El año pasado no sólo
registró el alza constante de los precios
internacionales de la carne. También fue el marco de
consolidación de un proceso de concentración y
extranjerización en la industria frigorífica.
La ofensiva más significativa estuvo protagonizada por
capitales brasileños. La punta de lanza fue el empresario
paulista Ernesto Correa, quien a partir de 2002 se
instaló en Uruguay, compró 100 mil hectáreas y
capitalizó el frigorífico Pul, del que es su mayor
accionista con una participación de 75 por ciento en el
capital accionario y su principal abastecedor de hacienda.
Después comenzó la incursión del poderoso grupo
Marfrig,
que el año pasado completó la serie de adquisiciones de
frigoríficos; actualmente controla el Establecimiento
Colonia, Frigorífico Tacuarembó, Frigorífico
San José y La Caballada, de Salto,
concentrando más del 40 por ciento de la faena nacional.
Simultáneamente, el grupo Bertín, con sede en San
Pablo, adquirió el Frigorífico Canelones.
Por su parte, los dueños nacionales del Frigorífico San
Jacinto aceptaron una participación significativa del
grupo argentino Pérez Companc en el paquete
accionario de la empresa.
Así, el capital extranjero en siete empresas concentró en
2007 el 52,27 por ciento del total de las ventas de carne al
exterior, por un valor de 500 millones de dólares. Esos
montos, en la presente situación, serán ampliamente
superados: sólo en mayo último obtuvieron 100 millones de
dólares por exportaciones, y 351 millones de dólares en lo
que va de 2008.
Las impactantes cifras de concentración se revelan en la
actividad de los cuatro establecimientos controlados por el
grupo Marfrig.
En 2007, los frigoríficos Tacuarembó, San José,
La Caballada y Colonia exportaron por 291
millones de dólares, lo que equivale al 28,83 por ciento del
total de las exportaciones de carne vacuna. En mayo último
vendieron por 42 millones de dólares (28,5 por ciento del
total); y entre enero y mayo vendieron por 200 millones de
dólares (29 por ciento del total). Entre enero de 2007 y
mayo de 2008 sus utilidades netas pueden calcularse en 24,5
millones de dólares.
Hasta ahora las inversiones extranjeras en la industria
frigorífica se redujeron a la compra de plantas ya
instaladas. Una situación diferente se produciría si se
concreta el proyecto de un grupo inversor inglés para la
construcción de un frigorífico de última generación en
Durazno, que permitiría monitorear las más modernas
técnicas de faena y procesado que, hasta donde se sabe, no
habilitan un alto grado de automatización y por tanto de
reducción de personal.