que enfrentamos en
nuestros países son semejantes. También
hemos tenido oportunidad de reflexionar
ampliamente sobre las condiciones en que
nos encontramos frente a los cambios que
se están dando en la producción y el
comercio del café a nivel mundial.
Recordemos que la crisis
no está superada. Pasado su momento más
grave, son muchos y diversos los actores
que manifiestan su preocupación por lo
que puede suceder con la producción, la
industrialización y la comercialización
del café. Pero nuestros problemas
continúan sin solución.
Para la concreción de un
café verdaderamente sustentable,
es necesario que la riqueza que genera
se distribuya entre todos aquellos que
trabajan su producción: pequeños
productores, asalariadas y asalariadas
rurales en actividades permanentes o
estacionales, trabajadoras y
trabajadores de la industria y del
comercio minorista.
Muchos piensan que las
salidas a la crisis están asociadas
solamente a la consolidación del actual
modelo de producción basado en mayores
inversiones para la sustitución de
cultivares ya adaptados localmente
aumentando el uso de fertilizantes,
agrotóxicos y mecanización, en búsqueda
de mayor producción y productiva. Este
modelo supone costos inaccesibles para
millones de pequeños productores y
castiga a los asalariados rurales y
provoca la degradación del medio
ambiente. Concentra la producción y
comercialización en manos de un pequeño
grupo de empresas que no practican la
responsabilidad social al tomar
decisiones que afectan a millones de
personas, quedándose con la mayor parte
de los beneficios del sector. Este
modelo es, por lo tanto, insustentable.
Los problemas de la
producción de café son similares a los
que enfrentan otros cultivos como el
azúcar o el algodón, en los que también
se da una fuerte concentración del
mercado y de las ganancias y la
participación distorsionante de
capitales especulativos.
El café verdaderamente
sustentable no puede ser
considerado exclusivamente desde el
punto de vista económico, debe,
necesariamente, incorporar una
perspectiva ética y política.
Desde el punto de vista
ético se deben garantizar los derechos
de ciudadanía de aquellas personas que
realizan una contribución fundamental en
la generación de riqueza. Esos derechos
son la estabilidad de los precios; el
reconocimiento de los esfuerzos para
mejorar los indicadores de protección
del suelo y de la diversidad, a través
de mejoras en las prácticas de cultivo,
cosecha y post-cosecha; el
reconocimiento de los derechos
fundamentales de asociación y de
negociación de convenios colectivos,
incluyendo, especialmente, a las
trabajadoras y trabajadores en
actividades temporales que son los que
enfrentan peores condiciones de trabajo
y remuneraciones.
Desde el punto de vista
político es imprescindible que los
gobiernos acuerden e implementen
políticas públicas que garanticen los
derechos de todos los asalariados y
asalariadas rurales, pequeños
productores de café, y que sea posible
avanzar en un modelo de desarrollo
sustentable basado en la Seguridad y
Soberanía Alimentaria.
Resumidamente, esperamos
que esta Conferencia Mundial acoja
nuestras principales demandas:
Acuerdo Internacional
del Café (AIC):
proponemos que la
renegociación del AIC decida trabajar el
tema de la sustentabilidad dentro de la
OIC, incluyendo la perspectiva de todos
los actores implicados en la cadena
productiva del café y cree espacios
oficiales de representación política
directa para las organizaciones de
pequeños productores y asalariadas y
asalariados rurales del café.
Cooperación para el
desarrollo:
proponemos
que
la OIC coordine el desarrollo de
proyectos para el sector cafetalero.
Los países deben destinar fondos para el
desarrollo del sector, principalmente
para los países en desarrollo. Los
compromisos de cooperación para el
desarrollo del sector deben garantizar
que los pequeños productores reciban la
ayuda en forma directa.
Apoyo de los países
productores al sector cafetalero:
Proponemos que los gobiernos de los
países productores se comprometan en la
implementación de programas específicos
destinados al sector cafetalero,
beneficiando de manera especial a los
pequeños productores y a las asalariadas
y asalariados rurales que más requieren
de políticas públicas. Es necesario
garantizar el refinanciamiento de las
deudas agrícolas, la creación de fondos
para créditos, con tasas de interés
adecuadas, para capital de giro e
inversiones, apoyo a los programas de
formación y capacitación de los
agricultores y asalariados en el sistema
de producción, procesamiento y
comercialización, garantizar el acceso a
informaciones sobre los mercados y
promover la inserción de la producción
de la agricultura familiar en los
mercados. Los gobiernos también deben
comprometerse en la ratificación,
divulgación y efectivo cumplimiento de
todas las Convenciones de OIT vigentes,
en especial el Convenio N184. Y,
finalmente, quisiéramos incentivar y
apoyar aquellas iniciativas de debate y
coordinación política entre los países
productores que buscan sentar las bases
de un comercio con justicia entre las
naciones.
Queremos y nos
comprometemos a que este espacio que
utilizamos para hacer conocer nuestras
dificultades y nuestras propuestas de
solución sea permanente, y haremos
nuestros mayores esfuerzos en ese
sentido.
CONTAG/FETAGs, Brasil
GLACC
Rel-UITA
Oxfam Internacional
Koffie Coalitie, Holanda
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