El desarrollo del
megaproyecto turístico “Los Micos Beach Resort” está afectando gravemente a las
comunidades garífunas que surgen en la zona de Bahía de Tela. Años de lucha que
han costado represión, encarcelamiento y asesinatos no han detenido el avance
del proyecto, en el que están involucrados empresarios nacionales y organismos
financieros internacionales.
El área relativa al megaproyecto turístico “Los Micos Beach
Resorts” se ubica dentro del Parque Nacional Jeannette Kawas (PNJK), una
de las áreas protegidas más importantes de Centroamérica, inscrita en la
Lista RAMSAR de Humedales.
Un total de 312 hectáreas, propiedad del Instituto Hondureño
de Turismo (IHT), que en 2003 traspasó el inmueble a la Sociedad
Mercantil "Desarrollo Turístico Bahía de Tela, SA de CV", a cambio de 19
millones de dólares.
Para hacer posible la realización del proyecto, el gobierno
nacional emitió en 2004 un decreto permitiendo la privatización de las playas.
Además, el gobierno municipal de Tela incluyó en el casco
urbano de la ciudad a todas las comunidades garífunas de la zona, facilitando la
venta de territorios ancestrales a los empresarios.
Ante la resistencia de las comunidades garífunas se desató
una fuerte represión. Divisiones internas, militarización, hostigamiento,
destrucción de viviendas, encarcelamientos ilegales y el asesinato de dirigentes
garífunas, no lograron sin embargo detener la lucha.
El proyecto
avanza
Financiado en parte por el BID (18 millones de
dólares), en el marco de una supuesta estrategia para el Programa de Turismo
Sostenible en Honduras, el megaproyecto “Los Micos Beach Resorts” ya
entró en su segunda fase de construcción.
Finalizada la infraestructura básica, trabajo realizado por
la empresa transnacional italiana Astaldi, el plan prevé ahora la
construcción de cuatro hoteles de cuatro y cinco estrellas, 256 villas
residenciales, un campo de golf de 18 hoyos, un club hípico, marina y un centro
comercial, por un valor estimado de 133 millones de dólares.
Según Alfredo López, vicepresidente de la Organización
Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), quien permaneció siete años en
prisión hasta que la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) logró su liberación, “La construcción de ese megaproyecto
está provocando daños ambientales muy graves.
Estamos en una situación de fuerte vulnerabilidad ante el
cambio climático. Han destruido manglares, rellenado humedales con material
extraido del fondo del mar. Ya hemos visto como en varios lugares de la costa,
el desborde de los ríos y los oleajes del mar han afectado gravemente a nuestras
comunidades.
Estamos atrapados entre megaproyectos turísticos y el impulso
de los monocultivos. De hecho –constató López– están preparando las
condiciones para una gran desastre humano y ambiental, y nadie parece estar
escuchando nuestro llamado de alerta”.
¿Generación
de empleos? Una falacia
El planteo de los inversionistas y del BID de que el
megaproyecto va a generar trabajo para los habitantes de la zona fue considerado
como una mentira por OFRANEH.
“Ya lo hemos comprobado con el proyecto Plantation Beach
Resorts. Se adueñaron del 40 por ciento de las tierras de la comunidad de San
Juan y de 100 puestos de trabajo generados, sólo tres fueron otorgados a los
garífunas. La población siquiera puede llegar a vender sus productos. Los
guardias privados se lo prohíben.
Es toda una gran mentira en la que participan los organismos
financieros. Con sus préstamos –dijo López– siguen impulsado el
sometimiento, la pobreza y la ignorancia. En lugar de ayudar están destruyendo a
los pueblos y a las culturas nativas”.
El vicepresidente de OFRANEH explicó que no se oponen
al desarrollo turístico, “pero apostamos a un modelo ligado a la preservación de
nuestros recursos naturales, nuestra cultura, en armonia con la madre
naturaleza.
Un garífuna sin un medio ambiente saludable no es nada.
Estamos a favor del desarrollo –subrayó López–, pero desde la cosmovisión
de los pueblos. Queremos un turismo consciente, social.
Ante esta difícil situación, OFRANEH sigue
resistiendo.
“Fuimos exterminados en los siglos pasados y tenemos una
larga historia de sangre, discriminación y lucha. Llevamos muchos años de
resistencia y seguimos adelante, manteniendo nuestra lengua y nuestra cultura.
Para el pueblo garífuna aún no es tiempo de celebraciones,
sino de lucha. Debemos unirnos y juntar ideas. No podemos arrodillarnos por unas
monedas que son la sangre de nuestros antepasados. Y es en nombre de los miles
que perdieron la vida que vamos a defender nuestros derechos”, concluyó.
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