Los frigoríficos avícolas brasileños se expanden por todo el mundo y sus
productos llegan cada vez a más mercados. Mientras esto sucede, los lesionados y
enfermos se cuentan por miles en el país. Se trata de ex trabajadoras y
trabajadores que padecen el dolor constante de sus miembros atrofiados por un
modo de producción salvaje y brutal, que en un mismo proceso tritura pollos y la
salud de gente.
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“Comencé desosando tres muslos y medio por minuto y ellos exigían
cada vez más. En los 11 años que permanecí en el frigorífico, hasta
que me enfermé, terminé desosando siete muslos por minuto”
(Testimonio de
ex trabajadora. Documental Carne E Osso).
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“El deshuesado de una pata y muslo de pollo lleva 12 cortes en 15
segundos, más otros seis movimientos, 18 movimientos en total para
desosar una pata y un muslo”.
(Paulo, Auditor Fiscal de Trabajo.
Carne E Osso). |
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“Es extremadamente común encontrar que los trabajadores de
frigoríficos
hagan entre 80 y 120 movimientos en un único minuto.
Estudios
médicos indican que hasta 35 movimientos por minuto se está dentro
de un padrón de seguridad para la salud del trabajador. Por lo
tanto, estamos hablando de tres veces más movimientos en un minuto
que ese límite considerado seguro”.
(Heiler,
Procurador de Trabajo.
Carne E Osso). |
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“Hay gente que se
está enfermando. Pero no se hace nada. ¿Qué sucede? Que es más
barato, cuando alguien comienza a enfermarse, despedirlo. Eso es lo
que une ve: apenas alguien empieza a sentir dolor, a la calle, y se
llama a otro”.
(Valter, Auditor Fiscal de Trabajo.
Carne E Osso). |
-Trabajar en Brasil
puede ser el pasaporte para una enfermedad o la propia muerte.
-¡Sí, se puede afirmar eso!
-¿En los últimos años
se ha notado alguna mejora en esa materia o todo sigue igual?
-Por un lado parece haber habido algunas mejoras, por ejemplo en las cuestiones
de biomecánica y ergonomía. Pero el tema principal, que articula trabajo y
enfermedad, está relacionado con la organización del trabajo, que ha ido
eliminando sistemáticamente el llamado tiempo muerto. Es decir, el corto
tiempo que un trabajador tiene para descansar, para rehacer su sistema
fisiológico, sin lo cual su salud se resiente.
-Se disminuyen las pausas,
mientras el trabajo se intensifica…
-Exactamente. Ambas cosas perjudican
a los trabajadores. Cada vez hay menos tiempo muerto, tiempo en que se
podía ir al baño o simplemente descansar algunos minutos. Por otro lado, se
intensificó el trabajo: tareas que antes hacían dos personas, ahora las hace
una. Como dice Alain Wisner, un reconocido ergónomo francés, “se puede
sentir más cansancio por una hora de trabajo intenso que por cuatro de trabajo
relajado”.
-También se presiona la estructura psíquica del trabajador..
-En el sector frigorífico, por
ejemplo, a la falta de pausas, el estrés y la intensidad del trabajo, hay que
agregar la monotonía de las tareas. Estoy hablando de verdaderos guetos
de labores repetitivas, en los que se hace lo mismo, exactamente lo mismo,
durante ocho horas.
Así, mientras las grandes empresas
frigoríficas en Brasil se fusionan, se recombinan, articulan nuevas
sinergias, el sistema de producción está llevando a sus trabajadores a una
condición de “viejos prematuros”, de personas enfermas que de por vida
sufrirán intensos dolores. Todo ello hace mella, como puede inferirse, en su
sistema emocional. La depresión es ya un fenómeno epidemiológico.
-¿Qué hacer para cambiar esta situación?
-Lo que estamos haciendo. Por un lado,
denunciar y dar visibilidad a esta tragedia en lo nacional y en el plano
internacional, sobre todo en aquellos países que son mercados importantes para
nuestras carnes. Además, como en reiteradas ocasiones tú lo has dicho, hay que
democratizar el mundo de las relaciones laborales, porque hoy las fábricas y las
plantaciones agrícolas en Brasil son verdaderos enclaves autoritarios.
En este sentido no hay otra
alternativa que potencializar la labor política de los sindicatos. O las
organizaciones sindicales hacen frente a este poder económico emergente, donde
las transnacionales brasileñas en la medida que crecen se vuelven más
arrogantes, o las condiciones de trabajo van a empeorar mucho más.
Que las condiciones de trabajo sean mejores o peores va a depender directamente
de la capacidad de organización, denuncia y resistencia del conjunto de los
trabajadores.
-Creo que tocas un tema fundamental: la dictadura continúa vigente en las
diferentes unidades de producción.
-Sí, sin duda. Es difícil decir que
vivimos en una democracia cuando ésta no ha llegado a los lugares de trabajo.
Allí no hay discusión pues no se aceptan las preguntas: la empresa tiene todas
las respuestas a sus propias preguntas, y no hay más nada.
Por ejemplo, las metas de
productividad son marcadas unilateralmente. Y son metas inhumanas, que en ningún
momento se discuten con los trabajadores o con la representación de los
trabajadores. Se aplican de plano y punto. Esa manera autoritaria de proceder,
sin importar las consecuencias, está masacrando a la gente en el sector sucro-alcoholero,
donde los trabajadores mueren exhaustos en el cañaveral. O en los
frigoríficos, donde los trabajadores son mutilados de por vida a raíz de las
lesiones ocasionadas por esfuerzos repetitivos.
Como se relata en el documental “Carne
e Osso” (Carne y hueso), si alguien hace la tarea en 15 segundos, eso se lo
proyecta para una hora y para toda una jornada, teniendo en cuenta sólo el
aspecto de la producción pero no el costo de mantener ese sistema.
-Tengo la impresión de que cada vez más voces se suman y se articulan para dar
visibilidad a esta masacre.
-Sí, porque la gente se está dando
cuenta de lo que sucede. Y no sólo del movimiento sindical, también los agentes
públicos, incluso de algunos ministerios y personas vinculadas a las
universidades, profesores, etcétera.
Es que en Brasil no podemos
continuar produciendo a cualquier precio, a cualquier costo. Tenemos que pensar
en el costo-beneficio para la sociedad y preguntarnos: ¿será que vale la pena
tener esta calidad de empleo con estos niveles de enfermedad y de mutilación?
¿Vale la pena crear un puesto de trabajo que ofrece estabilidad de uno o dos
años para una persona y luego, de por vida, la sociedad toda deba hacerse cargo
de mantener a esa persona?
-Por ello las avícolas tienen mayores problemas para contratar trabajadores…
-Exactamente. En Brasil, con un
desempleo que ronda el seis por ciento, es posible ahora optar por uno u otro
trabajo. Como bien lo señala Siderlei de Oliveira, presidente de la
CONTAC, hay empresas que traen y llevan trabajadores, recorriendo distancias
de 60 y hasta 80 kilómetros. La gente que vive cerca del frigorífico prefiere
estar desempleada antes que meterse en ese infierno.
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