Un modelo de desarrollo
socialmente excluyente y ambientalmente nocivo
En el marco de la
Reunión Internacional del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM,
por sus siglas en inglés) sobre
"Bosques,
plantaciones y derechos de las comunidades",
que se realizó entre el 19 y el 22 de septiembre en Montevideo, Sirel conversó
con Washington Lockhart, productor de la zona de Cerro Alegre, ubicada a unos 14
kilómetros de Mercedes, capital del departamento de Soriano.
Washington
tiene un tambo y es uno de los tantos pequeños productores de la región que se
han visto afectados por el monocultivo de eucaliptos a gran escala.
-¿Cuáles son los principales problemas que enfrentan los productores de la zona?
-Para comenzar, tenemos que contextualizar que en la región donde estamos
existen varios minifundios de unas 70 a 80 hectáreas. Yo estoy desde 1975 en
este lugar. En 1988 se votó la Ley forestal, y en 1990 comenzaron las
plantaciones de eucaliptos a gran escala.
En
ese momento la realidad de la gran mayoría de los productores era de un alto
endeudamiento, lo que facilitó que grandes empresas forestales adquiriesen desde
pequeños predios a grandes estancias con más de 1.500 hectáreas, además de los
incentivos fiscales ofrecidos por el gobierno uruguayo en ese entonces.
Unos tres o cuatro años después de que aparecieron las plantaciones
ya se empezó a sentir la falta de agua, comenzaron a bajar las napas
y en muchos casos se secaron completamente. |
La
primera empresa forestal que compró tierras en esta zona fue la española ENSE.
Actualmente ese territorio forestado pertenece a Montes del Plata (fusión de
ENSE, STORA ENSO y ARAUCO) y a Forestal Oriental (subsidiaria de UPM).
Entre estas dos
compañías poseen alrededor de 20 mil hectáreas forestadas.
Luego de esta introducción podemos decir que los problemas que enfrentamos son
muchos y variados. Todos son consecuencias negativas que ha traído la industria
forestal, desde el punto de vista ambiental y social, el riesgo permanente de
incendio, de plagas y el principal problema para los productores que aún
subsistimos: la falta de agua.
-¿Qué es exactamente lo que pasa con el agua?
-Esta zona es muy pobre; hasta 1990 los pozos para abastecimiento de agua de
cada predio eran de un metro y poco de diámetro y entre cinco a 15 metros de
profundidad.
Siempre había agua suficiente para cubrir las necesidades de la gente y de la
producción.
Unos
tres o cuatro años después de que aparecieron las plantaciones ya se empezó a
sentir la falta de agua, comenzaron a bajar las napas y en muchos casos se
secaron completamente. Casi desaparecieron las napas superficiales y las
semiprofundas.
Esta es una situación
muy denigrante para las personas que tenían agua y que ahora cuentan con la que
les dejan cada semana unos camiones cisterna. Tal es la magra respuesta del
gobierno para solucionar la falta de agua en la zona que comprende Cerro Alegre,
Pence y Colonia Díaz, y que reciben los pequeños y micro productores que no
contaban con recursos para hacer pozos semisurgentes.
Producir en estas condiciones es casi imposible.
El impacto a nivel
comunitario es tremendo ya que muchos productores tuvieron que abandonar sus
tierras por falta de agua, y actualmente están engrosando las periferias de las
ciudades.
Si continuamos propiciando este modelo de desarrollo vamos camino a
la catástrofe alimentaria, con precios inflados de tal manera que
comer será un lujo |
Este
modelo de desarrollo que persigue actualmente el Uruguay, con base en el
monocultivo de soja y de eucaliptos, es socialmente excluyente, no se necesitan
casi trabajadores para estas tareas.
Desde el punto de vista
de estas empresas, gente es sinónimo de molestia, y en esta coyuntura se torna
imposible la agricultura familiar.
En la zona rural de
Soriano, según datos del censo de 2005, había un habitante cada 8 kilómetros
-cifra ínfima teniendo en cuenta que allí se encuentran los suelos más fértiles
del país-, situación que solo se explica porque el modelo que se está impulsando
es el del agronegocio exportador, cuya principal consecuencia es el
desplazamiento de la población rural. Indigna aún más cuando se piensa que estos
grandes emprendimientos reciben privilegios que nosotros ni siquiera soñamos con
tener.
-¿Cómo están denunciando esta situación los productores que, como tu, todavía
resisten?
-Generamos un movimiento de pequeños agricultores que pretende alertar a las
personas, fomentar el debate para informar y crear conciencia de que la
soberanía alimentaria es un asunto que atañe no solo a los pobladores del campo
sino también a los de la ciudad, y que si continuamos propiciando este modelo de
desarrollo vamos camino a la catástrofe alimentaria, con precios inflados de tal
manera que comer será un lujo.
Nuestra lucha viene de
larga data, ya hemos acudido a los políticos, el propio presidente José Mujica
estuvo en mi tambo; las soluciones no llegan porque les falte información, sino
por falta de voluntad política.
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