Para muchos países el
turismo es la principal fuente de ingresos. En América Latina, a caballo de los
Tratados de Libre Comercio (TLC), varios países apuestan fuertemente a
reconvertir sectores tradicionales de su economía y transformarse -casi
exclusivamente- en receptores de turistas. Si bien el turismo se ha transformado
globalmente en el sector más dinámico en términos de crecimiento, su
distribución es vergonzosamente desigual. Además de la alta concentración en un
reducido grupo de compañías transnacionales, el dogma neoliberal que las
promueve va reduciendo sistemáticamente los beneficios sociales para la
población local.
En Nicaragua el turismo
también está en franco crecimiento y hay múltiples planes de promoción. Esta
situación, sumada al descalabro que padece la agricultura como generadora de
empleo, hacen que el turismo se ubique entre los primeros lugares en la demanda
de trabajo.
¿Empleos
decentes o empleos decadentes?
Según datos del Instituto
Nicaragüense de Turismo (INTUR), entre 2001 y 2005 la tasa de
crecimiento del turismo se situó en un 11 por ciento. En 2001 llegaron a
Nicaragua 482.869 turistas que pernoctaron en el país y 712.444 en 2005.
Los ingresos de divisas ascendieron a 109 millones de dólares en 2001 y a 183,5
millones en 2005, lo que representó un crecimiento 59,4 por ciento.
En materia de calidad del
empleo, Nicaragua no escapa a las modalidades globales que evidencia el
turismo. Para la mayoría de los trabajadores y trabajadoras sus números están en
rojo. Mientras los precios de las habitaciones y alimentos se enmarcan en
estándares internacionales, los salarios son ostensiblemente deficitarios a la
hora de enfrentar el problema de la pobreza y la desigualdad social en este país
centroamericano. Como sucede a nivel mundial, los sueldos en la restauración y
la hotelería se caracterizan por ser de los más bajos en el país.
En
Nicaragua
la mayoría de los establecimientos paga el salario mínimo atribuido al sector
que es de 1.952 córdobas al mes (105 dólares). Para que el lector tenga una
idea del poder adquisitivo de esa cantidad se la puede contrastar con la canasta
básica que es de 6.500 córdobas (349 dólares). Si a ello le
sumamos la precarización laboral y las pésimas condiciones de trabajo, el
turismo para los trabajadores en Nicaragua está muy lejos de encuadrarse
dentro de un esquema de “Trabajo digno con un salario decente”.
Precarización contractual
Un alto porcentaje de los
trabajadores y trabajadoras de la hotelería es reclutado por empresas
tercerizadas, al margen de toda protección legal. Pero el sector también utiliza
otra modalidad: las pasantías. Muchos institutos y universidades privadas
tienen acuerdos con las cadenas hoteleras para que sus estudiantes realicen
jornadas prácticas. De esta manera, los jóvenes pasantes están remplazando a los
trabajadores, y la empresa no paga ninguna remuneración o salario por ese
servicio.
Ese estudiante se convierte en
un trabajador o trabajadora del hotel sin salario, sin prestaciones de ley, sin
seguro social, no se le pagan horas extras, ni días feriados, es decir, lo
convierten en un esclavo en peores condiciones que en la era del esclavismo o
peor que el trabajador en negro (sin registro), como sucede en la Argentina.
El hotel sólo asume la alimentación y, en algunos casos, el transporte de esos
estudiantes-esclavos.
Ha llegado a tanto el descaro
de los hoteleros que mantienen muchos puestos de trabajo vacantes por siempre y
así tenerlos disponibles exclusivamente para los estudiantes de Administración
Turística y Hotelera. Las áreas que mas ocupan los estudiantes son recepción,
bell boy, meseros, cocina, telefonista y lavandería.
Los sindicatos y las libertades
sindicales
En Nicaragua con el
objetivo de promover el turismo, se ha legislado para favorecer la inversión.
Ejemplos de ello son la Ley de Inversiones Extranjeras y la Ley de
Incentivos para la Industria Turística. En ambas leyes se establecen todas
las condiciones favorables y garantías para los inversionistas de la actividad
turística. Lo que no se establece por ningún lado es que estos inversionistas
deben respetar los derechos laborales, la libertad sindical y los derechos
humanos de los trabajadores. Los trabajadores están totalmente desprotegidos, y
eso se explica porque de los 99 establecimientos turísticos censados en
Managua en 2005, solo dos cuentan con un sindicato.
El pasado 27 de septiembre se
conmemoró el Día Mundial del Turismo. Un escenario para que muchos
gobiernos y empresas transnacionales hablen de su responsabilidad social, de las
bondades y oportunidades que este sector genera. Para las trabajadoras y los
trabajadores, sin embargo, no hubo nada que festejar.
Gerardo Iglesias y Marcial
Cabrera
© Rel-UITA
2 de octubre de 2007
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