El mensaje de la diputada Graciela
Camaño fue un punto alto en la ceremonia
de apertura de la 12 Conferencia del
HRCT. Pausada, pero con énfasis, Camaño
atrapó la atención de los delegados y
delegadas de los cinco continentes
Al iniciar su intervención Camaño
aseveró que “el accionar reivindicativo
en materia salarial, la formulación de
leyes en materia provisional, la
búsqueda de trabajo decente, el
compromiso de las organizaciones
sindicales con la formación de los
trabajadores y trabajadoras, con el
cuidado de su salud, convierte al
sindicalismo en un promotor
incuestionable del progreso social. Por
eso su presencia en la sociedad es
absolutamente imprescindible”.
La diputada enfatizó también la
necesidad de renovar la acción sindical
“en defensa del valor del trabajo, que
no es sólo un deber social, sino un
derecho humano”. En este sentido señaló
que se debe garantizar que los
trabajadores y trabajadoras gocen de
iguales derechos y oportunidades,
subrayando asimismo la necesidad de
promover “políticas agresivas para
resolver el trabajo no registrado y el
trabajo informal, verdaderos creadores
de las más grandes inequidades, no sólo
porque marginan desde el punto de vista
de la relación laboral y provisional,
sino porque marginan y excluyen al
propio trabajador como ser humano”.
Los primeros aplausos surgieron cuando
señaló la necesidad de “reconstruir el
poderío sindical, pero no como proyecto
individual o personal de los dirigentes
sindicales, sino como construcción
social, colectiva, a partir de actores
imprescindibles a incluir: las mujeres y
los jóvenes”.
Jorge Telerman, Jefe de
Gobierno de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires,
saludando a la diputada
Graciela Camaño |
Luego Camaño abordó la problemática de
la migración apuntando que en el mundo
actual hay cerca de 191 millones de
personas migrantes, y recalcó que la
mayoría se desarraiga, “no sólo de sus
lugares, de sus naciones, sino de sus
propias familias. La mirada del
sindicalismo no puede ser la de avalar
la construcción de ‘muros’, sino la de
procurar que estas migraciones, que
responden a la falta de oportunidades
reales y concretas en los países de
origen, tengan por parte de los líderes
mundiales una estrategia en sintonía con
los derechos humanos universales”.
Nuevos aplausos surgieron cuando recordó
con énfasis los “recurrentes esfuerzos
de los países de la región en favor de
la eliminación de subsidios a las
exportaciones y la reducción sustancial
de las barreras al comercio
internacional, particularmente al sector
agrícola. Situaciones éstas que van en
desmedro de las posibilidades de
progreso social y crecimiento económico
para nuestros pueblos”.
Sobre el final, Graciela Camaño habló de
recuperar la “centralidad del trabajo
como elemento esencial e insustituible
del desarrollo de las naciones y,
fundamentalmente, de las personas”.
“Para ello –dijo–, el concepto de
trabajo decente debe ser uno de los
aportes más enriquecedores y sustantivos
en la búsqueda de respuestas que
contribuyan al logro de sociedades más
igualitarias, donde el trabajo de
calidad, realizado en condiciones de
libertad, equidad, seguridad y dignidad
humanas, como lo define la OIT, sea la
regla general y el punto de partida de
las relaciones laborales”, expresó.
Por último, insistió en que “el mundo
necesita hoy más empleo, pero también
erradicar el trabajo inseguro, sin
protección sindical. Se debe poner fin
al trabajo infantil, a cualquier tipo de
discriminación en el ambiente laboral, a
las jornadas extenuantes y hay que
terminar con la pauperización salarial.
Tenemos que llegar -y ese es el desafío
que nos involucra a todos y a todas- al
fin de esas injusticias para poder
establecer un nuevo principio: el del
trabajo decente para todos como un
derecho humano universal”, culminó
Camaño.
En Buenos Aires,
Gerardo Iglesias
©
Rel-UITA
7
de noviembre de 2006 |
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