Esta reducción de explotaciones se ha producido, en
parte, por los sucesivos planes de reestructuración
y abandonos incentivados tanto por la Administración
española como por la europea.
Pero además, el fuerte ajuste ha sido
y es consecuencia directa del abandono de los
ganaderos con mayor edad y la no incorporación de
ganaderos jóvenes, lo que supone un sector en
proceso de extinción, al igual que otras cabañas
ganaderas extensivas como el ovino o el caprino. Por
debajo, una sola razón: la escasa rentabilidad de
una actividad si se tiene en cuenta el grado de
dedicación que supone su mantenimiento.
La leche es uno de los sectores del
agro que ha ido en cabeza de los movimientos
reivindicativos desde los años setenta. Hoy, los
ganaderos han vuelto a salir a las calles en todas
las zonas productoras en demanda de medidas para
asegurar su viabilidad.
Como razón más cercana y visible para justificar las
movilizaciones se halla la fuerte subida de los
precios de los piensos en la última campaña, más del
40 por ciento, y sobre todo el incremento registrado
en los últimos meses.
Pero por debajo de ese motivo se hallan viejas
razones muy arraigadas en el propio sector de la
producción y también en el industrial.
La leche sufre abandonos por los
precios bajos y falta de rentabilidad
Como otras tantas producciones
agrarias, el sector de la leche tiene en su contra
la imposibilidad de repercutir en el precio final el
incremento de costes.
Es la primera consecuencia directa de
una actividad con escasa o nula organización, lo
cual ha constituido históricamente una desventaja a
la hora de defender sus precios ante una industria
más organizada en la que, al menos en el pasado,
existió un reparto de zonas para reducir la
competencia.
El ganadero de leche es uno de los profesionales del
sector agrario que no sabe el precio de su producto
hasta que no se le hace la liquidación con un mes de
retraso.
En el sector de la leche no existieron
históricamente contratos de entrega entre ganaderos
e industrias, y no son lejanos los tiempos en que
algunas industrias pactaban además la imposibilidad
de que un ganadero cambiara de empresa para entregar
su leche.
En contra del sector, a la hora de
defender sus intereses, se halla además el hecho
de que sea un producto perecedero que no se puede
almacenar sin límite en volumen y tiempo.
A estos puntos débiles que arrastra
el propio sector se suman otros
añadidos
El primero, el hecho de que la leche
se haya convertido en los últimos años en un
producto reclamo para la cesta de la compra por
parte de la gran distribución. Ello supone que desde
esos grandes grupos, donde la marca blanca supone
ya casi el 70 por ciento de sus ventas de leche,
se tenga siempre una leche en oferta y en
ocasiones, incluso con venta a pérdidas.
Esta política de la gran distribución
la sufren, en primera instancia, las industrias
lácteas, que han visto en la última década cómo han
bajado los precios de venta de leche y cómo se
aplican márgenes elevados a las marcas de
fabricante, al contrario que a las marcas blancas.
Los efectos de esta estrategia la pagan inicialmente
los industriales, pero a la postre se traslada a los
ganaderos como eslabón final de la cadena.
Finalmente, en contra del sector ha
jugado el importante volumen de leche y productos
lácteos que entran en España desde el resto
de la Unión Europea, una media de 3,7
millones computados en litros de leche. De ese
volumen, 2,5 millones corresponderían al equivalente
de la importación en quesos y algo más de 300.000
toneladas en leche en cisternas.
En ocasiones, esa leche y esos quesos han entrado a
precios de dumping en medio de la indiferencia
general, provocando hundimiento del mercado
interior.
El Gobierno exigirá en octubre
contrato entre ganaderos y las industrias
Por si no fueran pocos los enemigos
del sector, unos propios y otros creados desde la
gran distribución o los mercados exteriores, los
ganaderos han tenido en contra en los últimos años
la posición de la Comisión Nacional de la
Competencia en una doble dirección.
Por un lado, poniendo trabas a la
posibilidad de que el sector se organizara en su
oferta. Por otro, en opinión de las organizaciones
agrarias, no investigando como requeriría la ley la
venta a pérdidas a los grandes grupos de
distribución.
Todos estos factores han dado lugar a
una actividad en la que los precios no solo no
subieron para compensar los incrementos de costes de
producción —con una subida de los piensos hasta una
media de 0,33/0,34 euros kilo—, sino que en la
última campaña llegaron a bajar de los 0,30 euros
hasta a 0,27 euros en algunas de las zonas
productoras más importantes.
Para el responsable de ganadería de la
Unión de Pequeños Agricultores (UPA),
Román Santalla, el sector produce a unos precios
competitivos, y los problemas que sufre son
consecuencia de factores que escapan a su control.
La existencia de una crisis en el
sector de la leche no ha sido solamente un problema
español, sino que afecta también a otros países
comunitarios. Esta situación hizo que en 2009 los
responsables comunitarios pusieran en marcha un
denominado grupo de alto nivel para buscar salidas
que asegurasen el futuro del sector frente a las
industrias y ante la distribución. Esas
recomendaciones se concretaron en lo que se ha
venido en denominar “paquete lácteo”, actualmente en
forma de reglamento.
Entre las medidas más importantes
acordadas por Bruselas hay dos
fundamentales
La primera, reconocer el papel de las
organizaciones de productores para negociar precios
con las industrias para todos sus asociados. La
segunda, la posibilidad de que todas las operaciones
de venta de los ganaderos se hicieran bajo contrato.
Bruselas dejó libertad a cada Estado para que
hiciera o no obligatoria la firma del mismo.
España
decidió su obligatoriedad, y su aplicación se
iniciará el próximo mes de octubre. Hasta la fecha,
la firma de un contrato era una práctica voluntaria
a la que se han acogido unos 6.000 ganaderos.
Tras esta reglamentación comunitaria,
no existe la posibilidad de que la Comisión Nacional
de la Competencia pueda acusar a los ganaderos de
prácticas de concentración de la oferta. Hay una
reglamentación comunitaria que lo avala, y el
Ministerio de Agricultura tiene elaborado un real
decreto en la misma dirección.
La Administración última además un
proyecto de ley para lograr el equilibrio de la
cadena alimentaria y está impulsando un acuerdo
entre productores, industriales y la gran
distribución.
Mucha normativa….pero
Sin embargo, está por ver cuál puede
ser el efecto real de todo ello, contratos y
precios, frente a la sombra alargada de la gran
distribución en su batalla para mantener ventas con
precios bajos.