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Frigoríficos en la mira

 

Empleados que trabajan 8 horas de pie, exposición excesiva al frío y restricciones hasta para ir al baño. El Ministerio Público de Trabajo (MPT) pone al sector cárnico entre los peores para trabajar en Brasil.

 

Dayana de Oliveira Santos, oriunda del estado de Minas Gerais, de 28 años, consiguió su primer empleo con aportes a la Seguridad Social en abril de 2009 en la unidad de aves de BRF (Brasil Foods) en Uberlândia, donde se desempeñaba en el deshuese de pollos.

 

Después de cuatro meses comenzó a sentir dolores en el brazo derecho, era una tendinitis, causada por los más de 50 movimientos que realizaba por minuto con sus manos.

   
   
 
 

Según el Ministerio Púbico de Trabajo, la unidad de BRF en Uberlândia, registró más de 30.000 retiros por enfermedad solo en 2010.

   

 

En diciembre del mismo año, Dayana fue intervenida dos veces en el antebrazo, pero el dolor no cesó. Terminó siendo retirada de la empresa en julio de 2010 y hasta el día de hoy no pudo volver a trabajar.

 

Madre de dos hijos, de 4 y 6 años, Dayana vive actualmente con los 800 reales del auxilio-enfermedad que recibe del gobierno y todo indica que será jubilada por invalidez.

 

“Desde que enfermé, no puedo levantar a mis hijos”, afirma.

 

Su compañera Elizabet Almeida Nunes, de 34 años, cortaba pechuga de pavo en la misma empresa y se retiró en febrero de este año, después de solicitar 15 licencias de dos o tres días a causa del dolor que sentía en los brazos desde fines de 2010, y dice que ya no vuelve más a BRF.

 

Lejos de tratarse de casos aislados, los problemas de salud enfrentados por Dayana y Elizabet son más comunes de lo que se imagina en Brasil.

 

Desde mayo del año pasado, el Ministerio Público de Trabajo inspeccionó 25 frigoríficos y mataderos en todo el país –entre ellos las unidades de BRF, JBS, Marfrig y Minerva, los más grandes del sector– y se encontró con un escenario que a juicio del ente, es preocupante: trabajadores que pasaban 8 horas de pie en las líneas de faena y procesamiento de carne, exposición durante horas seguidas a temperaturas en torno de los 10 grados y restricciones para el uso de los sanitarios.

 

Aunque el universo investigado sea relativamente pequeño –se estima que existan en el país cerca de 2.000 frigoríficos y mataderos–, los datos son alarmantes. Según calculan los inspectores, entre 20 y 30 por ciento de toda la mano de obra empleada en el sector de aves en Brasil, o 100 mil personas, poseen algún tipo de enfermedad vinculada al trabajo.

 

Hasta ahora, la unidad de BRF en Uberlândia, Minas Gerais, fue la que presentó el cuadro más grave. El MPT encontró registros de más de 30.000 retiros por motivo de enfermedad solamente en 2010, 12.000 de estos retiros directamente vinculados al esfuerzo repetitivo. Como la unidad emplea cerca de 3.500 trabajadores en sus líneas de faena y procesamiento de carne, en la práctica es como si cada uno de ellos fuese retirado del trabajo, por al menos un día, tres veces en el año.

 

En 2011, la situación no fue muy diferente: fueron 8.200 retiros por lesiones directamente relacionadas a la actividad. “Pocos ambientes de trabajo actualmente ofrecen tantos riesgos a la salud como el de los frigoríficos”, dice el procurador Sandro Sardá, que coordina el equipo del Ministerio Público de Trabajo.

   
 
 

Entre 20 y 30 por ciento de toda la mano de obra empleada en el sector de aves en Brasil, posee alguna enfermedad vinculada al trabajo.

   

 

A través de una nota, BRF afirmó que está apelando en la Justicia los datos del MPT y afirma haber disminuido la frecuencia de retiros en 39 por ciento entre 2010 y 2011 en todas las unidades de la empresa.

 

En un sector intensivo en mano de obra y con poca mecanización, como es el cárnico, es natural que el número de problemas vinculados al trabajo aumente según la producción. Y la misma creció frenéticamente en Brasil en la última década: saltó de 16 millones de toneladas en 2001 a 26 millones en 2011, haciendo del país el segundo mayor productor mundial de carne bovina y el tercero mayor de carne de pollo.

 

Las exportaciones, por su parte, se triplicaron en el mismo periodo, alcanzando a 29 millones de reales el año pasado (unos 14 mil millones de dólares), actualmente, uno de cada seis pollos consumidos en el planeta salen de Brasil.

 

La dificultad está en crear mecanismos capaces de proteger a los trabajadores sin perjudicar el funcionamiento de uno de los sectores más pujantes de la economía.

 

Según el MPT, los problemas de salud de los trabajadores de mataderos y frigoríficos podrían ser reducidos con pausas que sumarían 1 hora durante la jornada, además de la disminución en el número de horas extras.

 

Sucede que, en muchos casos, “Cuando amenazamos en cortar las horas extras en una unidad, hubo amenazas de huelga”, dice Wilson Mello, vicepresidente de asuntos corporativos de BRF. “El trabajador ya cuenta con aquellos 300 reales más a fin de mes”.

 

Si tuviese que conceder más pausas a los empleados, BRF estima pérdidas del orden de 500 millones de reales por año (unos 245 millones de dólares), a no ser que promueva cambios, como introducir nuevos turnos en las fábricas e invertir en máquinas para tornar el proceso menos manual.

   
 

 

 
 

En Estados Unidos y en Europa, la tarea de deshuese es realizada por inmigrantes.

   

 

Esto sin mencionar el agravamiento de un ya serio problema de escasez de mano de obra en el sector. El frigorífico Marfrig, por ejemplo, está con 2.000 vacantes abiertas.

 

A pesar de tratarse de una industria gigantesca, no existe consenso en el mundo sobre la mejor manera de lidiar con los problemas inherentes a este tipo de trabajo, y tampoco sobre el papel del Estado en esta regulación. En China y en Indonesia, importantes productores de carne, el trabajador es libre de elegir cuántas horas desea trabajar- allá, las jornadas frecuentemente ultrapasan las 15 horas diarias.

 

En Estados Unidos y en Europa, la tarea de deshuese es realizada generalmente por inmigrantes, y el tiempo de pausa y la cantidad de horas extras son determinados de común acuerdo entre la empresa y el sindicato sin la mediación del gobierno.

 

En Brasil, aunque las compañías tengan la libertad para determinar el esquema de trabajo, en la práctica, están sujetas a una miríada de leyes, no siempre relacionadas directamente a la actividad (en los casos de esfuerzos repetitivos, por ejemplo, se acostumbra a recurrir a una norma usada en general para el sector de la dactilografía).

 

“Tenemos apenas 13 o 14 juicios laborales en nuestra unidad norteamericana”, menciona Francisco de Assis e Silva, director jurídico de JBS, la mayor empresa de proteína animal del mundo. “En Brasil, son 6.000.” Otros 12 frigoríficos deben ser inspeccionados por el MPT en un futuro próximo.

 

El Ministerio de Trabajo debe publicar hasta fines de este año una reglamentación específica para los frigoríficos. Es lo que la sociedad y las empresas esperan.

 
 

 

 

Ana Luiza Leal

Exame.com

10 de octubre de 2012

 

Ilustración:  Rel-UITA |  Allan McDonald


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